James supera todo lo esperado por el Real Madrid

Al principio le costó integrarse en el esquema del equipo. Debía trabajar más en defensa para cubrir las lagunas que dejaba el tridente ofensivo formado por Bale, Benzema y Cristiano. Se discutió durante un corto espacio de tiempo si debía ser titular, en beneficio de Isco. Pronto solucionó el dilema. Su calidad es inigualable. El número «diez» sorprendió por su facilidad para asimilar el mensaje de la necesidad de bajar y cortar. Retrasó su posición, se puso a trabajar y rápidamente se convirtió en el escudero de Kroos por kilómetros recorridos.

Su disciplina y humildad han encantado a su jefe. «Es una sorpresa que un talento así trabaje con esta resistencia hasta el final de los partidos», señala Ancelotti. Normalmente, los genios suelen ser reticentes en el sacrificio destructivo.

Este chico, que solo tiene 23 años, rompe todos los moldes. El Madrid ha encontrado un diamante nada bruto, bien pulido. James Rodríguez marca goles con su zurda de platino, cabecea como un «nueve», juega de «diez» y corre como un «cuatro».

Suma 12 goles y 10 asistencias en la Liga. Es el cuarto artillero del plantel, a punto de cazar a Bale (13 dianas) y Benzema (15). Lo más importante es su madurez. Esa calidad que atesora en su cabeza y en su guante de la zurda le ha permitido coger las riendas ofensivas del Real Madrid. Ha asumido su papel de director del ataque. Se encarga de construir pases en profundidad, de buscar diagonales para romper la defensa rival. Y si no llega el gol, ahí surge el suramericano para enganchar una volea y colocar uno de los mejores golazos de la Liga. Su poso para meter la bota y calibrar que el balón no se fuera al limbo demostró su clase.

Su gol tranquilizó los ánimos. Tras el 1-0, Ancelotti situó a Kroos como interior derecha, dejó a Illarra de pivote, y con el alemán y el colombiano por ambos flancos el fútbol fue más coordinado, preciso, rápido, fácil. Keylor Navas no tuvo trabajo de verdad, solo vivió escarceos

tomás gonzález-martín

madrid

Enfado. Preocupación. Tensión. Ancelotti se levantó del banquillo, desesperado, ante la falta de acierto del Real Madrid en el primer tiempo. Los grandes aparecen cuando las cosas se complican. Llegó James y acabó con el nerviosismo del entrenador. El club ha fichado un talento que ha sobrepasado los límites de lo esperado. Cuando Florentino Pérez abonó 80 millones de euros por el colombiano, uno de los mejores futbolistas del Mundial de Brasil, raudas surgieron las críticas por el excesivo precio de traspaso. No dijeron nada cuando el Manchester United pagó 75 por Di María. Era un canje de cheques en toda regla. Hoy, nadie discute la bondad del cambio. James Rodríguez es el mejor descubrimiento de los últimos tiempos.

Al principio le costó integrarse en el esquema del equipo. Debía trabajar más en defensa para cubrir las lagunas que dejaba el tridente ofensivo formado por Bale, Benzema y Cristiano. Se discutió durante un corto espacio de tiempo si debía ser titular, en beneficio de Isco. Pronto solucionó el dilema. Su calidad es inigualable. El número «diez» sorprendió por su facilidad para asimilar el mensaje de la necesidad de bajar y cortar. Retrasó su posición, se puso a trabajar y rápidamente se convirtió en el escudero de Kroos por kilómetros recorridos.

Su disciplina y humildad han encantado a su jefe. «Es una sorpresa que un talento así trabaje con esta resistencia hasta el final de los partidos», señala Ancelotti. Normalmente, los genios suelen ser reticentes en el sacrificio destructivo.

Madurez precoz

Este chico, que solo tiene 23 años, rompe todos los moldes. El Madrid ha encontrado un diamante nada bruto, bien pulido. James Rodríguez marca goles con su zurda de platino, cabecea como un «nueve», juega de «diez» y corre como un «cuatro».

Suma 12 goles y 10 asistencias en la Liga. Es el cuarto artillero del plantel, a punto de cazar a Bale (13 dianas) y Benzema (15). Lo más importante es su madurez. Esa calidad que atesora en su cabeza y en su guante de la zurda le ha permitido coger las riendas ofensivas del Real Madrid. Ha asumido su papel de director del ataque. Se encarga de construir pases en profundidad, de buscar diagonales para romper la defensa rival. Y si no llega el gol, ahí surge el suramericano para enganchar una volea y colocar uno de los mejores golazos de la Liga. Su poso para meter la bota y calibrar que el balón no se fuera al limbo demostró su clase.

Ovación del Bernabéu

Su gol tranquilizó los ánimos. Tras el 1-0, Ancelotti situó a Kroos como interior derecha, dejó a Illarra de pivote, y con el alemán y el colombiano por ambos flancos el fútbol fue más coordinado, preciso, rápido, fácil. El segundo tanto aseguró los puntos. Y el técnico sentó a James para darle descanso con vistas a la «final» liguera del Sánchez Pizjuán. El colombiano necesita asueto. Ha llevado el timón del conjunto a lo largo de muchos encuentros y era conveniente darle un respiro. La ovación en su honor era un reconocimiento a su magia protegida de trabajo.

Odegaard se hizo fotos en el césped antes del partido, convocado por Ancelotti, pero al final no debutó. Cristiano se quedó con 39 tantos, sin marcar. Y en el ambiente se valoraba esa fútbol distinto que James aporta al Real Madrid. Esos pases tan profundos, tan verticales, que abren los muros enemigos. Su capacidad de remate le hace el futbolista completo.

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El «diez» es el jugador total

del Almería. El segundo tanto aseguró los puntos. Y el técnico sentó a James para darle descanso con vistas a la «final» liguera del Sánchez Pizjuán. El colombiano necesita asueto. Ha llevado el timón del conjunto a lo largo de muchos encuentros y era conveniente darle un respiro. La ovación en su honor era un reconocimiento a su magia protegida de trabajo.

Odegaard se hizo fotos en el césped antes del partido, convocado por Ancelotti, pero al final no debutó. Cristiano se quedó con 39 tantos, sin marcar. Y en el ambiente se valoraba esa fútbol distinto que James aporta al Real Madrid. Esos pases tan profundos, tan verticales, que abren los muros enemigos. Su capacidad de remate le hace el futbolista completo.

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El «diez» es el jugador total