La boina de Josep Pla y la falda de Montserrat Roig
Una obra teatral que se programará en Sant Jordi recrea la legendaria entrevista que la joven escritora le realizó al autor de 'El cuaderno gris' para celebrar su 75 cumpleaños
El 'corazón furtivo' de Josep Pla

Para celebrar los 75 años de Josep Pla (murió con 84, en 1981), la revista 'Destino' decidió dedicarle una portada a su gran articulista. No era la primera vez que lo hacían; quince años antes, por su 60 cumpleaños, la primera página fue: 'Los ... sesenta años de José Pla'. Cortito y al pie. La portada de 1972 lo sacaba también a página completa: 'Josep Pla cumple setenta y cinco años'. Para esta ocasión innovaron: le encargaron a una joven Montserrat Roig, que por entonces tenía 25 años, que lo entrevistara. Les separaba medio siglo, que es tanto como decir que les separaba una guerra civil y dos guerras mundiales. Les separaba el atentado de Morral, la revolución rusa, la aparición de Hitler. «No, señora, la cultura no sirve para que el mundo adelante. He visto tal cantidad de cosas en este mundo que yo no puedo creer en nada...». El resultado fue una entrevista memorable.
Roig se presentó en Palafrugell con cierto temor. Ese trabajo iba a ser el homenaje de 'Destino' a una de sus firmas señeras, al gran colaborador que llevaba treinta y dos años escribiendo para la revista. «No puedo ocultar un algo de pavor ante esta entrevista. ¿Por qué? No lo sé. [...] Alguien dijo, en cierta ocasión, que es mejor no conocer nunca a los escritores que se admiran. Acaso sea verdad...». En estas primeras líneas se adivinan algunas de las razones por las que esta entrevista ha terminado adquiriendo tanta notoriedad. «¿Y usted escribe? ¿Tan joven...? [...] Usted, señorita, está muy flaca. No me gusta la juventud asexuada de hoy, no me gusta nada. [...] Y usted, ¿qué escribe? ¿Sobre las personas o sobre los pájaros?».
La periodista iba con sus 25 años a la vista: con el pelo corto, libre de melenas, vestida con falda y tacones. «Receptivo, infatigable 'causeur', habla mientras observa, con desazonante agudeza, a su interlocutor». Una manera muy elegante de transcribir lo que en realidad le dijo Pla cuando ella le comentó que quería ganarse la vida escribiendo: «Señorita, con esas piernas que tiene, no necesita escribir». Así se lo contó la Roig a sus amigos y conocidos, y así se ha escrito la leyenda.
Ese comentario, esa distancia tan larga entre entrevistado y entrevistadora, es uno de los 'leitmotivs' de 'Pla per Roig', obra teatral de Ferran Utzet que la Generalitat de Cataluña ha programado el próximo 24 de abril en el Círculo de Bellas Artes, dentro de las celebraciones de Sant Jordi. El espectáculo, interpretado por Jordi Coromina y Laura Roig, reconstruye ese encuentro que tuvo lugar un día frío de finales de enero. «El día es frío, dicen que es el peor de este invierno», se presenta la Roig en la entrevista. «Me corroe la incertidumbre de cómo va a recibir ese gran escritor a una persona joven y, quieras que no, representante, por la edad, de conceptos seculares».
Esa joven periodista se terminaría convirtiendo en una de las firmas de referencia de su generación, la de los años 70. La Roig, feminista convencida, militante del PSUC, escribió novelas, relatos, obras teatrales... y también artículos periodísticos. Como entrevistadora, tenía una habilidad única para escudriñar a sus personajes. Los estudiaba a fondo y, dicen, se los metía en el bolsillo. Con Pla no necesitó documentarse demasiado. «Pla me pregunta qué he leído de su obra», escribe en la entrevista. «Le respondo que casi todo, entre las ediciones viejas y las revisadas».
La entrevista se arma a partir del antagonismo de los dos. Desde su radical juventud, Montserrat Roig ve cierta vehemencia «decimonónica» en lo que Pla le cuenta: «¡Cómo quiere que crea en el progreso! ¿Después de haber visto lo que he visto en esta época? Después de nuestra guerra civil y de la quema de tres o cuatro millones de judíos en Alemania, ¿cómo quiere que crea en el progreso? [...] ¿Qué quiere que crea yo? No creo nada, solo que el hombre es un animal absolutamente grotesco, parado y exhibicionista. No, no soy pesimista. Solo objetivo, un hombre indiferente, de la naturaleza. [...] Creo que en el mundo no se ha arreglado nunca nada. Sólo le han puesto parches».
A estas alturas, Pla ha escrito buena parte de su 'Obra completa'. Ha sido un joven cosmopolita, que ha viajado por todo el mundo para escribirlo. «Yo he sido un aprovechado de una situación general pésima». Ha tenido ambiciones literarias, se ha postulado para dirigir periódicos, ha querido ser un intelectual. «Hasta la producción de la guerra civil más reciente hice siempre un esfuerzo para ser un hombre activo, positivo y sistemáticamente interesado en las afirmaciones de mi tiempo». Ahora -con 75 años- es una de las figuras indiscutibles de la literatura catalana, uno de los grandes periodistas de España, y se hace pasar por un payés que lleva boina.
«El progreso material no interviene en las cosas decisivas, que son las relaciones entre los hombres y las mujeres, las criaturas, la cultura. Los jóvenes son las víctimas de este caos. [...] ¿Que qué me parece que la mujer trabaje? No me parece nada. Si quiere trabajar, que trabaje, y, si no, que no trabaje. Me es igual. Pero si una mujer está realmente enamorada no tiene tiempo para hacer nada», le dice Pla a Roig desde otro siglo. «Los dos estamos de acuerdo, por lo menos, en una cosa -replica ella-: que la estupidez humana no depende de la edad».
La entrevista es un toma y daca constante. Ella lo describe con precisión, transcribe sus peroratas y no se ahorra elogios. Le reconoce que «sus ojos desgastados de payés que ha renunciado a la elegancia vacía de los cosmopolitas», comparte su intriga por cómo el autor ha llegado a dominar «la voluptuosidad fascinadora del 'oficio de escribir' y le reconoce la fascinación que le produjo 'El cuaderno gris'. «Cuando leo sus descripciones de lugares me apasionan, me subyugan tanto que me entran ganas de visitarlos. Me fascina su dominio, su agilidad lingüística», dice Roig que escribió en 1969, tres años más joven, en la última página del libro de Pla. «Espero que el lector perdonará una intromisión tan personal y espero también que comprenda que mi interés por el Pla de los libros no empezó ni terminó un día de frío de finales de enero. Dicen que el peor de este invierno», cierra, como si diera un portazo.
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