Las 'otras españolas' en la Bienal de Venecia de 2022

Si en la bienal del ‘Palacio enciclopédico’ (2013), Massimiliano Gioni introducía desde la colección de piedras de Caillois al ‘Libro rojo’ de Jung o piezas de artistas ‘outsiders’, Alemani parece buscar el aliento de las primitivas ‘cámaras de las maravillas’ para ponerlas en relación con las mutaciones tecnológicas y sociales que soportamos en este ‘distanciamiento forzado’. Su actitud es ejemplarmente «intempestiva» (en el sentido nietzscheano) y eso hace que haya seleccionado, por atenernos a las creadoras de origen español, a la proteica Maruja Mallo (o recupere el onirismo de Remedios Varo ), contando también con piezas de las visionarias Josefa Tolrá y Georgina Houghton .

Entre los más de 200 artistas que participaran en esta muestra se ha invitado a dos españolas: June Crespo y Teresa Solar . Ambas son escultoras en el sentido híbrido que tiene esa práctica. En ambas advierto una preocupación por lo orgánico sometido a plegamientos post-barrocos, así como una especie de alegorización de la subjetividad asumiendo el vaciamiento, sin recurrir a la postulación de una esencia. No falta una sombra siniestra, acentuando la extrañeza de la familiaridad. Sus obras me hacen pensar en aquel «sex-appeal de lo inorgánico» que Perniola tematizara.

Teresa Solar declaró cuando hizo su primera obra pública en la novena edición del KölnSkulptur (‘Estación de bombeo’, 2017) que quería trabajar con la idea de «epidermis sintética», para añadir que lo suyo tenía que ver con la «nueva carne» de ‘Videodrome’, de Cronenberg. Su forma de pensar es plástica, moldeable como el barro, corporalizando su lenguaje y dotando lo ‘informe’ de una extraña cualidad sensual. Tactilidad y azar son cruciales en esta materialidad que parece dotada de vida, como si estuviera todavía fluyendo.

Por su parte, June Crespo, como pudo comprobarse en una magnífica exposición en Artium en 2020, lleva años experimentando con materiales como el cemento, el bronce, el acero o la cerámica, mezclados con ropa, mochilas, flores o incluso revistas y fotos. En sus peculiares ‘collages’ se acentúa la impresión de extrañeza, jugando con la escala. Podría considerarse que su estética tiene algo de ontología orientada a los objetos. Sus esculturas con maniquíes acentúan la visión de la subjetividad hueca, algo que no lleva a la angustia existencial sino a comprender que lo más profundo puede ser, como apuntara Valery , la piel.

El marco vendado y expandido de Eva Hesse podría acoger a estas dos magníficas escultoras, que son capaces de aproximar lo heterogéneo, intensificando la «belleza convulsa» que reclamara el Surrealismo, enlazando lo cotidiano y casi la ciencia-ficción como a su manera hiciera la incomparable Maruja Mallo . La imaginación, emoción y sensualidad de esta ‘sin sombrero’ se expande en la obsesión por el tacto y las texturas desconcertantes de Solar y Crespo. Tras varias ediciones de la Bienal de Venecia en las que daba la impresión de que el arte español estaba ‘desaparecido en campaña’, ahora podremos entregarnos al placer ‘háptico’ con artistas tan visionarias cuanto materialistas.