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Siete ejecuciones a espada en Arabia Saudí: la «Primavera Árabe» puede esperar

Los anuncios de reformas en derechos humanos del príncipe heredero no frenan el ritmo de las ejecuciones

Ejecución pública a espada en una localidad de Arabia Saudí ABC / Vídeo: Las «Iaqmet al-Had», las ejecuciones de la ley de Alá

FRANCISCO DE ANDRÉS

La agencia oficial de noticias saudí, SPA, informa de la ejecución de siete personas en el reino, seis yemeníes y un saudí, lo que eleva a 130 el número de decapitaciones llevadas a cabo por Riad desde comienzos de este año. El ciudadano saudí, ejecutado en Tabuk , en el norte del país, fue condenado por tráfico de drogas; los seis yemeníes, decapitados en Abha, en el sur, formaban al parecer parte de una banda de ladrones que -en uno de sus golpes- habían asesinado a una mujer y a un hombre.

La llegada al poder de facto del hijo pequeño del rey Salman, el príncipe heredero Mohamed, con su pirotecnia de anuncios de reformas en materia social y de «islam moderado», no tiene por ahora ningún impacto en la pena de muerte para los condenados por tráfico de drogas o por robo con homicidio, con el agravante del método ancestral de la espada y la plaza pública. En términos reales, la que algunos analistas occidentales llaman «Primavera Árabe saudí» solo ha cristalizado en el permiso de conducir para las mujeres, a partir del año que viene.

Las «Iaqmet al-Had» -las ejecuciones de la ley de Alá - son un espectáculo público habitual en Riad y en otras ciudades del reino, normalmente después de la oración del viernes en la mezquita. Las decapitaciones de traficantes de droga y homicidas suelen escenificarse en la plaza del palacio de Masmak, junto al zoco de Dira. En el argot popular es conocida como la «plaza de chop-chop», una broma macabra para un espectáculo seguido con morbo, piedad al menos formal -al término de la ejecución es tradicional felicitar al verdugo por haber «cumplido las órdenes de Alá»- y ausencia estricta de cámaras. Una nota lacónica en el boletín televisivo suele dar cuenta de la ejecución.

En el caso de los homicidas, la ley islámica permite que el pariente varón más cercano de la víctima pueda conceder el perdón al asesino a cambio de la «deya», una cantidad de dinero. No es costumbre decapitar en público a las mujeres -las convictas son llevadas al paredón-, pero de un tiempo a esta parte la televisión saudí ha dado cuenta de la muerte a espada de algunas saudíes, normalmente por delitos de homicidio.

Según las cifras oficiales, Arabia Saudí ejecutó el año pasado a 153 personas. Amnistía Internacional considera que el número es más elevado, y no deja de pedir a Riad una moratoria. Según Amnistía, los procedimientos judiciales en el reino saudí están «viciados» en el fondo y en la forma: las sentencias de muerte se toman a partir de confesiones, que se obtienen tras torturas, los acusados no tienen defensa legal, y los juicios son secretos.

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