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El Pacífico indómito

El jurista Ruy López de Villalobos encabezó la misión que pretendía domingar el océano Pacífico en Oriente; en ella se descubrieron, según recientes estudios, las islas «del Rey», que bien pudiera ser Hawaii

Ruy López de Villalobos, en el retrato de Vicente Gómez Navas ABC

Borja Cardelús

España había utilizado el Pacífico como una mera ruta para llegar las Molucas y sus especias. Pero vendidos a Portugal los derechos sobre estas y decaído el interés por las especias ante el auge de la plata de Nueva España y del Potosí , España vuelca ahora su atención sobre el océano en sí mismo, la tercera parte del planeta, cuyo dominio le otorgaría una clara hegemonía mundial. España controlaba uno de los cabos del gigantesco océano, las Américas, pero faltaba el otro extremo, el de Oriente, donde en las islas San Lázaro o Filipinas volvería a chocar con las pretensiones portuguesas.

Para dominar ambas orillas, organiza una gran expedición Pedro de Alvarado , lugarteniente de Cortés en la conquista de México. Pero a punto de zarpar, Alvarado fue requerido para sofocar una revuelta india, con tan mala fortuna que murió cuando un caballo le cayó encima. El virrey Mendoza comisionó entonces para el mando a un jurista, Ruy López de Villalobos .

La misión de la expedición era triple: alcanzar las Filipinas , encontrar una ruta segura para el tornaviaje, donde todas las misiones habían fracasado hasta ahora, y además hallar un lugar donde iniciar el poblamiento estable en alguna isla del Pacífico. Visitan varias que presentan huellas del paso de españoles, como aquella donde desde unos paraos les reciben los nativos con el saludo de «buenos días matalotes». Y así llegan a la isla de Sarangani , que Villalobos juzga adecuada para colonizar, y ordena a sus hombres que se pongan a la tarea de sembrar las semillas que portaban en las bodegas. Lo que hacen con suma desgana, pues sobre que la tierra parece poco propicia, dicen que ellos no habían venido a labrar sino a conquistar, que para lo primero hubíéranse quedado en Castilla.

El caso es que las cosechas no medran y el hambre se apodera de la tripulación , y durante los siguientes meses la expedición no será otra cosa que una famélica tropa de navegantes buscando alimento por aquellas partes, consiguiéndolo unas veces, y otras arrebatándoselo a los nativos por la fuerza, pues el hambre carece de límites, y por mucho que las instrucciones del Virrey ordenaran no molestarlos.

Así las cosas, Villalobos ordena dirigir el rumbo a las Molucas , el pantanal de intrigas de siempre, pero ahora con los portugueses más fuertes tras la adquisición de esas islas por el Tratado de Zaragoza . Aun así, Villalobos y los suyos cometen el habitual error de involucrarse durante meses en las trifulcas locales. Aunque el capitán no deja de tratar de cumplir la segunda parte de la misión, encontrar la ruta del tornaviaje, para lo cual despacha sucesivamente con destino a Nueva España a Bernardo de la Torre y a Ortiz de Retes , con el resultado de siempre: temporales, vientos y corrientes que impiden el regreso y traen de vuelta a los barcos a las Molucas. El Pacífico no se dejaba dominar.

La expedición fue pues un fracaso, pero no del todo. Oficialmente, el descubrimiento de las islas Hawaii se atribuye al capitán inglés James Cook en 1778. Pero recientes estudios han concluido que corresponde a la expedición de Villalobos. Mapas españoles del siglo XVI muestran un conjunto de islas llamadas del Rey, que bien pudieran ser las Hawaii, pues Villalobos navegó por el área. Y además, cuando Cook llegó a Hawaii persistía entre los nativos la tradición oral de hombres blancos sobre casas flotantes llegados tiempo atrás; algunos nativos vestían ropas y casquetes de fuerte reminiscencia española, y encontraron entre sus manos piezas de hierro de origen español. Así pues, las Hawaii no fueron descubiertas por Cook, sino por Villalobos doscientos años antes .

En cuanto al capitán Villalobos, malparada su expedición, sin un solo objetivo cumplido, fue evacuado por un barco portugués, y cuando regresaba a España vencido por el desánimo, con todos sus sueños rotos y frustrados, murió en una escala, víctima de calenturas. Aunque tuvo el consuelo y la luz que le habían faltado todos estos años: ser atendido en los últimos instantes de su vida por san Francisco Javier .

Y aquí debe hacerse una pequeña distinción entre los jefes elegidos para un proyecto y aquellos otros que diseñaban su propio proyecto y lo perseguían con resolución inquebrantable. Cortés, Pizarro o Magallanes pertenecían a esta nómina, y jamás desfallecían. Cortés inutiliza sus naves para que no haya vuelta atrás, Pizarro traza una raya en la arena y se lanza a la conquista con trece hombres, Magallanes decide no regresar a España sino encarar el Pacífico contra la opinión de la tripulación. El de Villalobos no era «su» proyecto y le vencieron las adversidades.Solo habrá una afortunada y extraordinaria excepción a esta regla, como se verá: Cuando Felipe II encargó el dominio definitivo del Pacífico a dos insignes vascos: Miguel López de Legazpi , y Andrés de Urdaneta .

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