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La monja de 90 años que salvó la receta de los bizcochos marroquíes

Tras el cierre del convento astigitano de las Marroquíes, la hermana Pilar se llevó su secreto a otro convento de Osuna

La monja de 90 años que salvó la receta de los bizcochos marroquíes borja moreno

borja moreno

El cierre del convento astigitano de las Marroquíes a finales de 2014 acabó con el traslado de la hermana Pilar, de 90 años, a la vecina localidad de Osuna. La llegada de la monja ha sido un motivo de ilusión para el resto de las ... hermanas porque ella es una de las últimas conocedoras del proceso de elaboración de los bizcochos marroquíes, un dulce conventual centenario que corría el riesgo de desaparecer.

La cocina de la iglesia de la Concepción de Osuna bulle de actividad desde la llegada de la hermana Pilar al convento. Todas las noches se preparan con esmero los ingredientes para el lustre de este delicado manjar, y al día siguiente –tras dirigir una oración a San Cayetano- comienzan el laborioso trabajo de preparar los bizcochos marroquíes, «una receta tradicional que tiene su origen en el siglo XVII y que siempre ha sido muy valorado en Écija», como señala la abadesa de la Concepción.

La llegada del dulce a Osuna ha sido toda una sorpresa. El boca a boca consiguió en pocos días que muchos vecinos de la localidad se acercaran a probar este bizcocho elaborado de «azúcar, huevos, almidón de trigo y la Gracia de Dios». Esa ha sido la respuesta al preguntar por la receta durante todos los años que el bizcocho ha sido una joya repostera en Écija, y así se sigue trasmitiendo en su nueva ubicación, donde las 16 hermanas residentes vuelcan todos sus esfuerzos en aprender y perpetuar este legado gastronómico.

«Estamos muy contentas por acoger a la hermana Pilar con nosotras y nos esforzaremos para que la receta de los bizcochos marroquíes no se pierda y pueda ser disfrutada por todo el mundo», asegura la abadesa de la Concepción. Por el momento, los ursaonenses están conociendo esta receta tan valorada por sus vecinos astigitanos. «Muchos no han perdido la costumbre y se acercan a Osuna para comprarlos», dice.

Asegura que la llegada de la religiosa ha sido «una bendición caída del cielo» ya que a pesar de su avanzada edad tiene una mente lúcida y despierta, y ha supuesto un motivo de inspiración para las 16 monjas que oran y laboran en la Concepción. «En particular para las más jóvenes, que reconocen la valía de conservar esta receta». Para ello estuvieron viajando a Écija durante los meses previos al cierre del convento, donde repartían el tiempo en el cuidado de Pilar y las enseñanzas de la misma.

Y para no llevar a equívocos, el nombre del bizcocho no viene de su procedencia geográfica sino del apellido Marroquí. Aunque según a quién preguntes en Écija podría provenir de las hijas de Cristóbal Marroquí, fundadoras del convento, o a la marquesa de Valdetorres, que ingresó en el Convento de las Marroquíes en el año 1751.

En cualquier caso el resultado es un manjar. Preparado con los ingredientes más humildes, el bizcocho tiene un sabor suave y una textura esponjosa que hace las delicias de aquel que lo prueba. «La clave está en prepararlo con mucho amor ya que es muy delicado y aguanta mal los cambios de temperatura y las corrientes de aire». Es por eso que cuando el horno se apaga cada mañana las reposteras esperan más de media hora antes de salir de la cocina, proporcionando al dulce el proceso de reposado que necesita. Un auténtico ejercicio de paciencia para los golosos que se acerquen a la Iglesia de la Concepción más temprano, porque el aroma de los bizcochos se puede distinguir desde el pequeño despacho de venta que se encuentra en el lateral del templo.

Para acercar la receta a todos los públicos, las monjas han comenzado a hacer las primeras pruebas para conseguir preparar los bizcochos marroquíes con almidón de arroz. Un experimento que los haría aptos también para los celíacos.

La monja de 90 años que salvó la receta de los bizcochos marroquíes

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