Percebes

Se trata de un marisco que no se puede criar, por lo que se recolectan salvajes. Debido a lo laborioso de su recolección, el percebe tiene un precio alto y es considerado una delicatessen.

Para cosecharlo, sus recolectores (llamados percebeiros) descienden por los acantilado con cuerdas aseguradas a las rocas y, luchando contra el oleaje, van desprendiendo los percebes de la roca con sus aparejos. Es habitual encontrarse por los acantilados cruces con flores de percebeiros que, en esas zonas perdieron la vida trabajando.

Aunque también se dan en regiones de Portugal y Marruecos Galicia es el hogar de los percebes de mayor calidad.

Para estar maduro, un percebe debe tener al menos 5 cm de largo y un diámetro de 1 cm. Dentro de este tamaño podemos distinguir dos clases de percebes según dónde crecen:

- Los crecidos al sol son más anchos y cortos y también los de mayor calidad.

- Los de sombra viven en rocas bajo el nivel del agua. Su forma es más alargada y estrecha, de textura más acuosa, y se consideran menos sabrosos.

Los percebes contienen una alta cantidad de selenio que ayuda a proteger nuestro corazón. También aportan B12, vitamina que ayuda al buen funcionamiento del sistema nervioso y del cerebro y refuerza el sistema inmune.

Ademas, su alto contenido en potasio favorece el funcionamiento idóneo del organismo, aportando beneficios para combatir la retención de líquidos y la hipertensión. A su vez contiene hierro, muy efectivo para luchar contra la anemia y otros problemas de salud.

Quizá se trate del marisco más sencillo de cocer, sobre todo si sigues la conocida expresión gallega: «Auga ferver percebes botar, auga ferver percebes quitar». Te quedarán de lo más jugosos y con un excelente sabor a mar.

Solo tienes que poner a cocer agua en una olla amplia con sal y una hoja de laurel . Cuando el agua esté hirviendo, echa los percebes y tapa la olla con su tapadera. Una vez que vuelva a hervir es el momento de escurrirlos. ¡Y a la mesa!