Pitingo: «El flamenco y la música negra son mi forma de sentir y vivir»
El artista actúa este viernes en el Tío Pepe Festival en Jerez
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Sevilla
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Iniciar sesiónPitingo no entiende la música sin emoción ni mestizaje. Desde hace más de dos décadas, su voz ha tendido puentes entre el flamenco y el soul, creando un estilo propio que ha conquistado escenarios de diferentes partes del mundo. Esta noche, el artista ... onubense volverá a subirse a las tablas, esta vez, en un enclave muy especial: el Tío Pepe Festival de Jerez de la Frontera. Allí presentará 'Soulería de ida y vuelta', un espectáculo que recorre sus grandes éxitos.
- Esta noche llevará su espectáculo 'Soulería de ida y vuelta' al Tío Pepe Festival de Jerez. ¿Qué significa para usted actuar en un escenario tan especial como estas bodegas?
- Es responsabilidad, alegría, miedo… Un poquito de todo. Muchos sentimientos, pero, sobre todo, un gran orgullo de estar ahí, con ese cartel de artistas.
- ¿Tiene preparada alguna sorpresa para el concierto en Jerez?
- Sí, hay algo preparado, pero no lo puedo contar. Por otro lado, haremos un recorrido por todos los discos, que son más de 20 años los que llevo de carrera. Lo que hemos hecho son nuevos arreglos, porque yo miro las canciones que hice hace décadas, y ahora las haría de otra manera, desde un punto de vista más maduro. No digo que sea mejor, pero sí diferente. Me apetece mucho darle al público esas pequeñas sorpresas. Además, con Jerez de La Frontera tengo un vínculo muy cercano, porque tengo familia allí. Por eso, cuando me preguntaron si quería formar parte del festival, no me lo pensé dos veces.
- La mezcla de flamenco y soul se ha convertido en su sello. ¿Cómo describiría esta 'Soulería' que le acompaña desde hace tantos años.
- La describiría como parte de mi alma, porque me quedaría con las dos; es decir, con la raza gitana, también con la raza no gitana blanca, y con la raza negra. Las personas que más quiero en este mundo son de raza negra, y, por supuesto, gitanos y no gitanos. Me he criado, no entre dos aguas, sino entre tres. Siento el flamenco exactamente igual que la música soul, el blues o la música negra en general.
- ¿Cómo ha evolucionado su forma de entender el mestizaje musical?
- Al principio lo veía como algo natural, porque esto viene de cosas que me han pasado a mí en la vida, por eso he ido creando esa forma de cantar y esa forma de expresarme. Yo tenía 10 años y mezclaba el 'What A Wonderful World', de Louis Armstrong, con soleares de Juanito Valderrama. Ahora lo veo con mucha responsabilidad, porque ya no es solo en España, sino que voy por el mundo cantado con artistas muy grandes: Sam Moore, Gloria Gaynor, Phil Collins… Y a todos les llama mucho la atención este hermanamiento de culturas flamenca y negra.
- ¿Cuál diría que es la clave de su éxito?
- Cada año intento mejorar, entre comillas, la fórmula, pero, al final, el flamenco y la música negra son mi forma de sentir y vivir. Puedo cantar un bolero o cualquier otro género, pero siempre termina teniendo mi sello propio. Intento sorprender a la gente, e intento avanzar yo también. Por ejemplo, me gusta mucho estudiar, tanto la historia del pueblo gitano, como la del negro, y ver las similitudes. Sé que musicalmente no tienen nada que ver, pero sí que son dos pueblos que han sufrido mucho, y eso, en la manera de cantar, se nota. A los nueve años, me di cuenta de que ahí pasaba algo. Yo decía, ¿por qué todos los negros cantan bien? Y lo hacían con un estilo diferente a las personas blancas. Me pasaba lo mismo cuando escuchaba a los gitanos. Evidentemente, siempre hay alguno que canta mejor que otro, pero en sus voces hay sufrimiento, una fatiga que ha pasado del bisabuelo al abuelo, a los padres… Se nota. Eso sí, los gitanos hacemos de las penas, alegrías. Cuando tenemos alegría, cantamos; cuando tenemos pena, cantamos; cuando estamos enfadados, cantamos… Los negros exactamente igual, en ese sentido. Y lo sé porque, además de conocer a muchas personas negras, he trabajado con diferentes coros de gospel del mundo entero, y siempre dicen lo mismo. Al prinicipio, a todos les parecía raro. Pero mira, hace poco me dieron el premio del Potaje Gitano de Utrera, que es un reconocimiento que dan los gitanos en Andalucía. He conseguido llevar el flamenco por el mundo entero con otra música, y voy a Estados Unidos, y tengo muchísimo público afroamericano, eso me enorgullece, porque no es fácil que vengan a verte. Luego, aquí en España, el público siempre está ahí y responde maravillosamente bien.
- ¿Considera que el flamenco está en auge?
