Presidente de la cooperativa Las Marismas

Juan Sánchez Vargas: «Hay gente cobrando el subsidio agrario que no ha pisado el campo en su vida»

Juan Sánchez Vargas, presidente de la cooperativa Las Marismas, califica de «aberrante y vergonzoso» que el Ministerio de Trabajo acuse a los agricultores de esclavismo

Juan Sánchez Vargas, agricultor de 64 años, comenzó a trabajar en el campo con ocho años. Hoy es el presidente de la Cooperativa Agrícola Las Marismas de Lebrija ABC

Durante los últimos años la Prensa se ha hecho eco de la falta de mano de obra en el campo, lo que obliga a la contratación de contingentes de trabajadores extranjeros para recoger la fresa o los frutos rojos, por ejemplo. Un dato que contrasta ... con el elevado número de parados y la tasa de desempleo que registra Andalucía. Juan Sánchez Vargas, agricultor y presidente de la Cooperativa Las Marismas , una de las mayores de la provincia de Sevilla, se sincera en esta entrevista con ABC sobre las dificultades para hallar mano de obra a pesar del ingente número de personas que cobra el subsidio agrario, así como para hacer rentable una actividad que mantiene llenas nuestras despensas, incluso durante el estado de alarma.

La cooperativa Las Marismas tiene 580 socios cooperativistas, que cultivan una superficie total de 12.000 hectáreas en Lebrija y el sector B12 del Bajo Guadalquivir. Con una facturación de 80 millones de euros, la cooperativa produce anualmente de 250 a 300 millones de kilos de tomate para concentrado (exporta el 85%); 45 millones de kilos de algodón; 5 millones de kilos de zanahorias; 4 millones de coles de pella; 5 millones de kilos de patatas o de 12 a 14 millones de kilos de pimientos. Para entender la riqueza que genera esta cooperativa, dos datos: en las explotaciones de los cooperativistas se generan cada año unos 700.000 jornales y la fábrica cooperativa da trabajo a una media de 600 personas.

En abril, 150.279 andaluces cobraron el subsidio agrario y la renta agraria, dos prestaciones por desempleo para eventuales del campo. Además, en Andalucía están desempleadas 200.626 personas sin estudios o con estudios primarios. ¿Cómo es posible que los agricultores tengan problemas para cubrir la mano de obra para recoger fruta o verduras, por ejemplo?

Es que, por regla general, la gente no quiere trabajar en el campo. Trabajar en cultivos no mecanizados ha sido siempre muy duro y sigue siéndolo. Pero ahora nadie quiere trabajar en el campo y tenemos el dilema de dejar sin recoger las cosechas, con lo que supondría eso para la economía y el abastecimiento de la población. Con la crisis del coronavirus sería terrible que además nos faltaran los alimentos. El problema que tiene el campo es que hay veces que hay que adelantar la recolección porque al día siguiente llueve y en una tarde tienes que buscar a gente corriendo. Nos volvemos locos para encontrar a trabajadores

¿Un jornalero cobra 45 euros por jornada?

Eso depende de los kilos que coja. Esos 45 euros sería el salario base, pero nosotros pagamos mucho más de eso. Normalmente no se paga por horas, sino por kilos recogidos, aunque se echen menos horas de las que marca la Ley. De hecho, algunas veces en tres o cuatro horas pueden ganar entre 6o y 65 euros recogiendo productos frescos, como cebollas, pimientos o patatas, que son cultivos cuya recolección no se puede dejar de un día para otro. Si no lo recoges el día que corresponde, tienes que tirar el producto porque los mercados no lo quieren.

¿Acuden a las fincas agrícolas trabajadores irregulares pidiendo empleo?

Si a mí me vienen personas que tienen todos sus papeles en regla, las contrato del tirón pero es que esas personas no llegan. ¿Qué culpa tengo yo como agricultor de que haya un montón de personas sin sus papeles en regla que estén todo el día buscando trabajo para comer? Si yo tengo una necesidad, que es recoger el cultivo, y ellos tienen la necesidad de comer, ¿qué mal haríamos en darles trabajo y así cubrir dos necesidades?

Pero los trabajadores del campo que quieren solicitar el subsidio agrario necesitan un determinado número de peonadas para obtener la prestación por desempleo.

El problema es que cuando llamas a alguien para trabajar en el campo y le faltan tres peonadas para poder cobrar el subsidio agrario, trabaja tres días y al cuarto día ya no viene más. Otra cuestión es que en el subsidio agrario están incluidos miles de personas que no han pisado el campo en su vida y rezan como parados agrarios. Vamos, que no saben distinguir una patata de un rábano y están cobrando el subsidio agrario. Ese es el problema. Yo tengo 64 años y trabajo desde que tengo ocho años. Con las acusaciones de esclavismo, las inspecciones que tenemos, la quema de mi nave... si yo volviera para atrás, no crearía empleo, me quedaba en mi casa cobrando el paro, iría a la playa, que por cierto no he ido más de dos días en toda mi vida, y por la noche dormiría. El problema es que muchos agricultores trabajamos de día y por la noche no podemos dormir por las trampas que tenemos. Hablan de relevo generacional pero como están las cosas será difícil que los hijos y los nietos de los agricultores quieran continuar con el campo.

Juan Sánchez Vargas, presidente de la cooperativa Las Marismas, en su finca de Sevilla ABC

El coronavirus ha provocado el cierre de numerosas empresas y muchos trabajadores han quedado sin empleo. ¿Han buscado refugio en el campo?

Muy pocos y, además, vienen un día y al día siguiente ya no vienen porque esto es muy duro. El problema es que hay una generación que se ha criado entre algodones. Además, el trabajo no sólo es duro, sino que hay que tener un conocimiento mínimo porque hay cosechas delicadas que si no llegan bien al mercado no las quieren.

El Ministerio de Trabajo y Economía Social ha lanzado una campaña para detectar casos de «esclavitud» en el campo. Hay cuestionarios que hacen referencia a si el trabajador presenta indicios de malos tratos, como magulladuras.

Es aberrante y vergonzoso que en el tiempo que estamos los inspectores busquen marcas en las muñecas a los trabajadores. ¿A qué juega la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz? ¿Pero qué se cree: que aquí estamos pegando con un látigo a la gente? ¡Ya está bien de demonizar a los agricultores, que nos ponen de negreros, cuando realmente somos los únicos esclavos de este sistema! Nos compran el kilo de cebolla a ocho céntimos cuando pagamos 6 céntimos de recolección. Con los dos céntimos que ganamos tenemos que pagar todos los gastos, comer y pasar el año. ¿A ver quiénes son los esclavos aquí? Nadie nos defiende para decir que no es justo que nos paguen 8 céntimos por un kilo de producto que después se vende a uno o dos euros en el mercado. Y encima ahora nos llaman explotadores. Los agricultores estamos muy dolidos.

¿Hay muchos agricultores endeudados por estos bajos precios?

Muchos, tanto que no dormimos de noche. El agrario es el único sector que ha pasado la pandemia sin despedir a gente, sino más bien contratando, y creando economía. Este sector ha puesto el plato encima de la mesa de todos los españoles... y una sociedad que no reconoce quién le está dando de comer, es como perro que muerde a la mano que le echa el pan. Los agricultores, durante el estado de alarma, nos hemos estado levantando todos los días a las seis de la mañana y hemos trabajado hasta las diez de la noche para poder sacar los cultivos y que las despensas estuvieran llenas. Y después de eso nos tratan como esclavizadores.

Justo antes de esta crisis sanitaria, los agricultores hicieron tractoradas para protestar por los bajos precios que os pagan por las cosechas, cuando ha subido la luz, la mano de obra, etcétera.

¡Pero si tenemos productos que nos pagan por ellos menos que hace treinta años. El Covid-19 paró las manifestaciones pero en el momento en que acabe esta crisis sanitaria tendremos que volver a salir porque quieren destruir al campo a pesar de que con la pandemia se ha demostrado que con un sector agroalimentario fuerte, un país puede resistir más que con el turismo. Los turistas no vienen, pero la gente sigue comiendo. El Gobierno no apuesta por la agricultura y trata a los agricultores como si fueran lo perros del cortijo, cuando somos gente que pagamos impuestos, generamos empleo y riqueza...

La Unión Europea pretende promover la agricultura ecológica en la nueva PAC. ¿Cómo afectará eso a la agricultura andaluza?

La va a destruir porque la agricultura ecológica es una mentira. Cuando veo en los lineales de los supermercados frutas y verduras ecológicas perfectas, como salidas de la peluquería, no me lo creo porque si fueran realmente ecológicas tendrían que tener picaduras de insectos o del gusano de alambre. Aquí hay mucha hipocresía. La Administración viene a inspeccionar a los agricultores andaluces pero después nos comemos los productos marroquíes, donde realmente sí esclavizan a los niños, pero no importa porque lo hacen los vecinos. Pablo Iglesias o Pedro Sánchez no se meten con los productos de África o India, que compiten con nosotros en desigualdad de condiciones, pero en esos sitios usan productos que llevan prohibidos en España veinte años y donde el salario no llega ni a cinco dólares al día. Después nos dicen a los agricultores andaluces y españoles que tenemos que ser competitivos con esos productos y nos meten más impuestos y nos exigen hasta tener un cuarto de baño portátil en cada explotación ¿Pero es que estos señores no han ido al campo? Si un trabajador está en una explotación media de dos hectáreas y después se va a otra explotación, ¿nos llevamos el cuarto de baño portátil de un campo a otro?

¿Puede recolectarse fruta o verduras con las mascarillas puestas?

Una persona cogiendo patatas agachada se asfixia con la mascarilla. Al final termina quitándosela. El problema es que quien pone esas exigencias no tiene ni idea del campo.

Usted habla como agricultor y como presidente de una cooperativa. ¿Conoce a otros agricultores con problemas para contratar a trabajadores para la recolección de sus cosechas?

Claro, pero es que hay mucho miedo a hablar porque todo el mundo sabe lo que está pasando: que hay gente que está cobrando sin trabajar. Han sembrado el odio y el miedo. Esto que yo estoy diciendo no lo va decir ningún agricultor.

¿No tiene miedo a represalias?

Pero si a mí el 24 de enero me quemaron la nave con nueve tractores, la máquina de sembrar, la de tomates... todo valorado en un millón de euros.

¿Por qué le quemaron la nave?

Por decir estas cosas. Está prohibido decir estas cosas en un estado de Derecho porque aquí el derecho lo tienen sólo los que ostentan el poder. Los que no tenemos el poder, no tenemos derechos.

¿Se ha descubierto quién o quiénes le quemaron su nave?

Ni se ha sabido ni se va a saber pero el Ministerio de Trabajo sí se preocupa de ir a las fincas para mirarle las muñecas a los trabajadores para saber si los estamos esclavizando.

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