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Alemania descubre a Sorolla

El Museo Kunsthalle de Múnich presenta la primera exposición antológica del pintor valenciano en aquel país

«Instantánea» (Biarritz, 1906) ABC

ROSALÍA SÁNCHEZ

En 1907, año en que Joaquín Sorolla presentó por primera y última vez algunas obras suyas en Alemania, no tuvo mucha suerte. Venía avalado por el Grand Prix de la Exposición Universal de París de 1900, un premio de reconocido prestigio, pero su relación privilegiada con Alfonso XIII le jugó una mala pasada debido a que la Casa Real promocionó su exposición presentándolo como «el mejor pintor del mundo», términos que en el epicentro berlinés de las vanguardias pictóricas del momento parecieron un tanto pretenciosos. Seguramente, si hubiera tenido la oportunidad de presentarse en la capital alemana y dejarse conocer personalmente por los periodistas y por la comunidad artística , la errática tarjeta de presentación hubiese visto anulados sus efectos, pero debido a que su hija María enfermó de tuberculosis, hubo de excusarse. Y así quedaron las cosas hasta ahora.

El Museo Kunsthalle de Múnich , dispuesto a romper la frialdad del público alemán por la enriquecedora obra de Sorolla, acoge desde el 4 de marzo al 3 julio la primera exposición monográfica que se realiza en Alemania sobre el pintor desde aquel fallido intento. Comisariada por Blanca Pons-Sorolla y María López Fernández , cuenta la historia del reconocimiento internacional de Sorolla, desde el primer viaje del artista a París, con tan sólo 23 años, hasta su consagración como gran pintor de las élites de su tiempo. Contará con unas 80 pinturas, de las cuales 29 pertenecen al Museo Sorolla , a las que se suman otras 40 «notas de color», obras de pequeño formato, también de la colección del Museo madrileño. La exposición, una vez clausurada en Múnich, viajará al Museé des Impressionismes de Giverny (14 julio-6 noviembre) y llegará al Museo Sorolla para ser expuesta desde el 16 de noviembre de 2016 al 15 de marzo de 2017, en la que será la primera gran exposición internacional que acogerá su Casa Museo. Pero antes de volver al hogar, estas pinturas cumplirán la misión de ganar a los alemanes para la causa Sorolla.

Huelga decir que lo primero que el público alemán apreciará en el extenso catálogo, editado por El Viso y que recoge las aportaciones de expertos internacionales en la obra de Sorolla, será el despilfarro de un bien en extremo apreciado en estas latitudes: la luz . Aunque el objetivo de Sorolla era labrarse un prestigio internacional demostrando la calidad de su técnica, la originalidad de su estilo y la modernidad de sus propuestas, lo que más llama la atención, puestos los cuadros en Alemania, es la blancura de una luz que desde aquí parece irreal. Pero sin duda también ilustrarán cómo se forja el personal estilo de Sorolla y cómo se modela principalmente en el París de fin de siglo, donde el artista establece una sólida red de relaciones con grandes pintores, mecenas y marchantes.

La muestra presenta cinco grandes secciones y un epílogo: « Sorolla en el salón », « El mar. El triunfo de la luz y el color» , « Intimidad », « Hijo de Velázquez », « Sorolla cosmopolita: elegantes, jardines y paisajes » y « Estudios, apuntes y notas de color ». En la primera, revela cómo, a partir de 1890, el pintor comienza a presentar sus obras en los grandes certámenes internacionales, especialmente en las exposiciones de Berlín, Munich y Viena, en la Bienal de Venecia , y por supuesto, en el Salón de París.

«El mar. El triunfo de la luz y el color», constata cómo los triunfos alcanzados por Sorolla en sus grandes exposiciones internacionales tienen como principal protagonista el mar Mediterráneo ; mientras que en «Intimidad», la exposición se vuelve hacia el valor que concede a la familia y al reconocimiento de los sentimientos experimentados dentro del hogar. En «Hijo de Velázquez» se hace referencia al fervor reverencial por su más admirado maestro; y en «Sorolla cosmopolita: elegantes, jardines y paisajes» se exponen composiciones de tamaño mediano que quedan completados con «Estudios, apuntes y notas de color», que expresan de lleno el mero placer de pintar.

Con estas armas de gran calibre, la herencia Sorolla se dispone a corregir lo que hoy denominaríamos un « error de comunicación », por otra parte perfectamente corregido por la realidad del prestigio internacional del pintor. Unas horas antes de abrirse al público esta exposición, la sala Bonhams subasta uno de sus cuadros, « Un hebreo », por un precio de salida de entre 395.000 y 658.000 euros.

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