La Fundación Juan March celebra «la fiesta de las formas» de Max Bill

En 1980 el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid y la Fundación Joan Miró de Barcelona organizaron una monográfica de este artista, comisariada por Gloria Moure, pero aquélla se centró en sus pinturas y esculturas. La Fundación March, que ha expuesto en los últimos meses en sus sedes de Palma de Mallorca y Cuenca la obra gráfica de Max Bill, abre ahora el abanico a toda su prolífica producción , que resulta inabarcable: a la pintura, escultura y obra gráfica se suman la arquitectura, el diseño de libros y revistas, el diseño industrial, de mobiliario y de exposiciones, el grafismo publicitario... Fue artista, pedagogo, ensayista, editor de los textos de algunos de sus maestros... Todo parecía interesarle a este hombre orquesta del arte moderno.

Manuel Fontán, director de museos y exposiciones de la Fundación Juan March, subraya que fue «un multitalento» que articuló su extensa obra en torno a unas pocas ideas: especialmente, las formas y los colores. «La obra de Max Bill es una intensa fiesta de las formas» , advierte Fontán. También del color, uno de los protagonistas de sus creaciones más célebres: lienzos geométricos multicolores.

Una selección de 170 piezas , procedentes de colecciones europeas y americanas, conforman esta «retrospectiva concentrada» , organizada en colaboración con la institución familiar que gestiona su legado. De hecho, su hijo Jakob, arqueólogo , ha estado muy involucrado en este proyecto. La selección da buena idea de lo multidisciplinar de su producción: de obras de platería de los primeros años, a trabajos de su paso por la Bauhaus y sus coqueteos surrealistas ; de un estupendo conjunto de carteles y diseños arquitectónicos (pese a ser escasos los edificios que llegó a poner en pie, siempre se consideró arquitecto por encima de todo) a mobiliario y objetos de diseño (mesas, sillas, taburetes, relojes, máquinas de escribir y hasta unas perchas)... Llegó a crear su propia empresa de diseño: Bill-Zúrich.

El artista suizo, que recibe una gran influencia de dos de sus maestros en la Bauhaus (Klee y Kandinsky), entendía las obras de arte como «objetos configurados para el uso espiritual» . Es el máximo exponente del llamado arte concreto , término acuñado en 1930 por Theo van Doesburg para calificar una forma de abstracción que trataba de liberarse de cualquier asociación simbólica con la realidad y que abogaba por que las líneas y los colores son concretos por sí mismos. La huella de Max Bill es aún hoy muy alargada: se aprecia tanto en el arte abstracto geométrico latinoamericano como en la arquitectura española.

Max Bill (Winterthur, 1908-Berlín, 1994) fue, como le gustaba autodenominarse, «un configurador» . Aprendiz de orfebrería, estudió arquitectura, se matriculó en la Bauhaus, se dedicó al diseño gráfico, fundó la editorial Allianz-Verlag, fue miembro del Parlamento suizo, presidió el museo y archivo Bauhaus en Berlín, cofundó la Escuela de Ulm... En una sola vida hizo lo que el resto de los mortales no haría en varias.