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FÚTBOL INTERNACIONAL — El descenso del River Plate

«Esto es como la muerte de Gardel»

Los «gallinas» buscan culpables, los de Boca festejan y los psiquiatras analizan el golpe moral

«Esto es como la muerte de Gardel» AFP

CARMEN DE CARLOS

Al día más triste de la historia de River Plate le seguirán otros doce meses de sufrimiento. Ese es el tiempo que necesita el equipo para recuperar el cielo perdido de la primera división. El descenso al infierno de la Nacional B se recordaba ayer —según titulares de la prensa local— entre «lágrimas negras», un ataque de «furia en el estadio» y el «caos en las calles». El Monumental fue clausurado , aunque volverá a abrir sus puertas el viernes, cuando arranque la Copa América que se disputa en Argentina.

La borrachera de violencia se zanjó con una resaca dolorosa en busca de un ajuste de cuentas. La afición de «El millonario», uno de los apelativos de River, exigía que rodaran cabezas y apuntaba en primer término al presidente del club: Daniel Passarella. El ex director técnico sufría ayer las invectivas más duras pero se resistía a tirar la toalla. «Antes me sacan con los pies por delante», aseguró.

La furia de los «barra bravas» todavía podía verse ayer. Los comercios aledaños al estadio mostraban el resultado de los vándalos: escaparates rotos, saqueos, baldosas arrancadas de las aceras y hasta muebles incendiados. Escenas similares se registraron en domicilios particulares del barrio de Nuñez, una zona residencial de chalés y bloques de poca altura; cincuenta viviendas denunciaron asaltos y ocho ambulancias tuvieron que asistir a vecinos víctimas de la ira de los fanáticos. Tampoco los jugadores o ex entrenadores de River, como Diego Simeone, salieron bien parados . Ellos y sus familias, como denunció la mujer del «Cholo, recibieron amenazas de muerte. La ministra de Seguridad, Nilda Garré, criticó la ausencia de un dispositivo de orden eficaz que evitara los desmanes.

Sin consuelo para los seguidores de River («El dolor no descendió», advertía otro titular), hasta los psiquiatras entraron en juego. El primero fue Roberto Sivake. Especialista en estrés y seguidor confeso de River, comparó el descenso a la B «con la muerte de Gardel» . «Se vive como la perdida de un ser querido o un gran personaje».

La otra cara de la moneda, cruel y sonriente, la mostró Boca Juniors . Los «bosteros» (Boca), con charanga, bombos y cornetas, improvisaron un entierro de los «gallinas» (River) con ataúd incluido. Pero, parodiando la canción, los difuntos no están muertos, se fueron de parranda.

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