cultura
Retrato íntimo y literario de Manolo Sanlúcar
Juan Manuel Suárez Japón acaba de publicar el libro 'Manolo Sanlúcar. La eterna huella de un genio'
Muere Manolo Sanlúcar, maestro de la guitarra flamenca, a los 78 años
Presentan la Fundación Manolo Sanlúcar, que velará por el legado del maestro
Juan Manuel Suárez Japón junto a la plaza que lleva su nombre en Coria del Río
El 27 de agosto de 2022, cuando apenas faltaban unas semanas para que comenzara la Bienal de aquel año, moría en Jerez de la Frontera uno de los grandes genios de la guitarra flamenca de todos los tiempos, Manuel Muñoz Alcón, más conocido en ... todo el mundo como Manolo Sanlúcar. Ese aciago día puso el punto y final a la vida de este gran compositor e intérprete, pero también marcó el inicio del mito. Pocas personas conocieron tan bien como Juan Manuel Suárez Japón a este artista. De hecho, trabó una amistad tan grande con el maestro de Sanlúcar de Barrameda que pudo descubrir la esencia del inmenso ser humano que se parapetaba detrás de la guitarra. Fruto de esa camaradería de tantos años, el que fuera rector de la Universidad Internacional de Andalucía acaba de publicar el libro 'Manolo Sanlúcar. La eterna huella de un genio' (Fundación Manolo Sanlúcar. Aura Seguros), donde realiza un retrato íntimo de este músico irrepetible, descubriendo facetas poco conocidas para el público general del autor de 'Locura de brisa y trino' como su sensibilidad para escribir poesía.
Comenta Suárez Japón que cuando presentó su libro 'De Sendai a Coria del Río. Historias de japoneses y Japones' (Universidad de Sevilla) dijo que «a veces son los temas los que eligen al autor y no al revés, como en la obra de Pirandello 'Seis personajes en busca de autor', y eso me ha servido para este caso». En ese sentido, recuerda que conoció personalmente a Manolo Sanlúcar a finales de los años ochenta «y muy especialmente a partir de un encuentro que tuvimos en Sanlúcar de Barrameda y que cuento en el primer capítulo del libro. A partir de ahí tuvimos una relación de mutua confianza, de entendimiento y complicidad que se fue haciendo cada vez más fuerte», asegura.
Esa amistad llegó a la fraternidad a raíz de un acontecimiento que marcó un antes y un después en la vida de Manolo Sanlúcar, la muerte de su único hijo, Isidro -más conocido como Nano-, en el año 2004. «La mujer de Manolo, Ana, me dijo que al final sus dos mejores amigos éramos su psiquiatra, Fernando Campo, y yo». A raíz de la celebración del Día de Andalucía de 2023, la Fundación Manolo Sanlúcar, que aún no tenía su sede abierta, organizó un acto en homenaje al guitarrista en la playa de Bajo de Guía en Sanlúcar de Barrameda. «Cuando yo venía de aquel acto vi que había sido muy bonito, pero que era algo que se había quedado en el aire y en la memoria de los que estuvimos allí. Entonces comprendí -prosigue este autor- que tenía que hacer un libro sobre Manolo al haber sido receptor de sus confidencias, de sus quejas, de sus ilusiones y de su desesperación. Todo eso tenía que contarlo, pero manteniendo naturalmente los límites de la discrecionalidad».
'El alma compartida'
Una de las características más interesantes de esta obra es que no se trata de una biografía al uso de Manolo Sanlúcar que recopila fechas y datos sin más. A este respecto, hay que señalar que toma como punto de partida el libro que el músico gaditano publicó en 2007 bajo el título de 'El alma compartida' (Almuzara). «Ese libro se lo presenté en Sanlúcar en 2007 y nació de dos hechos que marcaron su vida: la muerte de su hijo en 2004 y la de su padre en 2006. Manolo tenía auténtica pasión por su padre y entró en una fase depresiva muy grave, recluyéndose en su finca en El Pedroso», subraya Suárez Japón. Tanto su psiquiatra como el que fuera decano de la Facultad de Humanidades de la Universidad Pablo de Olavide coincidieron en recomendarle al maestro que diera salida a «esa mezcla de pena y de rabia» escribiendo, «porque Manolo escribía muy bien», afirma Suárez Japón.
