Darío Urzay: «El mejor momento para el arte es el de la incertidumbre»
La sala Kubo Kutxa de San Sebastián acoge hasta el 31 de marzo 'En una fracción (reversible)', una exposición que recoge la extensa trayectoria del artista vasco
Atípicos espacios para la plástica
Madrid
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Iniciar sesiónDarío Urzay (1958, Bilbao) se considera un mal pintor, pero un buen artista. Su obra plástica le ha llevado a recorrer el mundo por las ciudades más importantes y a exponer en el MACBA de Barcelona, la Lelong Gallery de Nueva York, la Louver ... Gallery de Los Ángeles, o el Trondheim Kunstmuseum de Noruega. Aunque asegura que siempre son buenos tiempos para el arte, reconoce que la comodidad es lo que impide muchas veces hacer un buen trabajo. Para el bilbaíno, se pinta como se es. Es imposible separar la vida interior del artista con lo que hace. «Lo que vemos en el exterior es lo que construimos a través de nuestro interior. No hay un mundo ahí fuera, es lo que construimos desde nosotros mismos», reconoce Urzay a ABC.
Si hay algo que se lamenta es ser un desconocido en el País Vasco. A pesar de tener obra en la colección del Guggenheim o en el Museo Bellas Artes de Bilbao, no presenta una exposición individual institucional desde el año 2000. Hasta el 31 de marzo, la sala Kubo Kutxa acoge ahora 'En una fracción (reversible'), una exposición que recoge la extensa trayectoria del artista. «A la gente le extraña. Hay una pieza de cuatro metros por dos, propiedad de la colección del Museo Reina Sofía de Madrid, que ve la luz ahora y me da pena que por circunstancias no se haya expuesto hasta hoy».
Urzay nunca ha considerado hacer del arte una carrera profesional, sino que siempre ha preferido definirse como un «gran amateur». «Nunca he pensado en esos términos. Actúo desde la pasión por lo que hago y siempre lo he hecho así, aunque este sea mi trabajo». Y si bien es cierto que empezó con una pintura hiperrealista, pronto evolucionó hacia la abstracción. «Utilizaba el realismo porque para lo que tenía que decir necesitaba ese código de expresión, pero no he sido un pintor realista».
El salto a las grandes ciudades como Londres o Nueva York marcó su carrera, pero también le sucumbieron en una crisis profunda. Fue en la Gran Manzana, en los 90, mientras Urzay paseaba por las mejores galerías del mundo y veía de primera mano a los artistas que admiraba cuando de pronto las preguntas le invadieron. «Me emborrachaba a exposiciones, pero después de una jornada llegué a casa con una sensación extraña que duró días y la cabeza me hizo clic. Estaba frustrado porque lo que quería ver lo tenía que hacer yo». Fue ahí cuando sintió un soplo de libertad interior y decidió crear para ver sus obras expuestas, igual que las que había visitado hasta ahora.
Aunque la muestra recoge la mayor parte de su obra, Urzay quiso alejarse desde el principio de un orden cronológico y prefirió establecer una exposición basada en distintas relaciones que establecen entre las piezas. «Quise dar la sensación de que las obras se pintaron ayer, pese a ser de toda una trayectoria. La exposición es un presente continuo y decidí restar importancia a la fecha de creación de cada pieza para que los visitantes reconozcan un presente en ellas y no algo pasado», indica. Y así ha sido. La exposición recoge una trayectoria y toda una vida de un artista, comisariada por Mikel Onandia, y presenta más de 50 obras producidas entre 1997 y 2023 distribuidas en cuatro salas. El discurso expositivo se conforma por seis secciones: Desde lo fotográfico, Camerastrokes, Sedimentos derretidos, Imágenes aéreas, Topografías retinianas y Un tiempo expandido.
El artista asegura que el error es su método de trabajo. «El error te lleva a lo que desconoces», asegura mientras que se reconoce al mismo tiempo como lo más opuesto a un diseñador. «No trato de construir. Desconozco lo que voy a hacer, no hay nada proyectado e intento descubrir algo que está por suceder». Un ejemplo de ello es la obra del Reina Sofía que el artista menciona anteriormente.
Se trata de un díptico que tiene una parte de pintura, absolutamente todo pintura, pero que está pintada en negativo como si fuese un negativo fotográfico. La parte derecha es una imagen fotográfica que está generada en ordenador. «Yo tengo que abstraer lo que estoy viendo e imaginarlo todo al revés. Si pinto un verde, sé que es un rojo y si pinto un negro sé que es luz porque cuando paso la vela, su humo deja un rastro negro y aparecen puntos negros».
Y ante una brillante trayectoria de más de 40 años, el artista, tras unos segundos de pausa, concluye la entrevista respondiendo modestamente a la pregunta: ¿Cómo se ve a sí mismo Darío Urzay? «No me suelo mirar mucho a mí mismo. No suelo reflexionar mucho quién soy ni quién soy, ni tampoco me suelo mirar mucho. Tengo respuestas para casi todo, pero para esta no sé». Sus palabras, que ya son en sí una respuesta, es la conclusión de una vida volcada en el arte y traer de vuelta a su tierra todo un legado que ha dado la vuelta al mundo.
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