Elvira Roca Barea: «Se está procediendo a la fragmentación política del país contra la voluntad de los españoles»
La ensayista malagueña recibe a ABC y analiza el papel de las élites desde el siglo XVIII y su responsabilidad actual en el proceso de balcanización que sufren España e ispanoamérica
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Iniciar sesiónLa conversación de María Elvira Roca Barea desemboca en los EE.UU y en ella su acento andaluz adquiere por momentos matices mexicanos. Como su obra, nos invita a situarnos en el mundo pensando la hispanidad. En «Imperiofobia» explicó la Leyenda Negra y en «Fracasología» ... cómo España la interiorizó a través de sus élites, fenómeno que llega hasta nuestros días.
-Usa para España la palabra balcanización.
-Es un fenómeno clarísimo de balcanización política que la mayoría de españoles no quieren, pero no hay vehículo para expresar ese desacuerdo porque todos los partidos tienen la mayor parte de sus efectivos colocados en las autonomías. Hay un problema grande de no representación. Asistimos a la desaparición de nuestro Estado sin que nadie nos haya preguntado.
-¿Es la historia la primera batalla cultural?
-Uno de los campos de batalla de la historia es que es el sitio donde se fabrican los argumentos de legitimidad o para deslegitimar al contrario. Cuando hay un poder consolidado en cada comunidad autónoma, cada una va a justificar su cuota de poder creando argumentarios de legitimidad a partir de la búsqueda y fabricación de hechos diferenciales que expliquen que no son simplemente un hecho administrativo, sino una entidad de destino en lo universal. La mayor parte de las clases políticas autonómicas salen de las aulas universitarias y ahí tiene usted funcionando a pleno pulmón estas fabricaciones de hechos diferenciales. Estamos enfermos de localismo.
-Denuncia nuestra subordinación cultural.
-Nosotros tenemos un problema con la historia, y cuando digo nosotros no digo los españoles. El mundo hispano tiene un problema con su historia gravísimo que ya identificaron María Zambrano o Domínguez Ortiz entre otros. Tenemos una relación conflictiva con la historia, un lugar donde sacamos las bombas con las que nos autodestruimos. El mundo hispano se comporta conforme a una serie de pautas culturales idénticas a un lado y a otro del océano. Todo lo que fue parte del imperio español se está enfrentando ahora al segundo proceso de balcanización y el argumentario es la legitimación histórica del hecho diferencial y la deslegitimación de la koiné. No está pasando solo en España. Movimientos indigenistas (que nosotros también tenemos) están haciendo en Hispanoamérica un trabajo terrible de cuestionamiento de estados que ya eran débiles. Es un problema muy grave, y reducirlo al cotarro de aldea y pequeña política local es una catetada gigantesca.
-Para usted, la hispanidad es un «capital petrificado».
-Sólo mirando el idioma, tenemos un comportamiento tercermundista. ¿Qué es el tercermundismo? Producir materia prima y que otro se lleve el valor añadido. Pues el idioma español genera una cantidad gigantesca de dinero y la mayor parte de ese negocio no está en manos nuestras. Tampoco hay una política cultural que nos permita posicionarnos mejor en el mundo porque tenemos interiorizada una forma de gestionar la cultura autodestructiva.
-¿Tenemos lo malo del imperio pero nada de lo bueno?
-Pero nosotros y los mexicanos, colombianos, argentinos... Imagínese usted a un presidente de los EE.UU. diciéndole a la Reina de Inglaterra que pida perdón por la llegada de los ingleses del Mayflower. Es inconcebible. Pero lo hace el presidente de México y ya forma parte del folclore. ¿A quién le hace daño López Obrador con eso? A México, provoca polémicas dentro, hasta los zapatistas le han contestado acusándole de demagogo. Utiliza el argumento indigenista perversamente. Los indios que quedan saben perfectamente que todo México no era azteca, que los aztecas eran, muchas veces, enemigos suyos. ¿Cómo les dices a los de Michoacán, descendientes de los purépechas, enemigos a muerte de los aztecas, que México es azteca? El error de perspectiva es pensar esto en términos de México contra España, esto afecta hasta los tuétanos a la constitución de la nación mexicana, de la misma forma que afecta aquí, y provoca el mismo grado de enfrentamientos en el interior de México que aquí. Es un problema transversal, pero hace mucho tiempo que miramos la política localmente, que todo está focalizado hacia el interior, a levantar las tapias del corral a ver si conseguimos vivir en un mundo más cerrado, más oscuro, donde las redes clientelares se solidifiquen hasta unos extremos en los que sea absolutamente imposible no servir a un señor feudal en la esperanza de conseguir un trabajo decente algún día, que ese es el sistema a nuestro alrededor y por eso pensamos en esos términos de catetez.