Manuel Pimentel, Manolo Sanlúcar, María del Mar Moreno y Juan Manuel Suárez Japón presentando 'El alma compartida' en Sevilla en 2008
Recuerda este autor que «un día quedamos en Sevilla y Manolo me trajo un sobre acolchado con ochenta o noventa folios ya escritos. Me lo llevé y le dije que se lo iba a corregir, pero antes de llegar a mi casa, él me pidió expresamente que no se lo corrigiera, que eso tenía que salir tal y como había salido de sus manos». En 'El alma compartida', Sanlúcar contaba episodios más anecdóticos como cuando iba a la panadería del padre. También relata cuando se enamoró de su esposa. Pero sobre todo esta obra conmueve cuando se llega al capítulo más trascendente, que llevaba por título 'Dios y yo'. En ese texto el músico se rebelaba y pedía explicaciones por lo que le había pasado. «Ahí me di cuenta de que Manolo escribía de una manera brillante. Tuve compañeros de la Universidad que me dijeron que yo había metido la cuchara, algo que por supuesto no hice, pero dejé que se lo creyeran porque si decía que no, no me iban a creer. Si ellos pensaban que un flamenco no era capaz de escribir bien, allá ellos con sus prejuicios», dice este profesor.
En el prólogo de aquel libro, Juan Manuel Suárez Japón indicaba que Manolo Sanlúcar se manifestaba como una de esas muñecas rusas que se van abriendo en distintas capas. «Se quita lo de fuera y está el guitarrista. Se quita el guitarrista y sale el músico, ya que llegó a componer hasta sinfonías. Se quita el músico y sale el escritor. Se quita el escritor y sale el teórico, y se quita el teórico y sale el poeta. Yo decía que todo eso era Manolo», dice el catedrático. Cuando el guitarrista terminó su libro, quedó pendiente editarlo. El entonces rector de la UNIA organizó un almuerzo en el World Trade Center en el que además del músico asistió el editor de Almuzara, Manuel Pimentel. «Pimentel me preguntó si era un libro de flamenco, una autobiografía o un libro de teoría, pero yo le dije que no. Le insistí en que era un libro de Manolo, y eso le valió para comprometerse a editarlo», afirma. De ahí que Suárez Japón haya partido de esta obra de Manolo Sanlúcar, pues de lo contrario hubiera sido imposible entender la última etapa de la vida de este genio.
Relata el autor de este libro que el año 2004 no sólo marcó un antes y un después en la vida personal de este gran músico, sino también un en el plano profesional. «Las últimas obras buenas de Manolo son la sinfonía 'Aljibe' (1992); 'Locura de brisa y trino' (2000); 'La voz del color', que hizo inspirándose en algunos cuadros de Romero Ressendi, e incluso la 'Sinfonía para ocho monumentos', que se estrenó en Sevilla en 2008, pero que estaba escrita de antes. A partir de 2004, la única composición nueva que hizo Manolo fue la 'Canción de Andalucía'. Ese aminoramiento en su capacidad creativa, sin embargo, se ve compensado por un incremento grandísimo de su mundo reflexivo, de teorizar sobre su música, de pelearse por la dignificación de la música flamenca», señala Suárez Japón, quien añade que el músico se murió «con pena» por «ese maltrato que los conservatorios dan al flamenco». También subraya la lucha que hizo este maestro por equiparar el flamenco a cualquier otra música. «Él decía que eso sólo se podía defender desde el conocimiento de la música. Luchó toda su vida para que cualquier músico del mundo tuviera una información sobre lo que era el flamenco en términos musicológicos». Ese afán por transmitir sus conocimientos hizo que el maestro publicara el libro 'Sobre la guitarra flamenca: teoría y sistema', que contó con un prólogo de Luis de Pablo, uno de los músicos españoles más destacados de la segunda mitad del siglo XX.
Por otra parte, hay que destacar que en el documental 'Manolo Sanlúcar, el legado', que dirigió Juanma Suárez, hijo de Suárez Japón, se hallaba un testimonio de la hermana del maestro, Pepa. Esta señalaba que el músico «había dejado de ganar mucho dinero para dejar su legado a salvo», dice el exrector de la UNIA. «Manolo hizo entonces dos cosas. La primera fue publicar en doce discos compactos la obra didáctica, un intento de explicar el origen de las músicas flamencas desde un punto de vista musicológico y también de estudiar las estructuras musicológicas de cada uno de los palos, aunque él los llamaba géneros. Eso lo tomó de la biología. Igual que el pino era el género y tiene muchas silvestres, en el flamenco la soleá era el género, y los distintos tipos de soleá eran las especies del género».
