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La disidencia recibe con cautela el traslado de presos políticos en Cuba

El comunicado de la Iglesia católica, cuyo papel ha sido clave, desata las críticas

AP Julia Núñez, esposa de Adolfo Hernández, preso político trasladado de cárcel, el martes en La Habana

Desde el optimismo a la poca relevancia, pasando por la cautela. De ese modo recibieron los disidentes cubanos el traslado de seis prisioneros de conciencia a otras cárceles de alta seguridad, pero en las provincias de residencia de sus familias. El anuncio este martes del Arzobispado de La Habana sobre el acercamiento de prisioneros se produjo casi dos semanas después de la reunión del presidente cubano, Raúl Castro, con la jerarquía de la Iglesia católica, en la que trataron de los presos políticos.

Las autoridades del régimen comunista informaron directamente al Arzobispado sobre el traslado de José Luis García Paneque, Iván Adolfo Hernández Carrillo, Arnaldo Ramos Lauzurique, Antonio Ramón Díaz Sánchez, Diosdado González Marrero y Félix Navarro.

Los opositores esperan que el gobierno de los Castro vaya más lejos, como el traslado de los diez presos de conciencia todavía alejados de sus lugares de residencia y, sobre todo, la excarcelación de todos los prisioneros. «Como siempre en Cuba, todo es a cuentagotas», reaccionó Martha Beatriz Roque, presa política en libertad condicional por su salud. Para Roque este «gesto» es sólo «maquillaje de cara al exterior, para complacer al gobierno español» cuando la Unión Europea aborde este mes la llamada posición común respecto a Cuba.

Ariel y Normando

El activista de derechos humanos Elizardo Sánchez consideró el movimiento de presos del llamado Grupo de los 75 como un hecho de «poca relevancia, pasan de una prisión de alta seguridad a otra semejante, algo significativo sería excarcelación de todos». Sánchez confió en que «en los próximos días» se produzca el traslado de los diez presos políticos que faltan y comiencen las excarcelaciones, empezando por los más enfermos, como Ariel Sigler y Normando Hernández.

En la casa de Laura Pollán, una de las fundadoras de las Damas de Blanco, las tesoneras familiares de los detenidos en la Primavera Negra de 2003, se respiraba ayer optimismo. Berta Soler, esposa del prisionero Ángel Moya, afirmó por teléfono que los seis traslados «son como una luz que entra por la rendija de la ventana», aunque destacó que no cejarán en la lucha pacífica «hasta que salga el último preso político de prisión».

Por último, Dagoberto Valdés, director de la revista digital Convivencia (www.convivenciacuba.es), consideró el acercamiento como «una conquista de la perseverancia de las Damas de Blanco. el sacrificio de la muerte de Orlando Zapata y la huelga de hambre de Guillermo Fariñas» . Todos ellos son, a su juicio, los protagonistas de ese «pequeño paso positivo» y quienes han cambiado «cualitativamente» la situación de Cuba. Valdés, que en el pasado dirigió la reconocida revista «Vitral», de la diócesis de Pinar del Río, se alegró además del papel mediador de la Iglesia,pero confió en que en el futuro cumpla esa misión «entre el gobierno y la sociedad civil».

La mediación de la jerarquía eclesiástica ha desatado críticas de parte de la disidencia interna y la sociedad civil, después de que en el anuncio del Arzobispado se especificara que, en vista de las «especulaciones», «toda información fidedigna al respecto será generada o confirmada exclusivamente por una fuente del Arzobispado de La Habana». Martha Beatriz Roque consideró esta afirmación «fuera de contexto». Otras fuentes opositoras, que solicitaron mantener el anonimato, se refirieron a la confusión reinante por el papel de «portavoz excluyente» del régimen de los Castro que ha adoptado la Iglesia católica cubana.

Fariñas recae al llegar a cien días de huelga.

El periodista independiente Guillermo «Coco» Fariñas, en huelga de hambre y sed desde el 24 de febrero, un día después de la muerte del prisionero de conciencia Orlando Zapata, sufrió otra recaída el martes a causa de una infección bacteriana. Su madre, la enfermera Alicia Hernández, confirmó a ABC que los médicos de cuidados intensivos le retiraron el catéter por el que recibía la nutrición. Pese a la fiebre y los dolores, Fariñas sigue firme en la huelga hasta que liberen a los presos políticos más enfermos. Consideró «loable pero insuficiente» el traslado de los seis presos.

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