Orejones: los beneficios de la fruta deshidratada y en qué casos puede ser un snack saludable
Los albaricoques deshidratados aportan fibra, vitaminas y minerales
S.B
El Prunus armeniaca, albaricoque, debe su nombre original a su procedencia. Los romanos lo introdujeron en Europa desde Oriente vía Armenia. Actualmente se cultiva en países a lo largo y ancho del mundo: Turquía, Suiza, Grecia, Francia, Estados Unidos, Sudáfrica, Nueva Zelanda y, por supuesto, ... España, donde la producción se da principalmente en la cuenca del Mediterráneo.
Su aparición en las fruterías es anuncio de verano. Se trata de una fruta de hueso muy delicada que debe cogerse madura para que mantenga todo su aroma y sabor y que debe tratarse con mimo dado que cualquier golpe puede dañarla. Se consumen con piel y se pueden conservar en el frigorífico en una bandeja o en una bolsa siempre que esté agujereada para evitar la condensación que provocaría que se estropearan.
Por cada 100 gramos apenas aporta 40 calorías, gracias a su alto contenido de agua y de fibra, lo que significa que es un alimento muy adecuado para las dietas hipocalóricas y lo convierten en un capricho dulce ideal para evitar el sobrepeso. Además, destaca su contenido en beta-caroteno (provitamina A) y en potasio, con 290 mg por cada 100 gramos de fruta. También cabe mencionar el contenido en magnesio y el calcio.
La vitamina A tiene una gran acción antioxidante y es esencial para la visión y para la salud de la piel, el cabello y las mucosas . Por su parte, el potasio es imprescindible para la transmisión y generación del impulso nervioso y para el adecuado funcionamiento de los músculos además reduce la incidencia de las enfermedades renales, ayudando a eliminar piedras de riñón y a prevenir las nefritis. Su contenido en hierro y vitamina E favorece la salud cardiaca y sus niveles de vitamina C aporta salud y juventud a la piel.
Su textura y sabor la hacen muy versátil y permite tomarla al natural o introducirla en preparaciones dulces como compota, mermeladas, tarta tatin o de guarnición salteados o a la brasa acompañando carnes o pescados de sabores intensos.
Común: La Galta roja, que significa mejitlla roja, es la variedad más comercializada y consumida en España y se reconoce con su piel mitad naranja o amarilla y mitad roja. Su pulpa es de tonalidad naranja.
La más dulce: La Moniqui es una variedad grande, ovalada y aplastada con la piel blanquecina y de sabor muy azucarado.
Tardía: También de gran tamaño, la Paviot se recolecta en julio y en agosto. Su color es naranja y rojo intenso mientras que su pulpa es amarilla.
Temprana: Por su parte, la Ginesta es la variedad más madrugadora. De forma redonda, tanto su piel como su carne son blanquecinas.
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