-Utiliza el concepto «élite balcanizante».
-Tenemos desde hace mucho tiempo unas clases dirigentes que se dedican a fragmentar para adquirir poder. La explotación de la división, la generación de hechos diferenciales se demuestra rentable para el control de un pequeño territorio. Cuando en el mundo se posicionan grandes poderes hegemónicos a los que no te puedes enfrentar porque ni sabes ni te atreves, el proceso se revierte hacia el interior.
-En el libro advierte de la regionalización de Europa.
-Tenemos dos fuentes de división política actuando ahora mismo. Hay un marco europeo que tiende a ello y mundo hispano propende a la balcanización porque explotó desde dentro en un proceso exponencial de guerras civiles que no han dejado nunca de suceder. Ningún estado ha consolidado su posición, en gran parte porque desarrollaron una narrativa histórica trastornante, bipolar y conflictiva que no podía llevar más que a esos extremos de conflictividad. Chile tiene movimientos indígenas independentistas y el gobernador de Mendoza, en Argentina, dijo hace nada que Mendoza tiene lo necesario para ser un país independiente. ¿Cómo ha sobrevivido México a una política de aztequización que convirtió a casi todos sus habitantes en traidores? El vínculo común, el magma hispano, se transformó en algo maldito. ¿Cuál es nuestra koiné? El español. México sin el español se fragmenta en veinte mil pedazos, como cualquier otra nación. Como España.
-Lo que une esos estados es la hispanidad.
-Evidentemente. Y esa koiné necesaria para construir el país es transformada en un componente cultural maldito. Hablas español y te estás maldiciendo a ti mismo con cada frase que dices. Es lo que llamo el trastorno bipolar. Hace tiempo tendríamos que haber parado a reflexionar de dónde venía.
-Usted culpa a las élites.
-No tengo más remedio, toda vez que donde por primera vez se manifiesta esta dislocación es con los afrancesados. Ahí es donde se produce, en España, una desconexión de unas élites que empiezan a mirar solo al exterior, copian cualquier clase de discurso si viene de fuera y se convierten en servidoras de cualquier poder que asome por el norte. Esto dejó una inercia. Durante un siglo el discurso oficial fue que todo lo anterior a la nueva dinastía era un espanto. Se inauguró ese discurso: llega un nuevo poder y el periodo precedente pasa a ser maldito, y aparece el culto al reformismo, que no se acaba nunca.
-De los reformistas se acuerda mucho en el libro...
-El discurso del reformista de salón no tiene contenido. Solo dice: «Es que en este país no se dialoga o esto solo pasa en España», pero no dice quién es el que no dialoga porque evidentemente el país metafísicamente no puede hacerlo. Solo las personas pueden hacerlo. Pero si dice nombres se arriesga a tener problemas. Entonces le achacas el pecado a España, que lo encaja todo. Es como el amor de los maltratadores: pero querida, qué tonta, y qué fea eres, tú dame premios y honores a ver si te reivindicas un poco… Funciona fenomenal.
-¿Así desde el siglo XVIII?
-Abre una serie de agujeros negros que ahí se han quedado. No hay ningún país de Europa occidental con un fenómeno como el vacío de la historiografía española sobre el período Habsburgo en el siglo XVIII. Es cuando se empieza a importar historia de España porque aquí no se estudia la de ese período.
-Por eso hay hispanistas, pero no «francesistas».
-Eso comienza en el XVIII. Antes no pasa. Y se produce la desconexión élite-popular. El desprecio por toda la cultura popular española entre los afrancesados. Y no solamente a la cultura popular, el desprecio a la literatura anterior. Hemos conservado a Cervantes porque los ingleses lo conservaron. Si no,lo hubiéramos perdido. Hay autores del siglo XVIII que afirman que Avellaneda era mejor escritor que Cervantes. Estuvimos en un tris de perder la literatura del siglo de Oro.
-A los del 98 los considera nuevos afrancesados.
