Rivero Taravillo: «Cernuda es un poeta integrado en la lectura de cabecera»

«Pocas ciudades han forjado un imaginario de ciudad literaria como Sevilla. Ha sido un lugar de inspiración de múltiples autores de todos los siglos que quedaron fascinados por su belleza y una sugestiva y huidiza atmósfera literaria. Un hechizo que cautivó a viajeros y escritores de fuera, pero que también activó los mecanismos de creación en los autores nacidos en la ciudad», dijo Eva Díaz Pérez directora del Centro Andaluz de las Letras institución que organiza el ciclo de mesas redondas, titulado 'Sevilla, una inspiración literaria'.

Las intervenciones estuvieron centradas en la relación de Cernuda con Sevilla, recordando la huella de Sevilla en obras como 'Ocnos' y en otras obras del escritor, así como la relación ambivalente de amor y odio, admiración-desprecio que tuvo con su ciudad. Sobre si Sevilla tiene una deuda con Cernuda, Taravillo dijo que, «siempre cualquier creador da más de lo que recibe, pero es verdad que Sevilla y España en su conjunto ha ido haciendo bastante ejercicio de memoria sobre Cernuda, sobre todo a partir del centenario y diferentes efemérides. Lo principal es que se le lea y haya buenos textos circulando sobre él. Es un poeta integrado en la lectura de cabecera».

Durante las intervenciones, se habló sobre qué imagen da Cernuda de Sevilla y cómo no llegó nunca a olvidarla y la tuvo presente en los diferentes exilios. «El momento más crítico de su exilio fue en los años 40 del pasado siglo en Glasgow, una ciudad que odiaba por el carácter, por el clima..., y el recuerdo de Sevilla a través de 'Ocnos' fue lo que le hizo aferrarse al calor de sus recuerdos y realizó una reconstrucción muy detallada de aquella Sevilla escenario de su infancia y juventud«.

Cernuda, Machado, Aleixandre llevaron siempre a Sevilla en su vida y en su obra, lo que manifiesta lo que pesa la ciudad en sus hijos poetas, «sí, es verdad, en unos más y en otros menos. Machado se fue siendo niño y siempre le quedó la ciudad en su memoria que dio lugar a poemas espléndidos, incluso en su último verso donde recuerda la luz de niños. Es una ciudad que tiene carácter y de las pocas que tiene una huella tan dilatada en tantísimos escritores».

La Sevilla del Cernuda joven fue descrita como una ciudad apegada en sí misma con grandes desigualdades, «con un nivel de pobreza muy importante junto a cosas esplendorosas, y sí tuvo el acicate de la Exposición Universal del 29, aunque ya Cernuda se había ido para esos años».

La Sevilla que recuerda Cernuda era de interior, «como él era, replegado a la intimidad. Habla de su casa natal, de la fuente, la vela, todo ese mundo interior que le ha acompañado en sus lecturas. Al final de su vida recuerda la Semana Santa y lejos de caer en los tópicos de cartel turístico de la ciudad, piensa en la Sevilla intimista y eso es una extrapolación de su carácter hacia la ciudad».

Rivero Taravillo cree que, «si hoy Cernuda viera la Sevilla actual, no la reconocería. La ciudad ha cambiado mucho. Sí le sorprendería a Cernuda verse tan admirado y tan leído, porque realmente ostenta un lugar que pocos poetas de su generación ha alcanzado».

Para el escritor y traductor, «debería ser obligatorio para todos los sevillanos leer 'Ocnos', porque es Sevilla y otros lugares que conoció, pero refleja muy bien la Sevilla del siglo XX de la que hay elementos que se mantienen, como cierta sensibilidad que Cernuda recoge muy bien».