También el libro de Suárez Japón relata la frustración tan grande que sintió este genio del flamenco al acudir a las administraciones. «Manolo llamó a todas las puertas: locales, regionales y provinciales. Yo le acompañé a la Consejería de Cultura varias veces -Suárez Japón fue en su momento consejero de Cultura-. Todas las administraciones le respondían con buenas palabras, pero ninguna hizo nada». La única que le hizo caso fue la entonces directora de la Agencia Andaluza del Flamenco, Viviana Aido, a la que le entregó el proyecto que él tenía en mente para trabajar con el flamenco. «Yo se lo mandé a Viviana. Quedamos los tres y ella se comprometió a sacar eso adelante. Ella hizo el primer compromiso económico, pero Aido se fue después y aquello se quedó en el aire. Él sufrió mucho porque no entendía cómo actuaban las administraciones. Si él recibía una fundación debía justificar hasta el último euro», aclara.
Cubierta del libro de Juan Manuel Suárez Japón
La otra cosa por la que luchó Manolo Sanlúcar fue la creación de un centro internacional de estudio de la guitarra flamenca. Eso no se podía hacer sin poner previamente en marcha una fundación, proyecto que estuvo parado mucho tiempo y que al final nació de un modo casual. En 2016, el guitarrista fue invitado al Festival de Cine de Málaga para presentar un avance de su obra didáctica con Farruquito y Marina Heredia. Esa noche cenaron en la bodega El Pimpi. Allí apareció un hombre que le dijo al músico que tenía un amigo en Barcelona que lo quería ayudar. Sanlúcar se puso en contacto con José Martínez, presidente de Aura Seguros. «Este le dijo que era un gran amante de la guitarra. Hablaron de crear una fundación. Él le dijo que quería comprar una sede para hacer allí una casa-museo y también comentaron la idea de crear la escuela internacional de guitarra. Esa escuela estará en Sevilla para que venga gente de todo el mundo. Todo eso lo cuento en mi libro», dice Suárez Japón.
Paco de Lucía
Como no podía ser de otra forma, el libro retrata también en distintos pasajes cómo fue la relación entre Manolo Sanlúcar y Paco de Lucía, el otro gran genio de la guitarra flamenca. «Hablo de ellos primero en el momento en el que Manolo se fue a Madrid. Allí cuento cómo este empezó a obsesionarse por la música. La mujer decía que cuando venía de actuar, sea de donde fuera, se ponía a ensayar aunque fuera de madrugada. Por esa época, Paco de Lucía era un poco más 'bon vivant' y se iba más de fiesta, de ahí que se metieran con Manolo», dice Suárez Japón. Este añade que, posteriormente, cuando Manolo Sanlúcar participó en el curso 'Los flamencos hablan de sí mismos', que dirigió Manuel Curao, «dijo maravillas de Paco de Lucía». Juan José Téllez por su parte organizó varias sesiones de homenaje a Paco de Lucía. En la de 2008 acudió Manolo Sanlúcar. «Allí planteó una tesis y dijo que el flamenco era un mundo enorme que empezaba con la simpleza de las tonás y que podía acabar en una sinfonía como 'Medea'. En esos dos extremos cabía toda la variedad del flamenco. Manolo planteó que entre Paco de Lucía y él habían abarcado todo eso. Lo que ocurre, dijo el maestro, es que Paco de Lucía había ido a buscar a Mozart y él había buscado a Beethoven», señala este catedrático. Por último, dice Suárez Japón que la esposa de Manolo Sanlúcar le contó que cuando murió Paco de Lucía, su marido dio unos gritos y se encerró en su habitación y que no salió de allí en varios días ni para comer. «El único peluseo es que Paco de Lucía se llevó más reconocimiento. Manolo se preguntaba en privado: '¿Cuántos discípulos se ha llevado Paco de Lucía?' Paco no tuvo ningún discípulo, mientras que Manolo Sanlúcar tuvo muchos: Riqueni, Vicente Amigo, Juan Carlos Romero, José Antonio Rodríguez, Santiago Lara y un largo etcétera. Eso es una muestra de generosidad y de compromiso con su arte», concluye el autor de esta obra.
Por otra parte, cabe señalar que este libro está acompañado de abundantes fotografías y de un anexo con textos del propio Manolo Sanlúcar, Alberto García Reyes, Manuel Bohórquez y otros autores. Además, se incluye la última entrevista que concedió el maestro. Fue con el periodista Alejandro Luque y se publicó en Jot Down en julio de 2022.
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