Crítica de danza: el baile libre de Olga Pericet

Se trata de una referencia histórica a la guitarra 'La leona' del mítico Antonio de Torres, que podría considerarse como el primer prototipo español y flamenco, una guitarra que supuso un experimento en su primer arquetipo. Por eso, antes de comenzar la obra nos informan que se le dedica al luthier Arcadio Marín.

El certamen parece que tiene vocación de convertirse en un laboratorio de experimentación para los artistas que quieran, como en este caso, presentar un trabajo en proceso que según Olga Pericet, va a durar hasta 2023. Sin embargo, por la duración y la composición de la obra pareciera que ya está completa, casi cerrada, aunque no sea así.

El escenario está casi a ras del suelo. Los espectadores en grada. Sobre el tapiz una forma tapada con una especie de tela adamascada. Los espectadores entran. Las luces se apagan y Roberto Jaén sale hacia el centro de la escena y toma con los dedos la tela descubriendo el cuerpo medio desnudo de Olga Pericet. La percusión de Jaén va a marcar el siguiente tramo, cuando a través del ritmo el cuerpo comienza a moverse como si estuviera saliendo a modo de crisálida. En su espalda se dibujan las costillas, los músculos, cada movimiento hace casi transparente lo que está bajo su piel. Nos enseña su cara con el pelo ensortijado a modo de león, más que leona, y lleva una máscara de colores encendidos que la convierte en un ser casi mitológico.

Con este vibrante comienzo cada movimiento que llegó después fue una sorpresa tras otra. Primero la música en directo de la mano de Roberto Jaén, las guitarras de Alfredo Mesa y José Manuel León, el bajo de Juanfer Pérez y la voz de El Mati . Los registros de todos ellos son diversos y espléndidos. Juntos o por separados conforman una línea musical que pasa de la farruca a la percusión, con ritmos que se asemejan al jazz o a los palos orientales. Todo es de una armonía y persondalidad arrolladora.

Olga Pericet se encuentra en un momento creativo de explosión, algo que sin duda cuidará con mimo sin llevarlo a los extremos. Su baile pasa por estéticas contemporáneas y flamencas sin chirriar, dándole expresión a cada situación sin que colisionen, más bien encontrando ese diálogo necesario para generar lo bello en el escenario.

Con pantalones por farruca, con unas plantillas de guitarra en brazos e incluso en su vestido, la Premio Nacional de Danza consigue emocionar con una propuesta que se aleja bastante de los cánones habituales, y para la que ha contado con la dirección de Carlota Ferrer . Hay química en escena entre los intérpretes, no se ven distinciones ni siquiera físicas, no hay atrás y delante, y eso está bien. El baile de Olga Pericet tiene la madurez de la experiencia pero también la frescura de la intuición .

La obra es vibrante y sobre todo sorprendente. Orgánica, terrena y sobre todo libre. 'La tienta de la leona' es un camino abierto hacia la creación en el que Olga Pericet quiere seguir experimentando. El inicio con estos casi 75 minutos presentados en el Festival de Itálica no puede dejar de ser más prometedor.