Balance de los Congresos Católicos y Vida Pública

Los Congresos Católicos y Vida Pública, iniciativa del recordado Alfonso Coronel de Palma, sirvieron para colocar de nuevo a la Asociación Católica de Propagandistas, entonces languideciente, en el mapa público. Ahora se da la paradoja de que otras iniciativas de esa asociación están opacando al Congreso.

Del tronco del Católicos y Vida Pública de Madrid nacieron las Jornadas de Católicos y Vida Pública por las ciudades y pueblos de España, una siembra que ha vertebrado en estos años una propuesta pública de juicio sobre la realidad política, social y eclesial siempre necesaria ante las mutaciones profundas de nuestro tiempo.

Veinticinco años son muchos años en un momento, como reconoció el Vaticano II, de aceleración de la historia, con cambios, en la Iglesia y en la sociedad, que han ido más rápido que la dinámica interna de los Congresos. El documento de la Conferencia Episcopal que inspiró esta iniciativa, 'Los Católicos en la Vida Pública', es de abril de 1986. El pontificado de san Juan Pablo II prescribía temáticas e incidencias. El episcopado español iba al compás de ese proceso universal. Ahora, se han mudado las tornas y las incidencias, formas y contenidos propuestos son otros. No habría que descartar que el próximo Congreso Católicos y Vida Pública, si se mantiene la marca, tenga que ser otro, por servicio a una Iglesia que, parafraseando a Ángel Herrera Oria, es la que tiene que decir cómo quiere ser servida para ser, ella misma, semilla de encuentro en la historia.