Ángel Villamor: «La mente del Rey es la de un atleta»
Era el secreto mejor guardado detoreros y deportistas. Ahora es el traumatólogo de moda, las manos en las que ha confiado el Rey para reparar sus lesiones
NURIA RAMÍREZ DE CASTRO
Hijo de médicos, nieto de ebanista y deportista de corazón. A Ángel Villamor parecía que solo le quedaba un camino si optaba por la medicina: convertirse en un artesano de la traumatología deportiva, en el artista que es capaz de recomponer con mimo y precisión ... las piezas rotas de un cuerpo para devolverle el máximo rendimiento. Su fama se ha labrado en los circuitos de motos y en los cosos taurinos, con pacientes como Cayetano Rivera, Manuel Benítez «El Cordobés» o Fonsi Nieto. Pero su éxito es haber trasladado a los pacientes convencionales las técnicas de medicina deportiva para conseguir la recuperación más completa en el menor tiempo posible.
—¿No se paga un precio por correr demasiado?
—En un tópico decir que quedan más secuelas por ir más rápido. Nunca olvidamos nuestro papel de médico. Queremos que el paciente salga recuperado por completo y sin secuelas. Tras una lesión, los deportistas quieren recuperarse al cien por cien para volver a ser los que eran antes del accidente. Esa exigencia es la que nosotros aplicamos a todos nuestros pacientes.
—¿Esta filosofía es válida a cualquier edad?
—Efectivamente. Lo estamos comprobando en las operaciones de prótesis de cadera y rodilla, más frecuentes en personas mayores. Ellos son los que más se han visto beneficiados por estas técnicas de recuperación rápida.
—Como el Rey, al que colocó una prótesis de rodilla el pasado mes de junio. ¿Son sus piernas las de un atleta?
—Las piernas y la mente. El poder de sufrimiento y superación de un deportista siempre nos ayuda en su recuperación y, sin lugar a dudas, la mente del Rey es la de un atleta.
—¿Su Majestad es un paciente disciplinado?
—Por supuesto. Creo que sigue la palabra protocolo más que ninguno de nuestros pacientes. Es muy disciplinado. Desde el primer momento, nos sorprendió cómo admitía cualquier consejo. Eso sí, pide que se le explique, y una vez entendido no hay que repetirlo dos veces.
—¿Se opera con la misma tranquilidad una rodilla real que la de un paciente desconocido?
—El momento en que un cirujano entra en un quirófano se olvida de todos los miedos y respetos. El posoperatorio y el trato con los medios puede ser más estresante que el propio momento quirúrgico.
—Operó su rodilla en junio, y en septiembre su tendón de Aquiles ¿Está satisfecho con los resultados? ¿Cómo se encuentra Don Juan Carlos?
—Está muy bien, prácticamente recuperado. Ha evolucionado como esperábamos, tanto en la primera como en la segunda cirugía, y los tiempos de recuperación que ha necesitado han sido excelentes. A los dos meses de la cirugía de rodilla ya estaba bien y ahora ya está casi recuperado de la del tendón de Aquiles. Su capacidad de sufrimiento, entrega y disciplina ha ayudado mucho en su recuperación.
—Recientemente ha sufrido una sobrecarga muscular. ¿Es una complicación previsible?
—Es consecuencia de la entrega con la que vive Su Majestad sus obligaciones y compromisos. Esta es la única dificultad que hemos tenido en su tratamiento. Su celo profesional y entrega a sus obligaciones ha hecho que suframos por intentar frenarle en todas las actividades a las que se compromete y que igualmente nos hace sentir a los que con él tratamos, ineludibles e inexcusables.
—Es conocida la afición del Rey por el esquí. ¿Podría este invierno volver a lanzarse por las pistas?
—Por ahora no se lo aconsejaría. La temporada que viene seguro que sí podrá.
—¿Eso significa que confía en que quedará totalmente recuperado y no deberá limitar su actividad deportiva?
—Ya tenemos evidencia de que las dos intervenciones han ido bien y no tienen por qué quedar secuelas.
—Tras salir del quirófano dijo que la lesión del Rey era para haberse quejado mucho más. ¿Soporta con estoicismo el dolor?
—Mucho, igual que un deportista profesional. A veces hasta rechazaba los calmantes.
—Siempre cuenta que cuando se sentó en su consulta el torero Matías Tejela con su mano escayolada para tres meses, y usted le dijo que le quitaba la escayola a cambio de una cirugía, se levantó pensando que era un incompetente.
—En realidad dijo: «Vámonos, que este payo me quiere engañar».
—¿Alguno más ha salido corriendo de su consulta al ver que su tratamiento se escapa de lo convencional?
—Matías lo dijo, pero luego se quedó, le operé y se quedó encantado. Es cierto que muchas veces nos cuesta convencer a los pacientes de los resultados y del tiempo de recuperación que les estamos dando porque no coincide con lo que se suele comentar por la calle.
—Uno de los tratamientos en los que confía es el plasma rico en factores de crecimiento, una técnica aplicada a muchos deportistas con lesiones de todo tipo. ¿Se ha convertido en el último bálsamo que todo lo cura?
—Llevamos más de diez años utilizándolo, con resultados muy evidentes. Hemos visto cómo un hueso que llevaba meses sin consolidar lo hacía tras la aplicación de plasma. Sabemos que funciona, ahora lo que estamos discutiendo son las aplicaciones. Es cierto que se está aplicando en huesos que tardan en consolidar, en lesiones de tendones, en úlceras cutáneas… Una de las últimas es la infiltración en articulaciones que están desarrollando artrosis. Se ha abierto un abanico de aplicaciones y ahora es cuando nos planteamos si hay que investigar más a fondo cada una de ellas.
—El próximo viernes reúne en Madrid a más de 150 médicos en un curso destinado a una patología, prácticamente nueva. Cuénteme...
—Sí, se llama choque femoroacetabular. Se ha descubierto hace pocos años. Es una deformidad que aparece en la articulación de la cadera en personas jóvenes. Si no se trata, desencadena una artrosis prematura y hay que reemplazar la articulación por una prótesis a edades muy jóvenes. Estos pacientes llegaban a la consulta quejándose de dolor en la ingle o en la cara lateral de la cadera. Lo notaban al flexionarse, al sentarse o al hacer deporte y se les daban tratamientos que no eran efectivos. Con el curso queremos difundir este problema y mostrar que se puede limar la deformidad con una cirugía poco invasiva.
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