tomares
Tomares dice adiós al último cine de verano de Sevilla
Tras casi sesenta años de actividad el Cinema Tomares echa el cierre ante la pujanza de las plataformas digitales y la falta de relevo generacional de sus promotores, la familia Cansino
Tomares recupera su 'Cinema Paradiso' del verano tras el Covid
Sevilla
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónNo por anunciado se lamenta menos un cierre, especialmente, si tiene que ver con un arte, como el cinematográfico, que cada día se aleja más de la fiesta comunal de la oscuridad primigenia de las salas de cine para atomizarse en el consumo privado ... de las grandes plataformas de contenido digital.
Los cines de verano eran parte de esas noches interminables de calor estival de muchos pueblos de Andalucía, en los que los más pequeños revisitaban o se asomaban por primera vez a esos títulos que se habían perdido durante la temporada, mientras los mayores de la familia disfrutaban de la selecta nevería. Muchos de los que nacieron en los años 60 y 70 tendrán buenos recuerdos de aquellos cines de verano, que fueron progresivamente desapareciendo de los pueblos sevillanos a partir de las décadas de los 80 y 90 del siglo pasado, hasta convertir al Cinema Tomares en una ‘rara avis’ en pleno siglo XXI.
Porque este establecimiento de la localidad aljarafeña era el último cine de verano que quedaba en la provincia. Pero este martes la familia Cansino, que se encargaba de mantenerlo en funcionamiento, anunciaba en las redes sociales que decía definitivamente adiós, tras cincuenta y nueve años proyectando películas, la última de ellas, ‘Campeonex’, en septiembre del año pasado.
En la red social X, la cuenta de este espacio ponía así punto y final a su historia: «Nos elegramos de haber compartido casi sesenta años con todos ustedes. La familia, tras sopesarlo mucho y con una enorme tristeza, ha considerado que es el momento de decir adiós. Nos despedimos de todos vosotros. Echaremos de menos las noches de buen cine bajo el mejor de los cielos». El alcalde de Tomares, José María Soriano, se unió ayer a los muchos aficionados que lamentaban la clausura de un cine que «perdurará en nuestra memoria», con «el recuerdo de las noches de verano en esta carismática sala al aire libre».
Con este mensaje se cerraba, si no hay alguna sorpresa futura, la historia de los cines de verano en la provincia. Las razones profundas de la desaparición de estos espacios tienen que ver con la evolución de la propia exhibición, dominada desde los años 80 por las multisalas y cercada, primero, por el vídeo y después por los formatos digitales y la irrupción de las plataformas en este siglo, que lograron una posición dominante en el mercado a partir de la pandemia. El cine se consume ahora fundamental y mayoritariamente en casa.
En este escenario la desaparición del último cine de verano era cuestión de tiempo. A ello hay que sumar que la familia Cansino, con Rafael al frente y de 78 años de edad, también ha ido cumpliendo años con el cine. Así que a este complicado escenario para la exhibición se le une la edad de sus promotores. Los tres hermanos Cansino llevan jubilados desde hace años y aunque reconocían en una entrevista a ABC que el cine «es lo que más disfrutamos», «cada vez es más difícil mantener esto en pie».
Lo resumía bien Rafael Cansino hace un par de años, tras haber tenido que cerrar durante la pandemia del Covid durante dos veranos: «La gente ahora se está aficionando a las plataformas como Netflix y contra eso es muy difícil competir porque por diez euros al mes puedes ver cientos de películas».
Tradición familiar
Las dificultades del negocio, la falta de relevo generacional y la posibilidad de amortizar urbanísticamente los terrenos han terminado de cuadrar la ecuación que ha puesto el final de la larga relación de los Cansino con el cine. El padre de Rafael Cansino les inoculó esa pasión por el celuloide y tuvo su primera sala de exhibición junto al colegio Tomás de Ybarra. Aquel cine convencional se mantuvo hasta 2013, hasta que ya no pudo afrontar la competencia de los multicines y cuya parcela vendieron al Ayuntamiento.
Desde entonces, Rafael Cansino y su familia se centraron en el cine de verano, proyectando medio centenar de películas por temporada y manteniendo el ambigú, con unos serranitos de elaboración propia que hacían las delicias entre los que se sentaban en alguna de las 400 butacas de hierro azul del patio.
En 2015, todos ellos ya jubilados, dieron el salto al digital, demostrando la misma capacidad de adaptación que lo llevó a casi cumplir los sesenta años de actividad, dominada por la pasión por el cine. Como afirmaba Rafael Cansino en 2022: «Esto lo hago por amor al séptimo arte. Mis cuatro hijos tienen buenos trabajos y no veo que sigan con esta aventura», por lo que «cuando me canse o no pueda más» se cerrará el telón. Ayer cayó definitivamente para este cine, que los tomareños echarán de menos.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete