Israelíes y palestinos ponen sus condiciones a la cita de Washington

Como ha sido tradición cada vez que ambas partes se han sentado a la mesa de diálogo, ya sea en Camp David, en Oslo o en Sharm el-Sheij, tanto israelíes como palestinos han llegado con sus condiciones previas bajo el brazo, siempre «irrenunciables». Netanyahu anunció ayer que Israel exige un verdadero interlocutor con el que poder negociar la paz «en tres niveles». A saber: «El primero pasa por auténticos acuerdos que garanticen la seguridad para los ciudadanos de Israel; el segundo nivel es el reconocimiento de Israel como el Estado del pueblo judío; y el tercero es el establecimiento de un Estado palestino que será desmilitarizado, y cuya creación suponga el fin del conflicto, que no proseguirá por ningún medio». Sólo después de asegurar estas premisas «se hablará de fronteras», afirmó Netanyahu.

La primera de estas condiciones es de difícil cumplimiento para las autoridades palestinas, toda vez que la corriente mayoritaria de la OLP, al Fatah, regida por Abbás, no mantiene relaciones con el movimiento islamista Hamás, que gobierna en Gaza tras su limpia victoria en las urnas. Los compromisos de Abbás en cuanto a la seguridad de los cuiudadanos israelíes no serían asumidos por las facciones islamistas de la franja. La segunda condición o «nivel» tiene también un difícil encaje. El Estado de Israel es un estado confesional, pero al menos la sexta parte de su población está constituida por árabes, no judíos. En cuanto a la tercera condición, la desmilitarización palestina no supondría un problema mayor, pero la exigencia de que el conflicto no prosiga «por ningún medio» implica el final de las actividades terroristas, algo que Abbás no puede garantizar.

Paralización de las colonias

Por parte palestina no podían faltar también las condiciones. Ayer, Mahmud Abbás formuló las suyas. Aseguró rotundo que los palestinos abandonarán la mesa de negociaciones si constatan que Israel sigue apliando sus colonias. «Espero que el Gobierno israelí elija la paz y no los asentamientos», afirmó el presidente palestino en una carta remitida al Cuarteto (EE.UU., UE, Rusia y Naciones Unidas), patrocinador del diálogo. Abbás exigió asimismo que las conversaciones tengan como base las resoluciones de la ONU, así como la «hoja de ruta» y la Iniciativa de Paz Árabe.

Así las cosas, las negociaciones de Washington llegan tras varias semanas de intensas presiones sobre la parte palestina, y después de tres meses de conversaciones indirectas que no parecen haber arrojado fruto alguno. No parece un punto de partida muy prometedor.

Mubarak y Abdalá II

Como siempre en la ya larga historia de las negociaciones israelo-palestinas, el presidente egipcio y el rey de Jordania serán de la partida. En este caso, Hosni Mubarak y Abdalá II. Sus países mantienen relaciones con Israel, no son repudiados, aunque sí mal vistos por algunas facciones palestinas, y son dirigentes «de confianza» de la Casa Blanca, como lo fueron sus antecesores, Anuar el-Sadat y el rey Husein. Su papel será doble, tratar de convencer a los palestinos de que adopten una postura realista y constructiva, y lo que es más difícil, tratar de convencer a sus pares árabes de que los posibles acuerdos son buenos y necesarios.

En este empeño, el rey de Jordania abrió ayer su agenda de contactos previos con una visita a Arabia Saudí, otro país de referencia en Oriente Próximo, cuyo rey Abdulá no ha sido invitado a la cita de la capital federal.