Por tanto, conviene conocer la manera de eliminar los molestos restos de caramelo para que nuestro calzado quede limpio lo antes posible.
Lo primero que hay que tener en cuenta es la preservación del zapato. Es decir, la lógica lleva a pensar que no sería una buena idea ponerse unos de ante o de otro material más delicado, o simplemente los que vayamos a usar al día siguiente, en el supuesto de que no tengamos tiempo de adecentarlos la misma noche del 5. Por otra parte, hay quienes tiran de ingenio y se echan a la calle para la Cabalgata con bolsas cubriendo el calzado o, por ejemplo, tiras de celofán en la suela. Así, los caramelos rotos se quedarían pegados ahí y no directamente sobre el caucho o el cuero. La funcionalidad aquí primaría antes que la estética.
La garantía del agua caliente
Si por el contrario ya tenemos las suelas pegajosas, habría que coger un recipiente y llenarlo con agua bastante caliente. No mucho, sólo lo necesario para sumergir las suelas, que no el resto del zapato. Al líquido se le añadiría sal o un poco de jabón, dejando actuar durante algunos minutos.
Lo ideal sería que la dulce suciedad se desprendiera sola, pero no siempre ocurre así por lo que nos veremos obligados a raspar con una bayeta, estropajo, cepillo... lo más adecuado en función de los surcos de la pisada.
Sin embargo, si el caramelo ha llegado al cuerpo del zapato, aquí la cosa cambia puesto que no todo el calzado resiste al mojarse y mucho menos a que se le apliquen productos abrasivos. Si este es el caso, habrá que optar por una bayeta levemente húmeda de agua y soluciones jabonosas con la que retirar los restos con todo el mimo posible.
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