El agrio divorcio de los Macklowe acaba en una subasta de arte multimillonaria

Los Macklowe, miembros destacados de la aristocracia neoyorquina del ladrillo, amasaron una colección extraordinar ia a la vez que levantaban rascacielos en la Gran Manzana. El último, uno de los que forman la ‘avenida de los billonarios' en la orilla Sur de Central Park, donde han surgido edificios altos y estrechos como cerillas, beneficiados por los últimos avances en ingeniería.

Buena parte de las obras estaban alojadas en el apartamento que la pareja tenía en el edificio del Plaza , que ocupaba un lateral entero del legendario hotel . Como tantos otros millonarios del sector inmobiliario, los Macklowe buscaron abrillantar su fortuna con arte. Linda forma parte de los consejos de administración de instituciones artísticas como el Metropolitan Museum o el Guggenheim . Centraron su colección en el arte del siglo XX , y en las paredes de sus casas -el mencionado apartamento en el Plaza, el dúplex en su propio rascacielos, la mansión en los Hamptons, el yate de 23 millones de dólares- colgaban todos los grandes: Mark Rothko, Jackson Pollock, Willem de Kooning, Pablo Picasso, Andy Warhol, Gerhard Richter, Alberto Giacometti, Cy Twombly …

El matrimonio se rompió porque Harry se fue con otra -Patricia Landeau, presidente de la asociación francesa de amigos del Museo de Israel, en Jerusalén- y la pareja peleó con acritud su divorcio. No se pusieron de acuerdo en nada, ni en quién se quedaba con qué, ni en la valoración de muchas obras. Tan mal acabó el divorcio que, una vez finalizado, Harry Macklowe colgó un cartel enorme , de varios pisos de altura, en su rascacielos, con una foto suya con su nueva enamorada.

Con la ruptura de la pareja se rompió la colección: un juez decidió que un marchante de arte liquidara buena parte de la colección , que se estimaba antes de su divorcio en mil millones de dólares . De las 165 obras que lo componen, se exigió que 64 fueran a subasta, que tendrá un valor estimado de entre 625 y 788 millones de dólares.

Quien se ha llevado el gato al agua de venderla -es una de las subastas por la que las casas se peleaban- ha sido Sotheby’s . Lo anunció este jueves en una emisión en directo en la que su consejero delegado, Charles Stewart, aseguró que la subasta «cautivará a grandes colecciones de todo el mundo y hará historia como uno de los momentos clave del mercado del arte».

La colección, que se puede visitar a partir de la semana que viene en la sede neoyorquina de Sotheby’s, se repartirá en dos subastas: una en noviembre y otra en mayo. El objetivo inicial era que se vendiera a comienzos de 2020, pero la pandemia retrasó esos planes. Ahora se celebrará en un momento incierto para el mercado del arte, con mucho apetito por obras importantes , pero con poca oferta en el mercado. La subasta de la colección Macklowe será una ocasión magnífica para tomarle la temperatura.