Periodistas
¿Cómo sería un diálogo entre Mariano de Cavia y Torcuato Luca de Tena, fundador de ABC?
Luis Enríquez
–Don Torcuato, el señor Cavia está aquí.
–Dígale que pase, por favor.
–¿Da su permiso, don Torcuato?
–Pase, Mariano. Póngase cómodo.
–Eso será difícil, don Torcuato. Recuerde que llevo muerto nueve años ya.
–Cierto, Mariano. Discúlpeme. Es que no ... me acostumbro a su ausencia. Tenga en cuenta que lo he estado siguiendo desde que llegó a Madrid. ¿Cuánto hace?
–Veintinueve años escribiendo y nueve criando malvas.
–El Imparcial, El Liberal, El Sol... Hasta en El Heraldo, Mariano. En todos los diarios menos el mío.
–En ABC sí escribí.
–Es verdad, pero sólo una vez. En el primer número. Aún no entiendo por qué no se quedó con nosotros.
–Porque todo era imposible, don Torcuato. ABC es un diario patriótico, monárquico, comprometido ideológicamente. Yo soy, quiero decir, fui, simplemente independiente. Si acaso, liberal y taurino. No tuve más militancia que el artículo del día siguiente. Nunca estuve afiliado a partidos políticos, no me incliné ante otra bandera que no fuera nuestra lengua y, por no tener, no tenía ni casa.
–Se equivoca, Mariano. Mi periódico es todo eso que usted dice pero, para firmar aquí, el único requisito es escribir bien. Y usted, mi querido amigo, escribía como los ángeles. Si, además, no se es ni se quiere ser más que periodista, sólo queda acordar la cantidad. Por cierto, esas fueron las palabras exactas que escogí para presentar su premio. Como ve, usted y yo nos parecemos más de lo que cree.
–No se lo tome a mal, don Torcuato, pero tengo que discrepar. Usted es editor, ha sido diputado, senador... ¡Por Dios santo, si lo acaban de nombrar marqués! Yo sólo tengo una distinción: morir el mismo año que Joselito.
–Se equivoca otra vez. Verá, Mariano, no falta mucho para que me reúna con usted en ese eterno descanso que no necesito. Ya sabe mejor que yo que esas cosas se notan. Como hombre precavido que soy, he dado instrucciones para que en mi esquela sólo aparezca un título. ¿Sabe cuál? Periodista.
–Me admira usted, don Torcuato. Supongo que eso explica lo del premio con mi nombre. Quién me lo iba a decir en vida, con lo que detestaba la popularidad. Y no me interprete mal, agradezco su generosidad. Pero sigo pensando que mi estilo era demasiado provocador para su periódico. ¿Recuerda la portada de «El Liberal» que firmé sobre el Museo Del Prado?
–La del incendio falso. Imposible olvidarla. Fue al poco de su llegada a Madrid y se formó un escándalo fenomenal.
–Inventé el incendio porque pretendía denunciar las condiciones de conservación de nuestra joya más valiosa. Llamar la atención de los madrileños y sus gobernantes. ¿Imagina algo así en su periódico?
–Amigo mío, tengo la ambición de que ABC sea la referencia cultural de España. Y la cultura, como usted ha demostrado, es transgresora, vanguardista. En definitiva, libre. ABC debe ser un escaparate de modernidad, el lugar de encuentro de las mentes más creativas y audaces. Puedo ser conservador y monárquico pero no me tome por un mojigato. De hecho, el Mariano de Cavia es un buen ejemplo de lo que digo. He confiado a mi hijo Juan Ignacio la tarea de convertir este premio en la ambición de cualquier periodista de los próximos cien años.
–¡Cien años dice! Vaya usted a saber si habrá periódicos en cien años. O si ABC será uno de los que quede entonces.
–No tenga ninguna duda, Mariano. No confunda mi periódico con ninguno de los diarios que se editan en Madrid. Diseñé Prensa Española con solidez y con los medios adecuados para que ABC se siga publicando cuando haya terminado el siglo y más aún.
–¿Antes de cambiar de siglo le parece que empecemos por el año pasado? Me pareció un fallo bastante acertado del jurado. Premiaron el reportaje de un paisano suyo que es hijo de un compañero de «El Liberal».
–¿El de la aviadora?
–Ese mismo. Manuel Chaves Nogales. En la treintena y con el oficio en las venas. Escribe en el «Heraldo» junto con otro joven prodigio al que debería prestar atención: César González Ruano.
–Lo anoto. Oiga, usted tiene mucho jaleo para difunto.
–Tenga en cuenta que dispongo de todo el tiempo del mundo para leer. Pero volvamos al siglo que viene. ¿Cómo le gustaría que fuera su periódico entonces? Muchas cosas habrán cambiado.
–Espero que siga siendo una referencia del mejor periodismo. Que reúna a las mejores plumas de cada época, independientemente de sus ideas. Que sea español y monárquico. Y que su ideario nunca sea un obstáculo para la información o la crítica. Que sea un periódico que compita con ferocidad pero que sepa reconocer el talento ajeno y sus méritos. En cuanto a su premio, Mariano...
–Será «nuestro» premio.
–Eso quería decir. Para estar muerto hace tanto, es usted muy puntilloso. ¿Sabe quién era Joseph Pulitzer?
–Ni idea.
–Pues era un editor norteamericano de origen húngaro valiente y chismoso. Puede que recuerde un encontronazo sonado con JP Morgan y el propio presidente Roosevelt por unos pagos fraudulentos en Panamá. El tal Pulitzer, antes de morir, dejó atadas las bases para un premio periodístico. La responsabilidad la dejó en manos independientes, universidad de Columbia, creo, y el premio, que lleva el nombre del propio editor, se falla desde hace 12 años para destacar la excelencia. Eso me dio la idea, pero yo no quería mi nombre, sino el suyo. Y el Mariano de Cavia tendrá una lista de premiados imponente. Confío en que, quien me suceda, respete la filosofía de esto que hemos alumbrado usted y yo.
–¿Eso qué quiere decir?
–Pues que se reconozca la literatura periodística, sin importar la cabecera a la que se pertenezca. Que la exigencia sea aún mayor si la firma es nuestra. Que sea el premio del periodismo, no de ABC. Que el gesto de un viejo editor, que reconoció el talento de un genio que apenas escribió unas letras en su periódico y con el que no compartía ni ideas ni estilo de vida, no se acabe citando como una coartada conveniente pero vacía.
–En ese caso, le deseo mucha suerte, don Torcuato, por su bien, por el de ABC y por el de nuestra profesión.
–Gracias por la visita, Mariano. Nos vemos pronto.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete