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Miguel Ríos: 40 años... y los que faltan

El cantante granadino celebró cuatro décadas del disco 'Rock & Ríos' con Madrid entregada

Miguel Ríos, este viernes EFE

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Cuatro décadas de un directo icónico, el 'Rock & Ríos' de Miguel, James Dean andaluz. Se diferencia del célebre rebelde en que él, afortunadamente, ha sobrevivido al rock and roll . Es difícil, casi imposible, llegar tan en forma al ocaso; más complejo aún llegar conservando las ganas de cantar. Ni se menciona la idea de su retirada y, si se hace, es el propio Ríos riéndose de sí mismo. Ha asumido, al igual que los grandes generales de antaño, que la gloria es morir cantando.

Arranca con el clásico 'Bienvenidos', antes de una de las mejores de la noche, el medley 'Sueño espacial/Año 2000'. Me pueden esos ritmos trotones que lleva a veces el rock and roll. Hay colaboraciones… muchas. La primera, Anni B. Sweet, canta 'Nueva ola', en un buen dueto rockero. Javier Vargas, siempre finísimo, se une a la banda para 'Un caballo llamado muerte', una gran canción donde son los teclados, a lo Dream Theater, el secreto.

Tras las presentaciones de la banda, 'Buscando la luz', un blues lento donde un fantástico coro (Rebeca Rods & The Black Light Gospel Choir), triunfa. Decepciona que Ríos solo lo utilice en dos canciones. Gran solo del guitarrista John Parsons a la pentatónica embellecida.

La sección lenta del concierto culmina con el 'Blues del autobús', al que se suma Víctor Manuel. Juntos, se les nota la complicidad y, perdónenme maestros, la edad. Buena aportación de Amaral en 'El río', felices de compartir unos minutos con el patriarca antes de uno de sus grandes hits, 'Santa Lucía'.

En general, noche de duetos: Shuarma (sin más), Jorge Salán y Carlos Tarque -en 'Banzai'-, Ainoa Buitrago (nerviosa al principio), Javier Ruibal y Lucía Ruibal (voz y baile), Mikel Izal (correcto) y Pucho y Guille Galván de Vetusta (de lo más animado) participan antes de los bises.

No se puede, y además es imposible, omitir en esta nota el trabajo de Antonio García de Diego. Un ojo distraído obviaría su presencia; no hace solos ni tiene voces solistas pero en todas las interpretaciones hace justo lo que necesita la canción. A veces rellena con guitarras , otras con una pandereta; luego apoya en los coros, da palmas o, en alarde de clase, simplemente deja de tocar. Una rara avis en un mundo de chupa cámaras; el multiusos que todo frontman quiere en su banda. Modric.

Hay alguna duda en 'Al sur de granada', teniendo que repetir, pero se le perdona todo y el cantante sale con humor andaluz.

Llegando al final, el escenario se convierte en una celebración de rock nacional con Johnny Burning, Rosendo, Alejo Stivel y Ariel Rot (como si fueran españoles) y José Luis Jiménez de la banda Topo tocando varios temas icónicos: 'Mueve tus caderas', 'Rock n’ roll en la plaza del pueblo', y 'Maneras de vivir' antes del final con 'Lua Lua Lua'.

Pueden decirse muchas cosas sobre Miguel Ríos y el concierto de anoche. Podría decirse, por ejemplo, que muchos de sus colaboradores necesitaban una pantalla para leer la letra. ¿Incapaces de estudiar una canción? ¿Para cantar con Miguel Ríos en un Wizink lleno? Lamentable.

Podría también señalar, un cronista cruel, que es una mala idea hacer un show emulando un disco grabado hace 40 años. Por mucho que todos queramos alimentar la leyenda (que sí, que hay que seguir haciéndolo), los 40 años han pasado. El mundo está peor y Ríos, con él, también está peor .

Pero la única cosa honesta, realmente honesta, que un cronista puede decir es: «Este tío es el p**o jefe». Miguel Ríos es el Rockstar español y eso, duela a quien duela, está por encima de todo.

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