El cardenal Omella pide a Pedro Sánchez que «dedique todas sus fuerzas a coser las heridas que han provocado los pactos de investidura»

El presidente de la Conferencia Episcopal apela a un diálogo social «sin cordones sanitarios ni exclusiones» y pide «bajar el clima de crispación social» a los «dirigentes políticos y a los líderes sociales y de opinión»

Califica de «difamación pública» la «intencionada y errónea extrapolación» realizada por algunos medios de comunicación a partir de la encuesta sobre abusos del Defensor del Pueblo

Los obispos afrontan su semana más difícil pendientes del informe de los abusos y la llamada a capítulo del Papa

La mesa presidencial de la Conferencia Episcopal momentos antes de comenzar la Plenaria Navarro Pareja

«Sed astutos como serpientes y sencillos como palomas». El cardenal Omella ha recurrido a esta cita del evangelio de Mateo como estrategia ante «la situación desafiante y compleja que vive nuestro país y el mundo». Y desde ahí, con un discurso con una calculada ... ambigüedad, el presidente de la Conferencia Episcopal ha iniciado la Asamblea Plenaria que esta semana reúne a los obispos en Madrid, haciendo una llamada al diálogo social «sin cordones sanitarios ni exclusiones», a la par que ha pedido «bajar el clima de crispación social» a los «dirigentes políticos y a los líderes sociales y de opinión».

El presidente del Episcopado y arzobispo de Barcelona, no ha eludido analizar la «situación actual que nos desafía», aunque sin citar explícitamente la amnistía. Así, tras su llamada al diálogo «entre todas las instituciones de la sociedad española sin cordones sanitarios ni exclusiones», ha añadido que «todos los pactos son lícitos en la medida que respeten el ordenamiento jurídico, el Estado de Derecho, la separación de Poderes de nuestra democracia, aseguren la igualdad de todos los españoles y garanticen el equilibrio político, económico y social que nos hemos dado los españoles en la Constitución de 1978».

El cardenal Omella también ha mostrado su confianza, en una frase añadida a última hora en su discurso, «en que el nuevo presidente del Gobierno de España, recientemente investido, trabaje activamente con el conjunto de todas las fuerzas políticas para recuperar la cohesión social y dedique todas sus fuerzas a coser las heridas sociales que han provocado algunos de los recientes pactos de investidura». Un deseo al que ha unido, una invitación «al nuevo Gobierno a trabajar con la mirada puesta a largo plazo pensando en la España que queremos dejar a las próximas generaciones, un país unido capaz de enriquecerse con las diferencias culturales y que asegure siempre la igualdad entre todos los ciudadanos».

Desde esa idea, el cardenal Omella, ante la situación política y social, ha pedido «a los dirigentes políticos y a los líderes sociales y de opinión que pongan todo lo que esté de su mano para bajar el clima de crispación social». «Les interpelo a que trabajen en todo momento en favor del interés general, favoreciendo la comunión y potenciando siempre lo que nos une, lo bueno, lo bello, lo que beneficia al bien común de toda la ciudadanía de este hermoso país», ha añadido.

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Más contundente se ha mostrado al condenar la «difamación pública causada por una intencionada y errónea extrapolación, realizada por algunos medios de comunicación, a partir de un dato de una encuesta llevada a cabo por la firma GAD3 y publicada en el Informe del Defensor del Pueblo». Hay que recordar, que de acuerdo a esos cálculos, algunos medios situaban en 440.000 el número de víctimas en España de abusos sexuales por parte del clero, desde 1950. Sin embargo, Omella ha manifestado «el dolor y el malestar» de los obispos ante este cálculo, así como su intensa decepción por la citada extrapolación y por la dudosa fiabilidad de los resultados presentados de dicha encuesta.

«¿Qué finalidad hay detrás de este disparate? Es especialmente preocupante para nosotros que esto haya generado una imagen perjudicial de nuestra misión en general. Es injusto que se les atribuya el mal causado por una minoría. Dicha situación es inaceptable y exige una revisión exhaustiva e imparcial de los datos, para corregir cualquier sesgo que pueda haber sido extrapolado de manera maliciosa», ha apuntado, añadiendo que «resulta imposible confiar en la veracidad y fiabilidad de tales resultados».

Una crítica con la que, ha aclarado, «de ninguna manera, pretendemos buscar excusas o justificaciones para eludir cualquier responsabilidad que pueda correspondernos como Institución. Con franqueza y sin rodeos, manifestamos que entendemos y valoramos completamente el daño causado. Como en otras ocasiones, queremos expresar sin ambages la vergüenza y la pesadumbre que causa en nosotros esta realidad que traiciona el mensaje del Evangelio«, ha manifestado, para nuevamente pedir »perdón a todas las personas que han sufrido debido a estas execrables acciones«. En este sentido, ha añadido que »no hay palabras suficientes« para expresar cuánto lamentan »su dolor, así como la traición cometida por parte de algunos miembros« de sus comunidades.

Omella ha dedicado buena parte de su discurso a la educación, sobre la que la Iglesia católica española está organizando un congreso. El cardenal ha explicado que «ya no es un lujo de unos pocos», pero observan «con tristeza que en el ámbito educativo hay todavía muchas sombras». «Crecen los problemas de disciplina ya en edades tempranas. Muchos educadores han perdido autoridad en el aula», ha manifestado.

«Hoy nuestros niños, adolescentes y jóvenes viven en una sociedad hipersexualizada, enganchada a las redes y con brotes de violencia, bullying y abusos sexuales que responden a una apatía, desánimo y falta de sentido», ha expresado, al tiempo que se ha preguntado si «las pantallas la panacea de la educación o, más bien, la están perjudicando». En su opinión, «algo falla» en el sistema educativo.

Por otro lado, Omella ha expresado «preocupación» ante «el incremento de personas que llegan a las costas canarias procedentes de Senegal y otros países africanos» y ha criticado «las respuestas cortoplacistas de las administraciones públicas española y europea»; y se ofrece a colaborar con las autoridades políticas «en la resolución del drama de la inmigración irregular». Según ha indicado, la ruta atlántica y mediterránea por la que llegan muchos migrantes, es «una ruta trágica que acaba tantas veces en la muerte» y advierte de que «resulta un destino deplorable» cuando el país no es capaz de «ofrecer posibilidades humanamente aceptables de acogida y posterior integración».

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