Obituario
Muere Luis Merello: Responso por un sacerdote ejemplar para el pueblo de Los Palacios y Villafranca
El reverendo padre don Luis Javier Merello Govantes nos ha dejado a los 78 años de edad, a consecuencia de una delicada afección pulmonar, tras haber sido durante 40 años párroco del Sagrado Corazón, en cuyo templo se oficiarán sus honras fúnebres este sábado a las 5 de la tarde
don Luis Javier Merello Govantes
A don Luis le ha llegado la muerte y con ella ese hilo de esperanza al que nos aferramos los cristianos en el momento de nuestra última partida, ese recóndito consuelo tantas veces predicado por él mismo en los entierros que ofició a diario, y ... que terminará conduciéndole hacia una vida eterna. Y aquí, en el pueblo de Los Palacios y Villafranca, a una memoria imperecedera, pues, a partir de hoy, pasará a convertirse en un personaje de leyenda después de tantos años haciendo el bien entre vecinos y familias de toda la localidad, como cura párroco de la del Sagrado Corazón que ha regido durante cuarenta años.
Los Palacios llora en estas horas por su queridísimo «Cura de la Carretera», el de la iglesia chica de las Casas Baratas que sucedió a don José María. Nuestros recuerdos de niño buscan hoy a aquel joven sacerdote que llegó del poblado de Maribañez, el mismo que daba clases de religión en el colegio Miguel de Cervantes y era amigo de los profesores don Manuel Herrera y don Antonio Cruzado, al cura que organizaba las comuniones en el patio de la escuela, al sacerdote que todos los años oficiaba la misa de las seis de la mañana en el santuario de Nuestra Señora de Consolación de Utrera la madrugada del 8 de septiembre, al capellán del Cuartel de la Guardia Civil, al oficiante de las misas en el cementerio donde mañana será enterrado, al que rezaba con megáfono por las calles de su feligresía el Vía Crucis del Cristo de la Salud el último viernes de cuaresma, al dinamizador de la Velada del Sagrado Corazón, al cura que acudía todos los años a concelebrar la función de la Virgen de las Nieves, a aquel gran aficionado al ciclismo o al componente del coro de campanilleros Virgen de las Nieves.
Aquellas se combinan con vivencias más actuales, de estos últimos meses, que nos traen la imagen de un don Luis cercano, muy interesado por seres queridos, pendiente del coadjutor don Julián Hernández y su consejo parroquial (Federico y Javier Salguero), su grupo de limpiadoras que semanalmente acicalan la parroquia, y sus desayunos mañaneros con Vicente Cremades y Jesús «el de la Calva», el ser más humilde del barrio a quien don Luis nunca dejó de la mano.
Parece que el sacerdote presagiaba este desenlace fatal desde hace algunos meses. Resultó muy sobrecogedor el mensaje que lanzó cuando Rocío Gasparo pronunció su pregón del Rocío antes de la romería de este año, de cuya hermandad ha sido también director espiritual. Aquella mañana, Merello manifestó públicamente a la conclusión del acto que ya estaba dispuesto para marchar a las marismas azules del cielo, donde participaría como oficiante de las misas rocieras que allí se celebran para los rocieros que faltan.
Si por algo se ha distinguido don Luis como pastor ha sido por la sencillez y humildad con la que consiguió insertarse en la vida local desde su llegada a este municipio, a inicios de la década de 1980, pues nunca vistió como los demás sacerdotes (casi siempre sin clériman), con el firme propósito de ser un incondicional servidor «a corazón abierto» de todo el que lo necesitara. No cabe duda de que don Luis Merello ha prestado un gran servicio religioso y espiritual a la ciudadanía como ministro eclesiástico, pero este pueblo no olvidará las impagables contribuciones reportadas a nivel humano, social y cultural por la importante labor de integración social que ha ejercido durante todos estos años, resultando determinante en la conformación del actual desarrollo social. Don Luis es en Los Palacios toda una institución, de gran relevancia, reconocida públicamente por el propio Ayuntamiento hasta en dos ocasiones. En octubre de 2010, lo distinguió como Hijo Adoptivo, y en 2022 acordó rotular una calle con su nombre.
