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Luces y sombras del museo de la Democracia... y el siglo XXI

La llegada del «Guernica», la celebración de grandes exposiciones (en noviembre habrá una dedicada a Mondrian), la creación de una Fundación o los numerosos depósitos y donaciones...

...pero también desapareció una escultura de 38 toneladas de Richard Serra, que tuvo que realizar de nuevo, y la ampliación de Jean Nouvel, que costó 93 millones de euros, ha hecho agua por todos sus costados

La exposición que el Reina Sofía dedicó a Dalí en 2012 batió todos los récords. Fue visitada por 732.339 personas

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«A pesar de todos los problemas que tiene y pueda tener este país, el Reina Sofía es una de las cosas que le han salido bien», dice Manuel Borja-Villel, director del museo , en una visita con ABC a las obras de la Sala A0 , la nueva ampliación en la que se halla inmersa la pinacoteca. Gana (en realidad, recupera, porque en 1986, cuando se abrió como centro de arte con Carmen Giménez al frente, se usaba este espacio) 23 nuevas salas para la colección permanente. «Son unos espacios magníficos», dice Borja-Villel. Allí se instalará el arte desde los 80 hasta la actualidad. Con un presupuesto de 1,7 millones de euros, se prevé que el proyecto, que lleva a cabo Frade Arquitectos, se inaugure dentro de un año.

Antes, el próximo mes de noviembre, el museo acogerá una gran exposición dedicada a Mondrian , todo un hito en época de pandemia , donde se han cancelado exposiciones en todo el mundo. Hay préstamos (frágiles, con seguros costosísimos) muy difíciles de conseguir. «Es un acto de amistad y fraternidad entre Holanda y España . Sin la colaboración de los museos holandeses no se hubiera podido hacer. Más que una exposición es un símbolo ».

El 26 de julio de 1992 salía el «Guernica» de Picasso del Casón del Buen Retiro y puso rumbo al Museo Reina Sofía

Ése es el presente y el futuro más inmediato del museo. Pero, ¿cómo ha sido su pasado? ¿Cuál es el balance de estos 30 años de vida? La inauguración del Reina Sofía, primero, en 1986, como centro de arte y, más tarde, en 1990, como museo, supuso, según Borja-Villel, «una apertura a un mundo bastante desconocido en este país. La colección es el corazón de todo museo. Hace 30 años no había colección, el Reina Sofía se inauguró con el “Guernica” y una serie de obras que le acompañaban. Hoy, además del “Guernica”, afrontamos la posguerra, el franquismo, el exilio... No hay separación de disciplinas: hay cine, fotografía, documentos... No es una colección cerrada, nacionalista, identitaria ; aborda problemas de género, de raza, otros lenguajes... El Reina Sofía es el museo de la Democracia, pero también el museo del siglo XXI ».

El voladizo rojo, marca de la ampliación del Reina Sofía, que firma el arquitecto francés Jean Nouvel. Costó 93 millones de euros

Treinta años en los que ha habido muchas luces, pero también muchas sombras. Manuel Borja-Villel lleva doce años al frente del museo . Fue elegido en 2008 , siguiendo el Código de Buenas Prácticas establecido por el sector. Antes que él capitanearon el barco Carmen Giménez, Tomás Llorens, María Corral, José Guirao (a la postre, ministro de Cultura), Juan Manuel Bonet y Ana Martínez de Aguilar . Unos, la verdad, con más acierto que otros. Entre las luces, sin duda, la más deslumbrante fue la decisión de trasladar el «Guernica» del Casón del Buen Retiro (dependiente del Prado) al Reina Sofía. Tuvo lugar en julio de 1992. Una decisión en su día muy polémica, pero sobre la que hay un gran consenso en la actualidad. Hace unos años se logró abortar los planes del Prado, con Miguel Zugaza a la cabeza, para recuperar el «Guernica» y exponerlo en el futuro Salón de Reinos . Un proyecto que hubiera asestado un golpe mortal para el Reina Sofía.

