Los 6 pueblos orgullosos de Andalucía para una escapada
Coria del Río, Cádiz, Antequera, Carmona, Granada o Ronda guardan una estrecha relación con la creación de Andalucía tal como ahora se la conoce
Aunque de manera más tangencial, Casares, Málaga y Algeciras también están ligados a la autonomía y, por supuesto, merecen igualmente una visita
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Vaya por delante que todos y cada uno de los pueblos de Andalucía, desde el más grande hasta el más minúsculo, tienen el mismo derecho de sentirse orgullosos de formar parte de esta tierra mágica. Siendo así, entonces alguno se preguntará por qué en este artículo sólo se mencionan unos cuantos. La razón principal es ésta: en Andalucía hay 785 municipios y es imposible hablar de todos.
Por eso, la selección que sigue sólo incluye algunos que han estado especialmente implicados en la evolución de Andalucía hacia lo que es en la actualidad: un lugar con una autonomía consolidada, una cierta cuota de autogobierno traducida en competencias en determinadas materias y, por encima de todo eso, un sentimiento entre quienes han nacido en ella de unidad, de pertenencia a un sitio.
Todo esto no se ha obtenido de golpe y porrazo sino a través de una serie de hitos que han costado años y mucho trabajo y esfuerzo. Hitos logrados, o más justo sería decir localizados, en una serie de ciudades que se muestran orgullosas de haber servido para eso, para que cuando se cuenta la historia de Andalucía, ellas salgan a la palestra.
Ronda, la pionera
Se puede empezar este recorrido por orden cronológico, y eso nos lleva a Ronda. En la ciudad del Tajo, los días 13 y 14 de enero de 1918, se celebró una reunión –que ha pasado a la historia como la Asamblea de Ronda- donde se decidieron los símbolos por excelencia de Andalucía: la bandera blanca y verde y el escudo, con Hércules entre dos leones y delante de las columnas que la leyenda ubica en el Estrecho de Gibraltar.
A esa bandera la llamaron Arbonaida, término árabe que se traduce como 'mi tierra' o 'mi país'. Las Arbonaidas era el nombre que recibió la primera mezquita en suelo europeo, que se edificó en Algeciras y de la que, según algunos historiadores, todavía quedan restos visibles junto al hotel Reina Cristina. Otros estudios, sin embargo, aseguran que son posteriores, pero valga la a anécdota para incluir a Algeciras en esta ecuación andaluza.

En términos turísticos, es difícil decir algo de Ronda que no se haya dicho. Por expresarlo con claridad: es preciosa. En especial su parte antigua, que se presta a un paseo sosegado y con numerosas y obligatorias paradas. Las hay para elegir, desde iglesias –Santa María la Mayor, Nuestra Señora de la Merced- a palacios bien conservados, como el de Mondragón.
Acceder a la parte más nueva de Ronda requiere atravesar el tajo, un puente construido en el siglo XVIII sobre un desfiladero vertiginoso desde el que se ve, cien metros más abajo, el río Guadalevín. También, los dos puentes más antiguos que había hasta entonces. En la parte más baja hay restos arqueológicos que acreditan la importancia estratégica de ese enclave.
La parte moderna también tiene su interés. Cerca del tajo hay unas vistas impresionantes y es muy recomendable asomarse a un mirador sobre la roca que la sabiduría popular ha bautizado como 'el balcón del coño'. Por un motivo muy simple: son muchos los que, al asomarse y ven que están absolutamente suspendidos en el aire salvo por los asideros metálicos de la terraza, pronuncian esa palabra.
Coria del Río, donde Blas Infante pensó Andalucía
Dejamos Ronda (siempre con tristeza) para ir a Coria del Río, ligada a Andalucía por la figura de Blas Infante. No porque naciera allí, puesto que lo hizo en Casares, sino porque allí vivió, ejerció como notario y barruntó el andalucismo. El que fue su hogar, llamado Casa de la Alegría, es ahora el Museo de la Autonomía Andaluza. El palacete, de estilo mudéjar, alberga, entre otras cosas, una valiosa colección de libros y revistas.
Coria del Río no es una ciudad especialmente turística, pero merece una visita para hacer cosas como disfrutar del paseo fluvial junto al Guadalquivir, cruzarlo en una barcaza en dirección a Dos Hermanas, ver la Ermita de San Juan o, esto sí que es novedoso, bucear en su pasado japonés.
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Porque en el año 1624, Coria del Río fue sede de una embajada del país nipón en Europa, que por entonces tuvo al frente a Hasekura Tsunenaga. Los japoneses dejaron allí huella y herederos, de ahí que el apellido Japón no sea tan raro. En la ciudad sevillana hay unos 700. Algunos rostros populares lo tienen: la que fuera Miss España María José Suárez Japón o el exárbitro de fútbol José Japón.
Los lazos con Japón se mantienen. En Coria del Río hay un monumento a quien fuera embajador y cada año, en agosto, se realizan actividades con las que se quiere fomentar la unidad, la paz y la concordia entre los pueblos.
En Carmona se firmó el Estatuto de Autonomía
Sin dejar la figura de Blas Infante como hilo conductor, la siguiente parada es Carmona. Fue fusilado no muy lejos de esta ciudad sevillana, que ve ligado su nombre al de la autonomía de Andalucía porque allí, a finales de enero de 1981, se terminó de redactar el Estatuto que respondió al mandato aprobado un año antes en referéndum por la mayoría de los andaluces. Algunos le siguen llamando Estatuto de Carmona, de hecho.
De Carmona se debe decir lo mismo que de Ronda: es preciosa. El Alcázar de la Puerta de Sevilla preside una ciudad amurallada que antaño fue inexpugnable y desde la que se divisan unas vistas de ensueño. Tiene además un centro histórico muy bien conservado y restos que ponen de relieve que por allí también pasaron los árabes y, antes aún, los romanos.
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Como ocurre con otras localidades sevillanas –Osuna es un caso muy palpable- en Carmona quedan en pie bastantes casas-palacio en buen estado. Algunas se pueden visitar y otras se han convertido en alojamientos, pero en cualquier caso es evidente que alegran la vista a cualquiera que se dé una vuelta, por supuesto sin prisas, por sus calles principales.
Granada, capital judicial
Podría considerarse una relación más tangencial, pero Granada también la tiene con el Estatuto de Autonomía, puesto que éste fijó que fuera la capital judicial de la región y que en el histórico edificio de la Real Chancillería, del siglo XVI, se ubicara la sede del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA). En Granada también están la Fiscalía Superior de Andalucía o el Consejo Consultivo, entre otros órganos judiciales.
Y sí, es repetirse, pero Granada es preciosa. Da igual por dónde se la mire, lo es y ya está. Ver la Alhambra es una delicia, naturalmente, y también perderse por las calles empedradas del Albaicín. Pero saliendo de esas zonas, que son las más monumentales y que son además Patrimonio Mundial de la Unesco, hay mucho más.

