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LIBROS

Drácula: de mito literario a icono pop

Bram Stoker creó el monstruo definitivo para un terror atávico y, al mismo tiempo, un personaje seductor que superó en fama a su creador. Una exposición en CaixaForum Madrid le sigue el rastro

El arte de Fernando Vicente. Una de las ilustraciones del «Drácula» editado por Reino de Cordelia
Miguel Ángel Barroso

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La sangre es la vida. Muchos han escuchado esta frase de boca de un actor mientras veían alguna de las múltiples versiones cinematográficas que se han realizado sobre el legendario vampiro. No tantos la han leído en el libro. «La respuesta más frecuente a la pregunta “¿has leído Drácula ?” suele ser “no, pero he visto la película”», apunta Clive Leatherdale , uno de los mayores expertos en la materia, en su ensayo Historia de Drácula (Arpa, 2019). «La consecuencia de la gradación lasciva que el cine ha hecho de la novela de Stoker y de la dominación completa de su imagen pública es que mientras Drácula se ha convertido en un nombre conocido, su creador ha caído en el olvido. Uno de los libros más famosos de la literatura universal lleva la firma de uno de los autores más desconocidos». Si Stoker viviera sería un tipo millonario gracias a las regalías de las películas, las series, los cómics, la mercadotecnia , pero infeliz porque su creación ha sido sobrepasada y trivializada desde la aparición de un invento patentado por los hermanos Lumière dos años antes de la aparición de su novela en 1897.

Origen y evolución

El viaje de Drácula desde las páginas de aquella primera edición con vistosas tapas amarillas hasta el monstruo pop en que se ha convertido queda de manifiesto en la exposición Vampiros. La evolución del mito (en CaixaForum Madrid hasta el 7 de junio), muy centrada en el séptimo arte (carteles, diseño de producción, vestuario), pero también en los tebeos y en la representación chupóptera de banqueros y políticos que se asoma a las portadas de revistas satíricas como Charlie Hebdo . Aunque no se olvida del folclore ni de la literatura, y en el recorrido hay vitrinas que guardan auténticos tesoros, como el manuscrito de Bram Stoker de la adaptación teatral de la novela o primerísimas ediciones de las seminales Carmilla , de Joseph Sheridan Le Fanu , y El vampiro , de John William Polidori .

El origen de los vampiros se pierde en la noche de los tiempos. Hay pocos pueblos de la antigüedad que no tengan su propia versión de esta terrible plaga asociada a los misterios de la noche, las fantasías humanas ( «El sueño de la razón produce monstruos» , como reza el conocido grabado de Goya ) y la creencia en la vida después de la muerte y en el poder mágico de la sangre. Dice el doctor Van Helsing , némesis del rey de las tinieblas, en Drácula : «Dejen que les diga que [al vampiro] lo han conocido en todos los lugares donde el hombre ha habitado. En la antigua Grecia, en la antigua Roma, existió en Alemania, en Francia, en la India, incluso en el Quersoneso y en China (...). Ha seguido la estela de los berserkers islandeses, de los hunos engendrados por el diablo, de los eslavos, de los sajones y de los magiares».

Portada de uno de los «penny dreadful» decimonónicos más famosos: «Varney el vampiro»

Objeto de estudio

Los terrores transmitidos por tradición oral acabaron alimentando relatos y hasta sesudos estudios, como el Traité sur les apparitions des esprits et sur les vampires ou les revenans de Hongrie, de Moravie… (1751), del monje benedictino Augustin Calmet , cuyo segundo tomo, que se ocupa de los asuntos vampíricos, fue editado por Reino de Cordelia con el título Tratado sobre los vampiros (2009), un verdadero festín para bibliófilos, como destaca acertadamente Luis Alberto de Cuenca en el prólogo. Entre los precedentes de Drácula , sin duda conocidos por Stoker, encontramos el poema de Goethe La novia de Corinto (1797), que provocó una gran polémica por su crítica al cristianismo y sus elementos eróticos; Manuscrito encontrado en Zaragoza (1805), de Jan Potocki ; Vampirismo , un cuento de terror publicado en 1821 por E.T.A. Hoffmann ; y Varney el vampiro o El festín de sangre , un penny dreadful (cuentos de terror gótico que se distribuían por fascículos al precio de un penique) escrito por James Malcolm Rymer y que vio la luz entre 1845-1847.

Esta novela gótica tumbó los cimientos de la mojigata y encorsetada sociedad victoriana

Pero son los citados El vampiro , de Polidori -médico personal de Lord Byron y uno de los participantes en el reto de escritores en Villa Diodati, en 1816, que propició el nacimiento de Frankenstein , de Mary Shelley - y Carmilla , del irlandés Sheridan Le Fanu, las influencias más notables en Drácula . El Lord Ruthven de Polidori tiene bastantes puntos en común con el conde transilvano. Y Van Helsing es un trasunto del barón Vordenburg , a cuyos peculiares conocimientos se debe el hallazgo de la tumba de esa vampira que seduce/atormenta a las inocentes damitas en la novela de Le Fanu.