- Lo he hablado con mucha gente y sí, totalmente. Y me alegro, no te puedes imaginar cuánto. Ha costado, no solo a mí, sino a mis compañeros y a los que ya no están, que han luchado mucho también por esto: Enrique Morente, Paco de Lucía, Camarón… Cuando veo a Israel Fernández, María Terremoto, o a cualquier joven haciendo flamenco y arriesgando, me parece maravilloso. Creo que el público general va despertando también, están naciendo curiosidades por el flamenco que antes no existían. Paco de Lucía, Morente y Camarón atrajeron a un público no flamenco, y fueron metiendo el género poco a poco. Por otro lado, por ejemplo, tú vienes a un concierto mío y lo mismo puedo hacer 'Killing Me Softly With His Song' que una soleá, una bulería… Y la gente, quieras o no, está escuchando cante flamenco también, aunque no haya un concepto de concierto flamenco. Entonces, se han ido dando, como yo digo, pildoritas, y son muchos los que se han aficionado al cante flamenco. Ojo, para mí está por delante el respeto siempre al cante flamenco, porque yo soy flamenco y soy cantaor, pero no defiendo mi 'Soulería' como flamenco, lo hago como una unión, un hermanamiento de culturas. Parece que ya con el tiempo, después de todas las críticas que tuve al principio, porque gustó a mucha gente, pero no tanto a los puristas, o como yo decía en mi comodidad, a los flamencólicos, de hecho, les molestó mucho. Yo nunca he querido hacer daño a nadie, lo que quería era aportar, pero había gente que no lo entendía. Ahora parece que lo van entendiendo, y hay quien, encima, lo valora.
- Este género ha ganado tanta visibilidad, que incluso ha sido declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. ¿Qué papel juega usted en todo esto?
- Creo que he puesto un granito en una playa. Al final yo puedo moverme por muchos circuitos, pero hay compañeros y compañeras que hacen flamenco tradicional y no saben dónde exponer sus trabajos, porque a muchos les ponen pegas en las radios, televisiones… Tenemos la música más importante. Enrique Morente siempre decía que, si el flamenco lo hubiera inventado América, sería la música más importante del mundo, y es verdad. Hay que seguir luchando por los compañeros, por que no desaparezcan los festivales flamencos, por que se le dé cabida al flamenco tradicional, porque no se puede perder, es algo nuestro. Creo que también es necesario concienciar, sobre todo, al público joven, que ve el flamenco como algo lejano, como algo antiguo. Hay que intentar darle la vuelta a la tortilla.
- El periodista y crítico flamenco Manuel Martín Martín defiende que en los festivales flamencos debe haber cabida para nuevas propuestas, porque siempre se terminan viendo las mismas caras. ¿Coincide con esta idea?
- Por supuesto, tiene que haber de todo en los festivales. En realidad, es un trabajo de todos, no solo de los medios de comunicación, también de la propia gente del flamenco. Los flamencos estamos cada uno a nuestra bola, y mira que he hablado mil veces para intentar hacer que nos unamos todos para poder hacer avanzar con el flamenco, al igual que Tomatito o Juan Carmona, pero es muy complicado. Es cierto que en los festivales siempre están los mismos, pero así no se atrae al público joven. ¿Cómo se hace? Renovando carteles con gente nueva y, por supuesto, contando también con veteranos, que tampoco hay que dejarlos de lado, que han dado mucho alcance y realmente son ellos los que atraen, de ahí que sean cabezas de cartel.
- Volviendo a su carrera, ¿qué le sigue ilusionando, 20 años después, al subirse a un escenario?
- ¡El aplauso! ¿Te puedes creer que todavía, cuando me subo a uno y arranca el primer aplauso, me entra una cosa en el estómago que no se me quita? No se me van a pasar estos nervios en la vida. De verdad, en la vida. Y te digo una cosa: espero que nunca se me pasen. Por respeto al público, más que nada. Ese primer aplauso es como una vitamina que necesitamos los artistas. Si todos han disfrutado, se han puesto de pie, han vibrado… Eso es para mí lo más importante, es el mejor premio.
- ¿Qué metas o proyectos tiene a largo plazo?
- Seguir girando por el mundo. Estoy pensando en otros proyectos, de hecho, ya estamos trabajando algunos de ellos. Eso sí, a lo que aspiro es a la tranquilidad. Estoy en un momento de mi vida en el que lo que pido es disfrutar del momento, porque ha habido veces que no he saboreado el éxito. Después de verlo con perspectiva, durante años viví una especie de depresión, a pesar de que estuvieran pasando cosas maravillosas. Incluso pensé en abandonar, pero dejo de cantar, y me muero, no puedo.
- ¿Cómo describiría el punto en el que está?
- Estoy en un momento muy bonito. Desde hace unos años, ya no me importa nada de lo que digan… Estoy tranquilo, y disfruto del público, del concierto, del post concierto, de mi gente… Eso lo tengo claro: me viene bien rodearme de los de toda la vida, de mi gente, que son los que me ponen los pies en el suelo. A los artistas se nos acercan muchos con no tan buenas intenciones, y todo eso te va afectando a lo largo de los años. Pero claro, cuesta diferenciar a quien es de verdad del que es de mentira. Hay un momento en el que te planteas todas esas cosas, hasta que llegas a esa madurez profesional en la que dices, bueno, esto lo tengo que aceptar porque es así, y lo que tengo que hacer es llevar un escudo y estar cerca de los míos para que me protejan en ese sentido, ya está.
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