villamanrique de la condesa
Abuela, madre y nieta: un siglo bordando mantones
Angeles Espinar lo aprendió de su madre, Inés, y se lo enseñó a su hija, María José
daniel cuéllar
La localidad de Villamanrique de la Condesa ha sido desde siempre conocida por los bordados y, desde comienzos del siglo XX, por el tradicional mantón de Manila. Y por primera vez este año se rinde homenaje al bordado, y en esecial al mantón, en una ... exposición que lleva por nombre «Villamanrique, un siglo de bordado», y que se engloba dentro de la XIX Feria de Turismo y Tradiciones de la localidad.
Ángeles Espinar es natural de Villamanrique y artesana del bordado desde hace más de 60 años, fue galardonada en el año 2007 con la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes, que otorga el Ministerio de Turismo.
A sus casi 78 años, Ángeles lleva bordando desde que tenía 12 años, trabajando en los talleres de bordado. «Poco a poco se ha ido perdiendo la tradición del bordado, porque los talleres fueron cerrando, las bordadoras realizaban el trabajo en sus casas, y el bordado que se realizaba era cada vez menos elaborado, se estaba perdiendo la puntada antigua», comenta.
Fue entonces cuando Ángeles se percató de la importancia que tenía seguir manteniendo el bordado tradicional de Villamanrique. Por aquel entonces ella bordaba para Pilar Mencos, una escultora y pintora que tiene ahora 96 años, y que realiza «los mejores tapices del mundo, con un colorido espectacular», dice. Pilar fue la que le propuso en el año 1979 que expusiera sus mantones y le pagó un expositor para que pudiera dar a conocer el bordado de mantones, en el paseo de Marques del Contadero.
«Yo tenía un campo e invertí lo poco que había ganado aquel año de sequía, con la recogida de las aceitunas y del trigo, en nueve mantones que expuse, en el stand, donde tenía puesto «Villamanrique». Cuando la gente veía el bordado y el colorido tan atrevido quedaba maravillada, y ahí fue cuando se empezó a hablar del mantón de Villamanrique, que por aquel entonces era algo novedoso».
La Giralda y la Torre del Oro
El primer mantón que hizo llevaba bordadas la Giralda y la Torre del Oro, con telas traídas de Italia. Incluso bordadores de prestigio como Foronda, le propusieron que fuese su maestra, aunque Ángeles reconoce que «prefería ser mi propia maestra, y seguir perfeccionando el bordado».
Durante las décadas de los años 80 y 90, continuó realizando exposiciones, con gran demanda de mantones, y con un equipo de alrededor de un centenar de bordadoras trabajando para ella. Su hija, María José Sánchez Espinar ha heredado la tradición de su madre, que asegura que «desde bien pequeña, cuando llegaba de clase ya me ayudaba a dibujar los diseños».
María José pertenece a la tercera generación, ya que su abuela Inés Díaz fue maestra bordadora, al igual que su madre, Ángeles. «El punto del mantón se ha trasladado a lo que es el bordado religioso, como son las tallas de las vírgenes, los mantos, los paños de altar y también en la moda, porque se bordan también los trajes de comunión, de boda o de fiesta», comenta la diseñadora.
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