Flamenco SinCejilla

Lidia Montero, la historia de una saetera que perdió el miedo

La intérprete, de 34 años, reflexiona sobre las dificultades y las líneas que ha de seguir el rezo cantado en su generación

Lidia Montero en la catedral de Sevilla Raúl Doblado

Luis Ybarra Ramírez

Unos pocos años lleva callada la joven saetera que estos días anda, de nuevo, entre el balcón y la carretera. De Triana, con Esperanza, en coche para Olvera en un Viernes Santo de reencuentros: el suyo con el rezo público . La pandemia y ... una mala técnica vocal, sumada a la alergia, agravaron un extraño miedo que creció en su interior como la enredadera machadiana de la pena. Que no. Que se le cerraba la garganta al cantarle a Dios. Y que no podía, por más que se bajara el tono. Nada. Que abajo de esa ventana por la que ya no se quería asomar más… hasta ahora, cuando su oración vuelve a vestirse de arrojo.

Lidia Montero, natural de Villaverde del Río , debutó en Castilblanco de los Arroyos porque con dos reconocidos saeteros locales, El Canario de Cantillana y El Burraco, cerca de su pueblo, le daba cosa. Lo hizo a los 8 años, con la valentía que infunde la inconsciencia y animada por los discos que en su casa, a modo de pregón, rayaba su abuela: la Niña de la Alfalfa, Mairena, Pastora… Ganó madurez y certámenes, se hizo con una beca para estudiar en la Fundación Cristina Heeren , en la que imparte clases de cante, y participó en numerosas exaltaciones. Así anunció la Semana Santa desde el púlpito de la Catedral . También pudo llorarle a las imágenes de un sinfín de hermandades de toda España. Por supuesto, también a las de Sevilla: La Macarena, el Cristo de la Salud de San Bernardo, El Baratillo…

Se dio de bruces con la carcelera que hacía Rogelio Barrera y la adoptó como propia. Siguió aprendiendo de los antiguos mientras se buscaba por dentro y observaba, a la vez, a sus coetáneos. Dice que le gusta Aroa Cala, pero no la competición . «Trato de recortar mi saeta. La gente aplaude y reclama las largas. Hay un ambiente que me incomoda: como si tuvieras que demostrar hasta dónde puedes llegar cada vez que te subes. Y mientras más aguantes y aprietes, mejor. Algo superficial que echa para atrás».

Fue a romper su silencio el pasado Martes Santo, pero ni El Cerro ni Los Estudiantes la escucharon. Allí solo presumió una: el agua. Para La Madrugada, sin embargo, el cielo tuvo otros planes. Al fin alzó la voz como antaño, en Triana. «La sensación de que entre la multitud no se te escucha, la idea de coger un tono demasiado alto al principio, perder de vista el paso… Yo me retiré por un tiempo porque le cogí fobia. Cómo puede pasar esto con algo que es religión y música . Hay saeteros muy buenos en mi generación, Anabel Castillo, Juan de Mairena..., pero parece que costará recuperar la saeta cortita, la más flamenca. La gente no la quiere, pero los artistas debemos reclamarla». Lidia Montero ya está en disposición para ello. Superada la barrera del miedo, que siempre se alimenta de lo irracional, todo será, como ella dice, rezar y cantar.

Rezos y disparos a la Virgen

Noventa años han pasado desde esa salida extraordinaria. La Estrella, tras la proclamación de la Segunda República, en 1932, fue la única hermandad en realizar estación de penitencia. Se escucharon gritos de «¡Viva el comunismo libertario!» y «¡Viva Sevilla católica y mariana!» a lo largo de su recorrido. Tensión política y social. Pedrada a Jesús de las Penas por Sierpes con intentona de linchamiento y posterior detención, además de los disparos al palio en su regocida, a la entrada en el templo. De todo hubo en aquel periplo con grave final. Y en la plaza de San Francisco, frente al Ayuntamiento y en presencia de las autoridades, una saeta llena de circunstancias, la que cantó ese Jueves Santo La Niña de la Alfalfa : «Se ha dicho en el banco azul/que España ya no es cristiana/y aunque sea republicana/aquí quien manda eres tú/Estrella de la mañana» . Ni banderas ni ideologías ni sistemas de gobierno: Tú, única en la calle, al mando.

Niña de la Alfalfa ABC

Rozaba plenitud quien había sido nombrada por el rey Alfonso XIII como la Reina de la Saeta . Le quedaban, eso sí, varias décadas de corona en los balcones, compartiendo su eco con las primeras figuras de una época dorada: Manuel Vallejo, Centeno, El Gloria... Ella, que también interpretó ópera y zarzuela, cultivó un estilo folclórico, de facultad portentosa y un sentido lírico que aún se recuerda en la ciudad, más aún cuando se cumplen 90 años de valentía.

‘Continente 27’, de Chico Pérez: un nuevo piano

El ‘leleré’ que comparte con Sandra Carrasco es el preludio de una gran obra. Algo del minimalismo musica l de Win Mertens muestra este joven pianista de Jaén en sus composiciones. Algo del primer Dorantes, aquel que se dio a conocer por ‘Orobroy’ y ‘Sur’, también. Será la frescura que de lo verde se destila, la acumulación de un montón de ideas que se desarrollan siempre de la forma más sencilla para colocar la expresión en los cimientos o la misma búsqueda de la sencillez como principio y fin del proyecto. El resultado, sea como sea, se me antoja del gusto de cualquiera. Tiene profundidad, pero parece rehuir de lo complejo para armar con naturalidad un disco que cuenta cosas, que retrata bellos paisajes y grandes cristaleras hacia un mundo interior.

‘Callejón del agua’, junto a Manuel Lombo , es una de las piezas más logradas. Por ella suenan gotas y adoquines. Caricias por el marfil en el que se reúnen viejas y nuevas nostalgias. Antonio Serrano, este con la armónica, Arcángel y La Tremendita le acompañan en este viaje contemporáneo hacia la música de siempre. Tienen estribillos sus dedos. Aires de ida y vuelta para mirar sin miedo al latin jazz, el rock y el flamenco encontrado, a veces, con lo étnico y el góspel. Incluso en la taranta, que baja presumida hasta la oscuridad de la mina, roza el pop. La delicadeza pinta y mancha todo lo que toca. Lo define. Y la tendencia a la luminosidad hace que podamos imaginar canciones como ‘En mi laberinto’ en un anuncio publicitario de automóviles. Busca la emoción por lo épico. La universalidad con un racimo de prismas radicalmente particulares. Y ese afán le hace rondar en todo momento el tópico de la belleza. Es de Jaén, como decía, tiene 27 años y se ha revelado como una promesa de primer orden.

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