Crítica de libros
'Elon Musk', de Walter Isaacson: la biografía fallida del magnate norteamericano
ENSAYO
El prestigioso biógrafo W. Isaacson despacha en casi 800 páginas la desproporcionada personalidad del 'mega rico' norteamericano. Crítica de Edu Galán
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Iniciar sesiónLa extraordinaria saga de videojuegos 'Horizon' (Playstation), 32 millones de copias en todo el mundo, presenta un planeta apocalíptico —más bien, un Estados Unidos apocalíptico— donde unas máquinas con aspecto y conducta animal han tomado el control. Al estilo de 'Mad max', los humanos ... que quedan, producto de mil clonaciones, se han establecido en tribus y pelean entre ellos mientras resignifican como religión lo que realmente es el producto tecnológico de una previa civilización más avanzada.
El jugador toma los controles de Aloy, la protagonista, y entre mil asombrosas aventuras, va descubriendo que el responsable de la extinción se llama —o llamaba— Ted Faro. Un emprendedor de la robótica, devenido en milmillonario gracias a sus invenciones: una corporación monopolística y su obsesión por el gobierno de los más fuertes.
Ensayo
'Elon Musk'
- Autor Walter Isaacson
- Editorial Debate
- Año 2023
- Páginas 736
- Precio 24,90 euros
No me extrañaría que Elon Musk, ávido friki, haya jugado a 'Horizon' en cualquiera de sus entregas. Y seguro que no se ha dado por aludido. Tampoco se dio por aludido, menos mal, cuando el director de su colegio informó así a sus padres con contundencia setentera: «Tenemos motivos para creer que Elon es retrasado». No necesitará Musk esa impermeabilidad —quizá producto del espectro autista, quizá consecuencia de una egolatría poco relacionada con una patología— al leer la monumental biografía que le dedica el periodista Walter Isaacson, autor de los esenciales 'Einstein, su vida y su universo' (Debate, 2007) y 'Steve Jobs' (Debate, 2011).
Espero que el lector inteligente sea capaz de separar las páginas valiosas de la excesiva cháchara
Bastaría con las muchas noticias publicadas en los medios y bastaría con su nombre en portada, sin subtítulo, para tranquilizarlo. Ochocientas páginas en las que Isaacson, con un estilo periodístico descuidado en exceso, olvida la edición con el objetivo de demostrarnos su prolijidad. Vamos, que entrevistó a mucha gente y nosotros, nadie de nadie. Un mínimo recorte hubiese ayudado al lector y, sobre todo, al libro: el desarrollo de personas no va más allá —en demasiadas ocasiones—de nombres que se repiten. Lo más importante: Isaacson no consigue llegar al corazón de su retratado porque se le nota más ocupado en hacer la lista de la compra con una pléyade infinita de socios, colaboradores, novias, hijos y familiares de Musk.
Primeros negociados
Espero que el lector inteligente —no se nos olvide: somos capaces de discernir; formamos parte contratante de los libros que leemos— sea capaz de separar y apartar las páginas valiosas de la excesiva cháchara. «Hace tan solo tres años (...) dormía en el suelo de la oficina y ahora tengo un coche de un millón de dólares», dijo Musk en 1999 después de uno de sus primeros negociados. Como buen Hombre Público Norteamericano, bien enfangadito en el Sueño Idém, esa motivación le marca las espinillas. Isaacson da en el clavo sin entenderlo: la sucesión de mujeres, hijos, empresas y artilugios responde a una misma motivación. A una especie de diógenes interminable -«a empresariar, a empresariar, hasta enterrarlos en el mar»- que, por una parte, destruye cualquier posibilidad de un Musk privado y, por otra parte, construye un imperio tecnológico que ha cambiado nuestra forma de interactuar con el mundo.
Contradicciones
En su ya clásico ensayo 'Inteligencia emocional', Daniel Goleman reescribe para el gran público una certeza bastante estudiada en psicología: nos manejamos con diversas inteligencias. En cristiano: hay gente muy lista para unas cosas y muy tonta para otras. Le reprochó el cómico Larry David a Musk en una cena «¿quiere usted que maten a niños en los colegios?», al poco de la masacre de la escuela de primaria Robb de Uvalde (Texas). «No, no», tartamudeó, un molesto Musk. «Entonces, ¿cómo puede votar a los republicanos?», zanjó David. En su falta de pensamiento lógico —probablemente el más sencillo de todos los pensamientos—, habitan gran parte de las contradicciones de Musk descritas en el libro por Isaacson. De hecho, son las que le han lastrado -al menos, en su imagen pública- durante sus últimos movimientos empresariales.
Y, de entre todo el batiburrillo de Isaacson, regreso al núcleo: la hija transgénero de Musk, Jenna. Una chica que le ha repudiado -no utiliza su apellido, no quiere saber nada de él- por la postura crítica de su padre con la ideología 'queer'. De ahí pareciera que nace su reacción infantil de comprar Twitter —luego, X—; de situarse al lado de Kanye West; o de convertirse en un adlátere de la libertad de expresión hasta que le toca a él mismo —lean en esta biografía el caso de la cuenta de X llamada @elonjet —. Toda la forma de ser de este multimillonario pareciera que nace de la relación con su padre, un racista antisemita de ultraderecha, Errol Musk.
Toda biografía de megarrico debería encontrar uno o varios Rosebud o, si no le dejan al autor, escribirla —lo que ocurre en general —para que el megarico se la pague y él pueda vivir de rentas. Isaacson se topa con Rosebuds pero no tiene, o no quiere, usar su habilidad para razonárnoslos o despiezárnoslos con la metodología de una biografía de estas características. Nos los escupe, salteados cual 'wok' en epígrafes cortos, y ¡buscaos la vida, lectores!
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