Campofrío, la pequeña empresa burgalesa que se comió el mundo
El sueño emprendedor de José Luis Ballvé, que en la década de los 50 se jugó todos sus ahorros para montar una empresa cárnica, se ha convertido hoy en un transatlántico multinacional con presencia en más de 40 países
J. Villuendas, F. Pérez
La sexagenaria Campofrío tiene una opa sobre la mesa por el 100% de la compañía, lanzada por el grupo mexicano Sigma y que se encuentra en «standby» a la espera de la respuesta del segundo mayor accionista del grupo, Smithfield Foods , propiedad de ... la compañía china Shuanghui. Transoceánicos enredos accionariales que difícilmente tendrían cabida en la cabeza de José Luis Ballvé (Bilbao, 1920), el fundador de esta empresa que comenzó a escribir su historia en Burgos en 1952, con una ascensión que «peldaño a peldaño tuvo unos orígenes modestos y humildes», pero con una ambición fuera de dudas a tenor del desarrollo que experimentó posteriormente el gigante de la alimentación.
Hoy Campofrío cuenta con nueve plantas de producción en España, da trabajo a más de 3.000 personas y también tiene centros en Francia, Polonia, Portugal, Rumanía y Rusia . Es un transatlántico empresarial que comenzó nadando contracorriente hace más de sesenta años. Era el año 52, Ballvé, que quería haber sido tenor, que había trabajado en lugares tan dispares como un laboratorio farmacéutico o una editorial, pero que siempre tenía la mente puesta en futuros negocios, se encontró con una nave abandonada pertenciente a una empresa alimentaria fracasada: y arriesgó todos sus ahorros . Se asoció con otro empresario vasco, Clemente Garay , y pusieron cada uno «un millón de pesetas», según cuenta ABC en el obituario del padre fundador, que en su primer día contaba con ocho empleados en el matadero y «apenas si consiguieron matar diez cerdos». 30 años después eran tres mil las piezas cárnicas diarias. 61 años después, otras cifras explican por sí mismas la dimensión del emporio: como los tres mil empleados, su cifra de negocio de casi 2.000 millones de euros en 2012 o su presencia en más de 40 mercados internacionales.
Después de ir absorbiendo en los años setenta empresas del ramo de la alimentación como Coprosa e Iberia , en los ochenta comienza la expansión internacional de Campofrío, un afán por traspasar fronteras que, junto a la continua apuesta por la innovación, forman parte indeleble del adn de la compañía. En estos años, Campofrío comienza a cotizar en Bolsa, abre incluso una planta de producción en Rusia y se une a la empresa multinacional más importante del sector, Beatrice Foods, que se quedaría con el 50% del capital del grupo, aunque posteriormente en 1987 sería recuperado por parte de sus hijos tras complicadas negociaciones que acabaron con un acuerdo simultáneo en Madrid, Nueva York, Melbourne y Toronto.
En 1994, la política de calidad de Campofrío fue reconocida con el certificado ISO 9002 para todos sus productos e instalaciones. La firma se prepara para entrar pisando fuerte en el nuevo milenio repitiendo la estrategia de la compra de empresas, pero esta vez a nivel internacional: entre 1998 y 1999 se hace con Fricarnes en Portugal, Tabco en Rumanía, Morliny y Ostroleca en Polonia y Montagne Noire en Francia. Y abonado el terreno, da un paso de gigante estructural en el año 2.000 con la compra de una participación de control de OMSA Alimentación S.A y la fusión por absorción con Grupo Navidul S.A, lo que consolidaba su liderazgo en el sector cárnico español.
Campofrío comenzaba a ser un plato más apetitoso para las grandes firmas internacionales y en 2004 la empresa estadounidense Smithfield Foods se hace con el 22,4% de Campofrío Alimentación S.A. y el 100% de su filial polaca. En 2008, se llega a un acuerdo para fusionar el grupo cárnico español con la división europea de la compañía estadounidense. La empresa española que nació de la ambición de un pequeño emprendedor ya jugaba en las ligas mayores de la industria del consumo mundial. En 2011, Campofrio se hace con el fabricante italiano de embutido Cesare Fiorucci y un par de años después, Smithfield Foods, que era el principal accionista de Campofrio con una participación del 36,99%, es adquirido por el grupo alimentario chino Shuanghui International Holdings por 7.100 millones de dólares (más de 5.500 millones de euros).
Hace una semana, la mexicana Sigma se hacía con un 45% de la multinacional española comprando las participaciones de la familia Ballvé (12,4%), el fondo Oaktree (24,2%) y Caixabank (4,17%) y lanzaba inmediatamente una opa por el 100% de la compañía española. La reacción de los socios chinos es aún una incógnita por despejar, pero en la ecuación de futuro de Campofrío se sigue apuntando a un mismo e invariable resultado, el éxito.
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