Carrera para perforar en el Ártico

«Definitivamente esperamos perforar este año», aseguró el pasado viernes la compañía, la primera que operará en las aguas estadounidenses del Ártico en veinte años. En la década de 1980 fracasó una iniciativa previa, llevada a cabo conjuntamente por Shell y una filial de BP. Con la nueva concesión, el presidente Barack Obama ha querido demostrar que no se opone a nuevas exploraciones, a pesar de la moratoria que estableció tras el accidente de BP en el Golfo de México en 2010. En la campaña electoral, los republicanos le presentaron como alguien opuesto al desarrollo de las fuentes propias de energía.

Shell ha gastado en los últimos seis años más de 4.500 millones de dólares (3.600 millones de euros) en las preparaciones técnicas necesarias y en la obtención de los permisos oficiales. Calcula que en las dos zonas de concesión, una en el mar de Chukchi y otra en el mar de Beaufort (al noreste y al norte de Alaska, respectivamente), puede haber unas reservas recuperables de petróleo y gas de unos 19.000 millones de barriles.

Esta semana está previsto que dos barcos con plataformas naveguen hasta los puntos elegidos para las perforaciones. Debido al retraso, Shell tiene intención de abrir solo dos de los cinco pozos que en un principio había estimado. Ambos podrían generar, cuando estén en pleno rendimiento, cerca de un millón de barriles diarios de crudo. Los trabajos no podrán comenzar, de todos modos, hasta que la petrolera concluya una barcaza de apoyo, denominada «Arctic Challenger», equipada con una cúpula para colocar sobre el pozo y sellarlo en el caso de que se produzca algún derrame.

Shell esperaba terminar la barcaza el 15 de agosto, pero no ha sido así. Por ello, ha enviado cuarenta técnicos a la empresa subcontratada para poder finalizarla cuanto antes. Luego tiene que pasar la revisión de la Guardia de Costas de EE.UU.

Y el reloj corre. Los premisos de perforación tienen vigencia hasta el 24 de septiembre en el mar de Chukchi y hasta el 31 de octubre en el de Beaufort, cuando se estima que el agua comenzará a helarse en ambos mares. Haya perforación o no antes de esas fechas, los trabajos tendrán que suspenderse durante el invierno y reanudar la explotación el próximo verano.

Durante una visita a Alaska el pasado viernes, el Secretario de Interior estadounidense, Ken Salazar, echó la culpa de los retrasos a Shell: «No han sido capaces de tenerla a tiempo», dijo Salazar en relación a la barcaza de seguridad exigida por el Gobierno como condición para otorgar las licencias. «Si la hubieran terminado, ya podrían estar allí perforando», añadió. Recordó, además, que otro de los problemas que tuvo la petrolera surgió cuando una de las plataformas se fue a la deriva, al romperse el ancla mientras se guardaba en una de las islas del sur de Alaska. La consecuencia es que «ya no hay mucho tiempo».

Las complicaciones que han rodeado toda la operación han puesto de manifiesto las dificultades que todavía hoy tiene la explotación de las riquezas energéticas del Ártico, debido a la tecnología requerida y a las impredicibles condiciones que supone para la seguridad medioambiental .