Malkovich, asesino en serie
«The Infernal Comedy» («La comedia infernal») es un «pasticcio» que integra texto con arias y selecciones orquestales de diversos autores inspirándose en el drama de Jack Unterweger.
John Malkovich pudo con todo: encantó a sus incondicionales y cautivó a los más escépticos gracias a ... una actuación brillante, fiel retrato de este asesino en serie austríaco condenado en 1974 por la muerte de una prostituta y que, a partir de entonces y desde la cárcel, se hizo muy popular al convertirse en poeta y escritor. Liberado en 1990 gracias a una campaña que defendía su supuesta rehabilitación, volvió a prisión en 1994 acusado de otros tantos homicidios en Viena, Bregenz, Graz y Los Ángeles.
El actor, apoyado por el libretista Michael Sturminger y por el director musical Martin Haselböck plantearon un espectáculo casi intimista, con una nutrida orquesta barroca en medio del escenario -la Wiener Akademie- ante la que situaron una solitaria mesa llena de libros en cuya tapa se podía leer «The Infernal Comedy, una biografía de Jack Unterweger». El asesino regresaba desde la tumba para presentar su libro y para explicar sus verdades, que no eran más que mentiras para coquetear tanto con las señoras de la platea como con las sopranos Bernarda Bobro y Aleksandra Zamojska, quienes representaban a las mujeres del psicópata (desde la madre a las amantes), y que sufren las terribles ambigüedades de este Unterweger que explicaba con detalle su triunfo ante las féminas. «Desde que salí de la cárcel las mujeres se me rifaban. Querían tener sexo con un asesino».
Música de Gluck, Boccherini, Vivaldi, Haydn, Mozart y Weber ilustraron esta sorprendente bajada a los infiernos que Peralada estrena en España mientras Jack afirmaba que «estas piezas de música old-fashion representan a las mujeres de mi vida». El actor recita perlas del libreto, impregnadas de delirantes cambios de humor, mientras relata (y enseña, valiéndose de las cantantes) cómo las mataba en escenas de gran violencia. «Al convertirme en asesino, por primera vez sentí que me tenían algo así como respeto». Con un inquietante tonillo cargado de cinismo e ironía, este moderno Don Juan evita suicidarse ante el público. «Ya lo hice en la cárcel. Vengan a ver el espectáculo mañana. Igual cambio de opinión y me suicido ante vosotros». Malkovich, así como el resto de los intérpretes, fueron calurosamente aplaudidos por el público.
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