Ahí van algunas joyas a modo de ejemplos: la catedral y el contiguo barrio renacentista y barroco, con el retablo de la iglesia de San Juan de Dios o la Abadía de los Jerónimos como principales atractivos; las abadías de la Cartuja y del Sacromonte, el barrio del Realejo y su imprescindible iglesia de Santo Domingo; la Capilla Real donde están enterrados los Reyes Católicos; la Alcaicería… Toca tirar de tópico y decir eso de: y un largo etcétera.
Cádiz, la primera sede
Cádiz está muy orgullosa de que allí se promulgara una constitución española. Fue un 19 de marzo de 1812 y, por coincidir tal día con el de San José, a esa Carta Magna se la conoce por el nombre de la Pepa. Pero, además de eso, la capital gaditana también guarda relación con la creación de la autonomía andaluza.
Históricamente, este vínculo podría remontarse hasta el siglo XIX y al pronunciamiento de los generales Serrano y Prim contra el gobierno de la reina Isabel II y con el apoyo, en Cádiz, del almirante Topete. Una de los objetivos de esta operación militar fue lograr una mayor descentralización. Que es lo que buscaba también el Estatuto de Autonomía.
Pero hay otra relación más reciente: el 27 de mayo de 1978, lo que significa antes de la celebración del referéndum, se creó una Junta preautonómica, un precedente de la institución que ahora existe, y eso se hizo en la Diputación de Cádiz.

Si el objetivo de un viaje es Cádiz, el consejo es muy básico: conocerla de cabo a rabo. No es una ciudad muy grande, por lo menos la parte que está dentro de las murallas, y el recorrido puede ser circular. Así se verá tarde o temprano la cúpula dorada de su impresionante catedral, aunque lo mejor es contemplarla al atardecer y ver cómo la luz, al caer sobre el mar, dibuja destellos plateados. Así se entenderá por qué a Cádiz le llaman tacita de plata.
El barrio de la viña, el Parque Genovés, la Alameda Apodaca, el teatro Falla, La Caleta, el Mentidero, la Plaza de Mina… Todo eso y mucho más se puede ver en un día, y si se dispone de más tiempo, ya lo suyo es conocer no sólo el sitio sino también su gente. En Cádiz no se hacen los graciosos, la suya es gracia natural. Su sentido de la ironía y su cachondeo sano son incomparables. Son su mayor activo.
Sevilla es oficialmente la capital de Andalucía y allí están los principales edificios administrativos. Su relación con la autonomía es demasiado obvia, así que el viaje no finaliza ahí en la ciudad que pudo ser capital. Por lo menos así se propuso, en atención a que estaba cerca de las ocho capitales. Su nombre es Antequera.
El decisivo Pacto de Antequera
Toca remontarse casi hasta el inicio de la Transición. El 4 de diciembre hubo manifestaciones en toda Andalucía reclamando la autonomía. Dos millones de personas salieron a la calle y en Málaga un hombre murió tras colocar una bandera verdiblanca en la Diputación Provincial, algo que estaba prohibido. Hubo una carga policial, disparos de bala y una impactó en Manuel José García Caparrós, un trabajador que estaba a punto de cumplir los 18 años.
No fue casualidad que se eligiera ese día, justo un año después, para celebrar en la Colegiata Santa María la Mayor de Antequera una reunión de altura. Allí, representantes de once fuerzas políticas firmaron un pacto –el Pacto de Antequera- para impulsar la autonomía de una vez por todas y al amparo de la nueva Constitución Española, que se aprobó el 8 de diciembre de ese año.
Antes de entrar en Antequera hay que hacer una parada porque en las afueras están los dólmenes de los yacimientos arqueológicos de Menga, Viera y Romeral. El conjunto, Patrimonio Mundial de la Unesco, demuestra la existencia de asentamientos humanos entre 5.000 y 2.000 años antes de nuestra era.
Pero es que, ya en el interior, las sorpresas siguen siendo muy agradables. La mencionada colegiata es una joya, pero en Antequera hay otros lugares que merecen la pena, como la Alcazaba, la iglesia del Carmen, la de San Sebastián, la de San Juan de Dios o el Arco de los Gigantes. Y seguro que este resumen se deja fuera bastantes más.
Como se ha dicho, está bien comunicada. Granada, Córdoba, Málaga y Sevilla quedan relativamente cerca. Pero tampoco hay que irse tan lejos. Muy cerca de Antequera está el Torcal, un paraje natural impresionante en el que las rocas calizas, como resultado del tiempo y la erosión, adquieren formas rocambolescas, pero también preciosas.
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