Carrera eclesiástica
Luis Javier Merello Govantes nació en El Puerto de Santa María (Cádiz), el 19 de abril de 1947. Estudió como internado en el colegio religioso de los Salesianos de Utrera y se ordenó como presbítero en 1972, año en el que pasó a formar parte del equipo de trabajo del templo del poblado de colonización del Bajo Guadalquivir de Trajano (Utrera), junto a otros compañeros del seminario, coordinados por el veterano sacerdote don José Morales, de Castilleja de Guzmán, destacado miembro de la Hermandad Obrera de Acción Católica. Precisamente, el 15 de noviembre de 1972, don Luis participó en la creación de la multi parroquia de Nuestra Señora de las Marismas, bajo la bellísima advocación religiosa ideada por aquellos jóvenes sacerdotes, sin que existiese hasta entonces en ningún santoral oficial de la Iglesia, que agrupaba la feligresía de varios poblados.
Al frente de aquellos templos rurales permaneció Merello en solitario (aunque inicialmente integraron también el equipo pastoral don Joaquín Morón Ríos y Francisco Javier Santos Verdugo), desde 1975 hasta 1984, años en los que residió en Maribáñez (Los Palacios y Villafranca). Fue nombrado coadjutor de esta parroquia del Sagrado Corazón de Jesús de Los Palacios y Villafranca en 1984 para ayudar a su entonces párroco don José María, que impartía clases en Moguer y Benacazón y no podía ya atender el templo a diario.
Merello fue nombrado párroco del Sagrado Corazón el 7 de octubre de 1985 y en este templo ha permanecido de modo ininterrumpido durante cuarenta años (1985-2025), continuidad que evidencia su encomiable trabajo realizado. A los pocos meses de tomar posesión como párroco, don Luis comenzó a dar los primeros pasos para conseguir la cesión del solar en el que luego terminó edificándose el actual templo del Sagrado Corazón, bendecido e inaugurado en abril de 1992.
Don Luis ha sido determinante en la trayectoria reciente de las hermandades del Rocío y Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén y Nuestra Señora de los Ángeles. Fomentó la celebración de la festividad litúrgica del titular del templo con la conmemoración del Triduo en honor del Sagrado Corazón, la organización de una procesión con su imagen del titular por las calles de la feligresía, así como la organización de la popular velada de su parroquia, la más antigua de las que hoy se celebran en la localidad.
Además de haber ostentado el cargo de cura párroco durante todos estos años, don Luis fue Arcipreste de Utrera en distintas etapas, así como miembro del Consejo de Presbíteros de Sevilla y su provincia, entre 1994 y 2003, y del Colegio de Consultores de la propia archidiócesis desde 1995 a 2000.
Promovió la elaboración del libro conmemorativo del 50º aniversario de la erección canónica de la parroquia de la que fue párroco (1968-1998), titulado «Medio siglo a corazón abierto», en el que quedó recogida la dilatada historia de esta joven entidad parroquial, y más recientemente, en 2022, la celebración de sus bodas de oro sacerdotales con diversos cultos y actos extraordinarios. En el transcurso de esta efeméride le fue reconocida su entrega incondicional a la parroquia a lo largo de cincuenta años de servicio, en los que se ha ganado el respeto y el cariño de todo el pueblo de Los Palacios y Villafranca.
Se ha instalado la capilla ardiente para velar sus restos mortales en la propia parroquia del Sagrado Corazón, que está abierta desde las 18.00 horas y permanecerá así hasta las 12 de la noche. Este sábado volverán a abrirse las puertas del templo a las 8.00 de la mañana hasta la hora del funeral, fijado para las 17.00 horas, que presidirá monseñor don Teodoro León Muñoz, obispo auxiliar de Sevilla. A la conclusión de las exequias, será enterrado en el cementerio municipal de San José, de Los Palacios y Villafranca, cuyo Ayuntamiento ha decretado un día oficial de luto por lo que lucen a media asta las banderas del consistorio. Elevemos una plegaria por su alma a María Auxiliadora, Rocío y Consolación, sus grandes devociones marianas. Descanse en paz, amén.
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