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Polémica sobre una zarzuela y una musicóloga parafraseada

Nuria Blanco Álvarez se ha dirigido a ABC quejándose de ver en nuestra crítica de «Elena e Malvina» argumentos suyos. El crítico Alberto González Lapuente le explica que era una paráfrasis con preaviso y cargada de ironía

Guillermo García Calvo, director de «Elena e Malvina» IGNACIO GIL

Por ALBERTO GONZÁLEZ LAPUENTE

Estimada doña Nuria Blanco Álvarez ,

parece ser que se ha sentido usted muy ofendida por la crítica que escribí hace días a propósito de la interpretación de «Elena e Malvina» por la Orquesta Nacional de España. Lo entiendo. En realidad debería escribir que lo esperaba, aunque debo reconocer que me ha sorprendido el hecho de que en lugar de plantear la discrepancia públicamente, intentando un debate razonable y enriquecedor, se dirija por correo electrónico al director de ABC pidiendo el oro y el moro. Agradezco a mi periódico que se me permita aclarar algunos términos de una cuestión que trataré de detallar por si en el ínterin hay algún lector interesado en estos asuntos del día a día.

Tras los saludos de rigor, dice doña Nuria Blanco Álvarez que se ve sorprendida «al leer en ella un párrafo casi completo, además de numerosas frases literales, de mi propia crítica realizada para la revista de música clásica Codalario .» Siento decir que se equivoca. En realidad parafraseo buena parte de su texto, como dejo apuntado en mi escrito. Sólo querría aclarar que jamás he copiado (no lo hice ni en el colegio) y no lo iba a hacer en este caso por una cuestión fácil de entender: no lo necesito. Habré escrito unas 2000 críticas en ABC y, entre todas ellas, tengo material más que de sobra para copiar sin necesidad de pedir prestado.

«Blanquear» y «parafrasear»

Prosigue doña Nuria Blanco Álvarez señalando que «más perplejidad provoca que mi crítica fuera realizada el 8 de abril para hablar de la zarzuela "El terrible Pérez", puesta en escena en el 6 de abril en el Teatro Campoamor de Oviedo y sea ahora, más de un mes después, cuando el crítico de música de ABC, Alberto González Lapuente, la plagia en buena parte para hacer lo propio con una obra diferente, la ópera "Elena e Malvina" , cuyo único punto en común es que ambas son obras recientemente recuperadas del patrimonio musical español.» He aquí la cuestión, aunque insisto que no hay plagio, y que mi proceder responde a la intención de «blanquear el panorama», expresión de carácter referencial , no diré ni tan siquiera ingeniosa, que procura un elemental juego de palabras que doña Nuria «Blanco» Álvarez no ha debido comprender. Vamos a ello.

Escena de «El terrible Pérez»

Considero erróneo decir de manera tan tajante que ambas son obras recuperadas del patrimonio musical español. Lo sé bien porque algo tuve que ver con la idea de escenificar «El terrible Pérez» y en su corta pero sustanciosa vida jamás se ha promocionado bajo ese paraguas. No sería veraz hacerlo por la sencilla razón de que la producción no pretende una interpretación literal de la obra sino una versión teatral y musicalmente coherente, además de suficientemente divertida para que tenga cabida en un escenario del siglo XXI. Y no se debió hacer tan mal pues «El terrible Pérez» ha recibido diversos reconocimientos incluyendo el Premio Campoamor a la mejor producción de ópera española y zarzuela en 2015. Con este argumento en la mano y sabiendo que doña Nuria Blanco Álvarez lleva impreso en su ADN académico la obsesión por la «recuperación», me pareció divertido (perdón, olvidaba que semejante propósito está proscrito de su excelsa academia musicológica) plantear el paralelismo . De manera que escribí a propósito de la interpretación de «Elena y Malvina»: «¿qué ha obligado a recortar recitativos impidiendo disfrutar de la versión primigenia de la obra desairando el rigor de la edición. Puestos a recuperar el repertorio, qué mejor que hacerlo lo más fielmente posible, dando el valor histórico que la obra merece.»

La obra original es un tostón

Yo lo contesto: porque el teatro, el concierto, tiene sus propios códigos de conducta , no necesariamente coincidentes con la estricta y rigurosa ciencia musicológica. Si se hubieran interpretado los recitativos de «Elena e Malvina» es posible que todavía estuviéramos comiéndonos las uñas de desesperación. Se ha dicho que la ópera es la mejor obra de Ramón Carnicer y, como a mis mayores les tengo respeto, lo creo a pie juntillas. Y añado: Carnicer fue un magnífico compositor, hábil, fluido y sabio, pero incapaz de crear un estilo suficientemente personal como otorgarle un puesto tan excepcional en la historia, pese a que haya muchos que aplaudan con las orejas. Piense, considerando otro ámbito artístico, en el catálogo más velazqueño de Juan Bautista Martínez del Mazo y quizá lleguemos a un acuerdo. Porque si yo quiero escuchar a Rossini prefiero hacerlo con el original por delante y no con un remedo. «Elena e Malvina» es un tostón, y con los recitativos añadidos es fácil imaginar que sea algo insufrible . Pero no se equivoque doña Nuria Blanco Álvarez, que mil veces que se anunciara la interpretación de la obra o cualquier otra «recuperada», mil veces estaría ahí. Tal es mi amor a nuestro patrimonio y su defensa, tal mi conciencia de que hay que contribuir a la causa , tal mi necesidad de aprender. Dicho esto me siento en la obligación de añadir que las palabras tenían un carácter irónico, como muy bien han comprendido personas que están en el ajo . Creo que también un punto inquietante, es decir que procuraban suscitar la duda entre aquellos aficionados que hubieran estado en el concierto. Doña Nuria Blanco Álvarez, que sabe de qué va el tema, no estima la ironía pero se inquieta. Mal asunto.

«¿Cuál fue el criterio?»

Y la reclamación está a punto de concluir, al margen de las demandas: «Es en ese aspecto donde el Sr. González Lapuente se apropia literalmente de todas mis reflexiones sobre la recuperación de obras de nuestro patrimonio, sin mi conocimiento, ni consentimiento, ni siquiera una mención a mi persona ni al medio del que lo copia. [inserta aquí la transcripción de fragmentos ambas críticas] Resulta más que evidente el uso y abuso tanto de mis palabras literales como de mis ideas y reflexiones dándolas como propias el Sr. González.» No insistiré en la cuestión. Estimada Sra. Blanco Álvarez, únicamente permítame que le diga que sus ideas no tienen nada de original. Son tan rutinariamente machaconas como un bajo ostinato. Preguntarse como hago en mi texto:«¿cuál fue entonces el criterio de selección de la obra? Son muchas las óperas que aún están esperando ver la luz y sin duda son muchas las magistrales que aguardan su turno» no deja de ser un socarronería final al hilo de un argumento que pendonea tras alguna que otra «recuperación». Los ejemplos son fáciles de localizar.

Partitura de «El Terrible Pérez» ABC

En fin que «apropiarse» de sus palabras sólo podría tener sentido en un día de poca inspiración. Pero así es este oficio, especialmente en un periódico diario: a veces la vorágine deja poco tiempo para reflexionar con la serenidad suficiente y un mal día lo tiene cualquiera. Reconozco, por tanto, mi falta de lucidez al buscar un modelo tan poco estimulante, y tan amigos.

Un cordial saludo,

Alberto González Lapuente, crítico de música de ABC

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