El escritor irlandés Bram Stoker, autor de «Drácula»

Vida de Bram Stoker

Las incógnitas superan a las certezas en el caso de Bram Stoker , de cuyas andanzas sabemos lo justo, y gracias -sobre todo- a una biografía que él mismo escribió sobre el actor de teatro Henry Irving (su estrecha vinculación con el egocéntrico artista duró casi tres décadas), donde incluyó memorias personales. Nació en 1847 en Clontarf, un área residencial al norte de Dublín , en el seno de una familia burguesa sin demasiados recursos. Su padre, Abraham, un pan sin sal, era funcionario en el castillo de Dublín. Su madre, Charlotte, fue una reformadora de las workhouses , asilos para gente pobre, y transmitió su espíritu emprendedor a sus hijos (tres de ellos se dedicaron a la medicina). Bram fue el tercero de siete hermanos, y su mala salud le postró en la cama durante sus primeros años de vida. Charlotte le contaba historias de fantasmas y leyendas irlandesas que fueron prendiendo en su imaginación. Finalmente recuperado, en 1864 ingresó en el Trinity College , donde se licenció con honores en Matemáticas y Ciencias.

Se involucró en actividades literarias , escribiendo cartas de apoyo a Walt Whitman , enredado en controversias al otro lado del Atlántico. En una de ellas, de forma sorprendente, incluyó una descripción de sí mismo : un oficinista al servicio de la Corona con un salario bajo, campeón en atletismo, presidente de la Sociedad Filosófica, con una altura de 188 centímetros y un peso de 76,2 kilos (desnudo, especifica), feo, pero fuerte y decidido, la boca grande, los labios finos, la nariz respingona y el pelo liso. Ni una palabra de la abundante barba rojiza que luce en las fotografías.

Drácula no es una miserable criatura de la noche, sino alguien atractivo, sexual e implacable

Aprobó unas oposiciones para poder ejercer la abogacía en Inglaterra y, en 1878, poco antes de partir a Londres, contrajo matrimonio con Florence Balcombe , una belleza pretendida por Oscar Wilde . La pareja tuvo un hijo. Su profunda pasión por el teatro (fue crítico en varias publicaciones, entre ellas, el Dublin Evening Mai l, del que era copropietario Le Fanu, y el Daily Telegraph ) le empujó a probar suerte con la escritura, sin acabar de decidirse por un género concreto: fue autor de veinte libros e innumerables relatos cortos y artículos que incluían historias románticas, cuentos de hadas y, por supuesto, de terror . Ninguna de sus creaciones se acercó, ni de lejos, a la calidad y el impacto de Drácula .

Viajero del tiempo

El contexto histórico y la construcción del personaje obraron como efecto multiplicador del éxito de una novela que apareció cuando la estética gótico/romántica parecía agotada. O tal vez eso no haya ocurrido nunca y el ser humano siempre se deja seducir por altas y bajas pasiones. Drácula atacó la línea de flotación de la mojigata y encorsetada sociedad victoriana , zarandeada por monstruos reales, como Jack el Destripador , dispuesta a tumbarse en el diván de Freud para confesar sus miedos y contradicciones.

Este vampiro en particular no era una miserable criatura de la noche: de presencia imponente (hay críticos que apuntan que, para fijar su aspecto, Stoker se inspiró en el propio Henry Irving, cuya interpretación del Mefistófeles de Fausto le dejó impresionado; otros hablan de Franz Liszt ), con un variado catálogo de sentimientos (odio, pasión, ira, desdén, malicia, vanidad), el conde es un personaje atractivo, intrépido, astuto, sexual e implacable. El autor se documentó sobre los usos y costumbres de Valaquia, pero no está claro que se basara en el príncipe Vlad III, nacido Vlad Draculea y más conocido como «Vlad el Empalador» . Según Clive Leatherdale, «Stoker pone de manifiesto su ignorancia con respecto a Vlad el Empalador cuando describe la vida prevampírica de Drácula (...). El conde no se ve a sí mismo como un psicópata despiadado , sino como un hombre de Estado severo y de grandes principios». Y Van Helsing admite: «En vida, fue un hombre extraordinario. Soldado, estadista y alquimista» .

Su alquimia ha durado hasta nuestros días y, no tengan duda, nos sobrevivirá, como sobrevivió a su creador (muerto en Londres en 1912). Viaja como una sombra fuera del tiempo -parafraseando a Lovecraft -, escabulléndose de las páginas de la novela, de mito literario a indestructible icono pop , a salvo de estacas y crucifijos.

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