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Cuba «actualiza» el socialismo para salir de la asfixia económica

El régimen castrista alienta la contratación privada e introduce los microcréditos

AP

NOELIA SASTRE

Lo dijo Fidel hace unos días: el modelo cubano ya no nos sirve ni a nosotros. Era su bendición a las reformas que su hermano y presidente, Raúl Castro, se ve obligado a introducir en una isla incapaz de sobrevivir en el comunismo. Iniciativa privada, pues, es lo que toca, con nuevas medidas para reactivar la agonizante economía cubana. La última, bautizada como «actualización del socialismo», introduce nuevos impuestos y alienta los microcréditos del Gobierno español, de la Comisión Europea o de la ONU, permite la contratación entre particulares y busca acabar con la cartilla de racionamiento. Todo, para intentar sacar de la crisis a un Estado que controla más del 80% del empleo y que despedirá a un millón de trabajadores en los próximos tres años, la mitad de ellos de aquí a seis meses.

Reducir puestos de trabajo en el sector estatal e incrementarlos en el privado es el objetivo del régimen. Los cuadros del Partido Comunista ya han sido aleccionados para que expliquen a los cuatro millones de empleados públicos lo que se les viene encima. A los despedidos les ofrecerán una salida en sectores deficitarios como la agricultura o la construcción. La mayoría de los empleos que se pierden están en el área burocrática, la más inflada, donde cobran unos 17 dólares al mes, bastante menos de lo que ganan los 140.000 cubanos que hoy trabajan por su cuenta (prevén unos 100.000 más para 2011).

El Estado no da más de sí y la única solución son las pequeñas empresas, las cooperativas o el trabajo familiar. Habrá dónde elegir: se autorizan 124 actividades privadas —lo llaman «cuentapropismo» para alejarse del léxico capitalista— como los contadores públicos, imprescindibles para la aplicación del nuevo sistema impositivo, los repasadores (profesores de clases particulares) o las consultas privadas de médicos jubilados.

Quienes se dediquen a estos oficios pagarán impuestos, podrán contratar a trabajadores (la contribución a la seguridad social será del 25%), pedir créditos y hasta comercializar sus productos a organismos estatales. Los «cuentapropistas», todos en el sector servicios, tendrán gravadas sus ganancias entre el 40% de los restaurantes o el 20% de quien alquile una vivienda. Además, cooperativistas de Mondragón y técnicos enviados por la Agencia Española de Cooperación Internacional han viajado a La Habana para asesorar a empresas del sector agrícola en la reconversión.

El régimen prevé también la desaparición de la histórica cartilla de racionamiento, que acompaña a los 11 millones de cubanos desde hace 48 años. En 2011 ya no proveerá de café, huevos o artículos de higiene personal. Y puede que desaparezca en 2012.

Hasta ahí, todo novedades. Ahora bien: ¿cómo lo harán quienes no saben de trabajos técnicos y manuales en una isla llena de médicos y abogados? Y más importante: ¿podrá garantizar el Estado el suministro de materias primas, piezas o máquinas?

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