-Confundieron su depresión personal con la depresión nacional, y se la trasladaron al país. El afrancesamiento operó el acatetamiento de las clases cultas en España. El seguidismo acrítico de todo lo de fuera y el desprecio por lo de aquí. Pregunte a gente culta si saben que a Francis Mojica no le han dado el premio Nobel. La mayor parte del país no sabe que existe. ¿Y por qué no le dan el Nobel y se lo dan a una francesa y a una estadounidense que han basado sus trabajos en lo que él hizo primero? Seguramente porque lo mismo hicieron con el Princesa de Asturias. Si tuviéramos unas clases dirigentes que miraran por el prestigio de su país, a Mojica le habrían dado primero el Princesa de Asturias y luego se habría promovido su candidatura al Nobel con talento y savoir faire y no improvisando en el último momento.
-¿Falla el proceso de formación de las élites?
-¿Quién forma nuestras élites desde hace mucho tiempo? La Iglesia y colegios extranjeros. España no ha desarrollado el sistema republicano como hicieron los franceses. Un sistema nacional de formación de las futuras clases dirigentes. Eso es lo primero que tenían que haber aprendido los afrancesados. Nos afrancesamos mal.
-Acaba «Fracasología» mencionando a los partidos.
-Es una falsa expectativa pensar que el problema de balcanización lo va a solucionar la derecha. La derecha es el origen de una parte grande de este problema. Los carlistas estaban quemando los registros civiles a finales del siglo XIX porque sólo debían valer los registros parroquiales. Ese horror que ha sucedido con los curas vascos estas últimas semanas no debería sorprendernos. Hasta ese punto fueron contra el Estado liberal, nacimiento en España del Estado moderno. Todo el problema que hay es una incapacidad por parte de ciertas élites regionales en aceptar el concepto de Estado moderno, la igualdad de todos los ciudadanos. Hay unas gentes que quieren ser más que otras, y no están dispuestas a perder sus privilegios.
-Sugiere una reforma constitucional...
-Lo primero es reformar la ley electoral. La partitocracia de listas cerradas. El que tiene un cargo, ¿a quién se lo debe? A la lista de su partido, no a sus electores. Yo he visto cómo funciona el sistema en EE.UU., es una fortaleza tremenda, es fantástico. El elegido por el distrito representa a los que le han votado y a los que no, y están encima de él constantemente. Sal a la calle y pregunta el nombre de un diputado por Málaga. La gente no conoce ni a los que votó. Esto no exigiría una reforma constitucional y se podría hacer. Fíjate si el ph de nuestra clase política es malo que en C’s, con quien tuve vinculación, se olvidaron de esto, que era absolutamente prioritario en el nacimiento de C’s, en cuanto tocaron moqueta en Madrid. Yo no salía de mi asombro.
-¿Hay cosas intocables?
-Los estados autonómicos se han transformado en estados feudales. Hay férreas redes clientelares que nadie toca porque acabas en el ostracismo. Se está procediendo a la fragmentación política del país contra la voluntad de los españoles que no son representados ni por la derecha ni por la izquierda e insisto en esto, porque la derecha tiene la malísima costumbre de envolverse en la bandera y hacer lo mismo que la izquierda o los nacionalistas. Feijóo se persona con Galicia en la asociación de la lusofonía como una nación independiente… ¡un tío del PP! Y luego van de patriotas. No hay diferencia entre su gobierno y el de cualquiera. Son los jefes de las redes clientelares en sus territorios.
-¿Los partidos solidifican las élites?
-Totalmente. La democracia necesita como mínimo dos condiciones para existir. La primera es la división de poderes, y nosotros no tenemos división de poderes. La segunda, importantísima, es de dónde viene la legitimidad del candidato. ¿Te la da tu partido o tu elector? En el momento en el que el candidato no es controlado por sus electores, esa democracia va cojeando. No se hizo porque se dijo que éramos una democracia joven, pero en los 80 y 90 esto ya se había aprendido… ¿por qué no lo hemos arreglado? Porque hemos generado dos multinacionales, dos empresas gigantescas, que viven de chupar la sangre al resto del país. A fuerza de no resolver los problemas, hemos llegado a este momento.
-Momentum catastrophicum…
-Ahora hay varias conjunciones astrales. La pandemia y la polarización política en las democracias, dos factores que van a complicar enormemente la situación, pero este país tiene una capacidad de supervivencia fuera de lo normal. La historia lo ha demostrado. Si miras hacia arriba se te caen los palos del sombrajo. ¿Cómo hemos conseguido segregar estas clases dirigentes, este espectáculo bochornoso? Pero hay otro país. Miras hacia abajo y ves gente currando como locos, buscándose la vida... Hay un momento, no sé cuándo, en que el país empezó a desconfiar de las élites y a tirar hacia delante solo. Eso, hasta cierto punto, es una garantía. El país navega bien en el caos.
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