Arcángel: «El Ministerio de Cultura nos ha dejado tirados»

El cantaor onubense dará mañana un concierto de villancicos flamencos en el teatro de Los Remedios

El cantaor onubense, con el Grammy Latino ABC

El año ha sido muy duro para los flamencos, incluso para primeras figuras como Arcángel. El cantaor onubense quiere olvidar las fatigas de 2020 cuanto antes y para eso viajará mañana en el teatro de Los Remedios a su infancia, a la casa de su ... abuela paterna en Alosno, donde aprendió los villancicos del Andévalo que va a cantar para felicitar la Navidad a los sevillanos y para «curarles un poco el alma»...

Recitales en teatros pequeños. Esto es lo que hay, ¿no?

Es un teatro pequeñito al que no había ido nunca hasta este año, que estuve en febrero. Yo no le tenía mucha fe, sinceramente, pero me encontré muy a gusto. Para el cante es espectacular porque suena muy bien. Para un espectáculo austero, es estupendo, se tiene mucho contacto con el público. Y además permite seguir funcionando en un tiempo tan difícil como éste.

Va a cantar las cosas que aprendió de su abuela en Nochebuena

Sí, es un espectáculo al uso de unas navidades típicas. Haré una revisión de los villancicos tradicionales pasados por mi filtro, yo les doy un carácter personal porque es muy importante que en todo lo que haces se note tu mano.

«Recuerdo a mi tía y a mi abuela cantándome los villancicos de Alosno que yo ahora hago a mi manera»

Los villancicos de Alosno no son muy conocidos fuera de allí. ¿Los puede definir?

Este repertorio lo baso mucho en las cosas de Alosno porque están poco escuchadas, sólo se conocen por allí y son unos villancicos que son muy elementales, por lo que se le pueden hacer muchas cosas nuevas. No son melodías al uso, pero al estar poco acompañadas históricamente, la concepción armónica da muchas posibilidades nuevas.

Lo habitual es que los recitales flamencos de Navidad tiren para Jerez.

Los villancicos de Jerez están más ligados al flamenco y a lo mejor los de Alosno son flamencos sólo porque los cantamos nosotros, es verdad que son más folclóricos.

¿Los suele cantar en su casa en Nochebuena?

En mi caso ha mutado mucho la celebración de la Navidad porque me faltan mis padres. El recuerdo que tengo era de celebrar no tanto la festividad, sino el reencuentro de mi familia. La mayor parte de mi familia de padre era de Sevilla, pero nos reuníamos en Alosno en la casa familiar de mi abuela y echábamos dos semanas de vacaciones muy bonitas. Recuerdo a mi tía y a mi abuela cantándome los villancicos. Las navidades en los pueblos son mucho más bonitas que en la ciudad y yo trato de llevar ese ambiente a mis hijos ahora, sí.

«Le han dado respiro a todos los sectores menos a la cultura y encima el flamenco siempre va en los últimos vagones»

¿Este será su último concierto este año?

Me queda un concierto más en Carmona el día 29 que ha sido un reciclaje de dos o tres conciertos que se me han caído en estos meses.

¿Cuántos se le han caído? ¿Lo ha pasado mal?

El número de actuaciones ha sido muy inferior a lo que estoy acostumbrado. Este año hemos tenido una merma del 70 por ciento de la facturación anual. Eso es un palo muy gordo porque no llegas ni a los mínimos que necesitas para tirar hacia adelante.

Pues usted es una primera figura. Es mejor no pensar cómo estarán los artistas del segundo escalafón o los de los tablaos.

Con la asociación que hemos creado para luchar por nuestros derechos, Unión Flamenca, recibimos a diario la llamada de gente que no puede pagar la luz ni el agua.

¿Cómo se arregla eso?

Creo que pudiera tener mejor arreglo con conciencia colectiva, tanto en el mundo artístico como en el institucional. Hay que tener conciencia también en la sociedad de que somos un sector muy vulnerable y nos cuesta mucho convencer a los demás de la labor, no digo sanadora del alma, sino ya la empresarial que llevamos adelante. Tenemos que conseguir no sólo prestigiar el mundo artístico, también el laboral. De esa manera no ocurrirá que el Ministerio de Cultura nos deje tirados, ni que se produzcan brechas entre nosotros mismos para que los objetivos sean comunes y no individuales por la necesidad imperiosa de poder sobrevivir.

La asociación que hemos creado, Unión Flamenca, recibe a diario la llamada de artistas que no pueden pagar la luz ni el agua.

Los propios flamencos han propiciado esto.

En parte, sí. Tampoco podemos echarle la culpa siempre al de fuera. Estamos intentando buscar esa unión y sí que hay mucha gente por la labor de ayudar. También existen las voces disidentes, que tienen el mismo derecho a expresar su opinión, pero es momento de unir fuerzas. Es de la única manera de poder exigir a las instituciones que respeten el flamenco.

Hay una leyenda en el flamenco que dice que se canta mejor cuando se ha pasado hambre. José de la Tomasa dice que él canta mejor después de haber cobrado.

Yo lo suscribo. Muchas veces hemos escondido el negocio como si nos diera vergüenza que el arte lleve eso aparejado y hay que superar ya esa barrera. Hay que hablar de arte y de negocio también, es un producto como otro cualquiera que se pone en venta.

Entonces, no hay que pasar miserias para cantar bien, ¿no?

Para nada. Ese tiempo pasó y estamos en otro contexto de la historia. Pero ahora estamos en mínimos. La valoración que se tiene del mundo del arte es la peor de la historia. A todos los sectores se les ha permitido respirar un poco menos a la cultura. Y el flamenco, que va en los vagones de atrás, aún peor.

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