Redada en Berlín en busca del oro de Museo Bode

La moneda, de un valor estimado de 3,75 millones de euros , no ha sido recuperada y estos allanamientos estaban enfocadas en ocho sospechosos , de entre 14 y 51 años y diversas nacionalidades, según ha explicado un portavoz de la policía. Se les acusa de formar parte de una banda que obtenía oro robado para fundirlo y forjar nuevas monedas de colección que vendían luego a través de joyerías regentadas, por ellos mismos o por sus familiares. Algunas de las monedas falsas ya están en circulación, lo que ha permitido a la policía identificar el oro.

En los allanamientos han sido incautadas monedas falsas, herramientas de forja y una suma de dinero de «cinco dígitos». «La evaluación de las pruebas ha comenzado», dijo el portavoz policial en una breve comparecencia de información a la prensa en la que afirmó también que «entre otras cosas, se estudia y verifica una posible conexión de estos negocios con el robo de la moneda de oro del Museo Bode». La fiscalía ha confirmado que no se produjeron detenciones , pero que la investigación continuaba.

La policía detuvo el lunes a un sospechoso clave de otro espectacular robo, el de las joyas del siglo XVIII de la Bóveda Verde de Dresde , que pertenece a una familia criminal vinculada también con el robo de la moneda canadiense. Mohamed Remmo , de 21 años, fue arrestado cuando conducía un automóvil de lujo por las calles Neukölln. Su hermano gemelo, Abdul Majed, sigue prófugo y los primos Ahmed Remmo y Wissam Remmo, junto con un amigo que trabajaba como guardia de seguridad en el museo, fueron condenados anteriormente a varios años de prisión por el robo de la moneda canadiense. El interrogatorio al último detenido habría permitido conectar más directamente los dos delitos y apuntaba a los negocios de joyería que han sido registrados hoy.

La policía no descarta todavía la posibilidad de llegar a encontrar los objetos preciosos en su estado original, aunque existe también el temor de que puedan haber sido fundidos o desmontados para ser vendidos por piezas a través de estas joyerías. Por el momento tampoco es posible, según fuentes de la Fiscalía, establecer si el clan actuaba por su cuenta o si lo hacía por encargo. Lo que sí va quedando claro es el modus operandi y que contaban siempre con un cómplice dentro del museo que les permitía conocer los puntos débiles del sistema de seguridad.