Patricia Phelps de Cisneros, gran mecenas del Reina Sofía e impulsora de la fundación del museo

En estas tres décadas ha habido exposiciones de gran calado en este museo, como la dedicada en 2017 al «Guernica» o la monográfica de Dalí en 2012 , que batió todos los récords, por citar dos ejemplos. La muestra, que incluía muchas de sus obras maestras, fue visitada por 732.339 personas. No se recordaban colas tan largas en el museo. Junto a Picasso, Miró y Juan Gris , Dalí es uno de los imanes de la colección del Reina Sofía. Otro de los hitos en la historia del museo fue la creación de la Fundación Museo Reina Sofía en 2012 por iniciativa de un grupo de destacados coleccionistas españoles e iberoamericanos, como Patricia Phelps de Cisneros, Helga de Alvear o Juan Antonio Pérez Simón. Un año antes, en 2011, el Consejo de Ministros aprobó el proyecto de ley reguladora del museo , que le dotaba de un marco jurídico propio . En los últimos años el Reina Sofía ha recibido numerosos e importantes depósitos, así como importantes donaciones. Entre éstas, las de Patricia Phelps de Cisneros y Soledad Lorenzo . Años antes, Cornell Capa, hermano del mítico Robert Capa , donó al museo toda la colección del fotógrafo sobre la Guerra Civil española.

«Equal-Parallel/Guernica-Bengasi», de Richard Serra, desapareció sin dejar rastro en unos almacenes de Arganda del Rey. El escultor la hizo de nuevo

Pero también ha habido sombras (algunas muy oscuras) en la historia del Reina Sofía. ABC destapó en 2006 que el museo había perdido, incomprensiblemente, una escultura de 38 toneladas de Richard Serra , uno de los artistas vivos más relevantes. Se trata de «Equal-Parallel/Guernica-Bengasi», que el museo adquirió en 1987 al propio artista por 450.000 marcos (unos 36 millones de pesetas de entonces). Su pista se perdió en los almacenes de la empresa Macarrón S. A. en Arganda del Rey . En 1998, esta empresa se disolvió por suspensión de pagos y la Tesorería de la Seguridad Social embargó la nave. Ninguno de los directores que pasaron por el museo se percataron de ello. La obra nunca apareció, pero el artista aceptó volver a realizarla de nuevo y hoy se halla instalada en una de las salas del museo.

Un ventilador, secando los libros dañados por unas humedades en el Reina Sofía

La ampliación del museo, que llevó a cabo el célebre arquitecto francés Jean Nouvel , resultó un «fiasco» . Su presupuesto se disparó hasta los 93 millones de euros . Pese a ello, las cubiertas del nuevo edificio muy pronto hicieron agua. Tres meses después de inaugurar estos nuevos espacios, ABC publicaba que unas goteras cayeron en las salas de Nouvel mojando un cuadro de Juan Gris de la Academia de Bellas Artes, que formaba parte de una gran monográfica de este artista, con importantes préstamos internacionales. Durante hora y media estuvo abierta una manguera en la terraza que hay sobre una de las salas de Nouvel. Soltó 1.650 litros. Martínez de Aguilar tuvo que reconocer la existencia de deficiencias constructivas en el diseño y ejecución de la cubierta y en el sistema de evacuación de aguas. Hubo que revisar todas las cubiertas del edificio recién terminado y hacer una inspección integral del resto de las instalaciones para paliar los defectos del proyecto.

El Reina Sofía seguía sin ser impermeable . Tras unas fuertes lluvias sobre Madrid, se filtró más agua, esta vez en los nuevos almacenes. Afortunadamente, estaban vacíos. Y también por esos días hubo humedades en el Centro de Documentación. ABC publicó una curiosa imagen de una treintena de libros secándose con ventiladores. Las humedades aparecieron en una sala de depósitos de libros del nuevo centro de documentación y biblioteca. Ana Martínez de Aguilar no supo gestionar esta grave crisis y el museo pasó la peor época en toda su historia .

Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía desde hace doce años

Pese a todo ello, « el balance de estos 30 años es muy positivo –dice Manuel Borja-Villel–. Los errores, si los sabes gestionar, pueden o deben ser la apertura de nuevos caminos. Se perdió el Richard Serra, pero aquí lo tenemos de nuevo en una ubicación extraordinaria. La ampliación de Nouvel tenía sus luces y sus sombras, pero nos permite tener librería, restaurantes y, sobre todo, una biblioteca y un auditorio. De cara al futuro, seguirán las colecciones y las exposiciones, pero se pondrá más enfasis en el archivo y la educación. Sin esa ampliación que muchos tildaron de horrorosa, no sería posible. Por consiguiente, hay luces y sombras. Lo bueno del arte es que permite que esas sombras se pueden transformar en luces ».

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