cultura
Juan Manuel de Prada: «Meternos con Trump y Putin puede distraer nuestra atención a la hora de ver que en España hay personas que están haciendo cosas terribles»
El escritor presenta este jueves en el Aula de Cultura de ABC la segunda entrega de 'Mil ojos esconde la noche' (Espasa)
Juan Manuel de Prada: «Los intelectuales y artistas defienden en privado una cosa, pero en público acatan toda la morralla»
Sevilla
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Iniciar sesiónJuan Manuel de Prada (Baracaldo, 1970) acaba de publicar 'Cárcel de tinieblas', la segunda entrega de su monumental novela 'Mil ojos esconde la noche' (Espasa). Se trata de un ambicioso proyecto literario de más de 1600 páginas escritas a mano ... y publicadas en dos volúmenes por decisión editorial en el que el autor muestra un fresco asombroso de los españoles que se hallaban en el París ocupado por las tropas nazis durante la Segunda Guerra Mundial. El escritor y columnista de ABC presentará esta obra el próximo jueves en el Aula de Cultura de ABC en un acto que se celebrará en la Fundación Cajasol, coorganizadora del evento junto a la Real Maestranza de Caballería.
—Con esta segunda entrega de 'Mil ojos esconde la noche' completa el círculo de uno de los episodios menos conocidos de la reciente historia de España.
—Efectivamente, en esta segunda entrega de la novela se nos va a contar la historia de esos artistas y escritores españoles en París desde 1942 hasta el desembarco de Normandía, justo antes de la entrada de los aliados en París. Ese fue el momento de la desbandada de quienes no pueden esperar a los aliados porque les podía salir caro. A diferencia de la primera entrega, Alemania ya empieza a perder la guerra desde 1942, algo que se hizo muy evidente a partir de 1943. Eso repercute en que la situación en París se haga muy difícil en todos los órdenes, en especial para los judíos, porque hay redadas y los enviaron a campos de trabajo al este. La vida de los artistas cada vez es más penosa en París porque hay más restricciones y crece la pobreza.
—¿Cómo se desenvuelve el protagonista, Fernando Navales, en este ambiente?
—Para Navales todo es más peliagudo porque la misión que le encomendaron desde la Falange de captar a artistas y escritores exiliados se le empieza a hacer más cuesta arriba. Los exiliados por la Guerra Civil, a medida que Alemania va perdiendo la guerra, ya no quieren colaborar con la Falange. Paralelamente hay una especie de proceso de redención en el propio Navales, que se ve invadido por el resentimiento. Interpelado por lo que ve a su alrededor, empieza a hacerse ciertas preguntas o se plantea unos dilemas morales. Se produce una evolución tanto en Navales como en los personajes secundarios porque las circunstancias cambian. Muchos españoles, a medida que las condiciones en París se deterioran, optan por volver a España. Eso le pasó a César González-Ruano o a Gregorio Marañón, al que Franco le permite regresar a España.
—Su padre ha desempeñado un papel esencial transcribiendo esos 1600 folios que usted dejó escritos a mano.
—Mi padre me ha transcrito toda mi obra hasta la fecha. Es una inmensa fortuna. Cuando acabé de escribirla a mano, la novela estaba transcrita y me pude poner inmediatamente a corregirla. Escribo a mano porque lo considero mejor. De algún modo, me hace más consciente de la escritura. Las máquinas hacen más funcional nuestra escritura y menos esmerada. La escritura a mano favorece un tipo de escritura hoy denostada, pero a la que quiero mantenerme fiel. Los artículos los escribo a ordenador, pero las novelas las hago a mano para mantener el estilo. Las máquinas cambian al hombre y el estilo del escritor.
—¿Veremos alguna vez a Fernando Navales durante el periodo de la Guerra Civil española?
—Si Dios me da salud y valor, creo que terminaré escribiendo esa novela. No de forma inmediata, pero sí me gustaría escribirla. Me gustaría hacerla en una España donde hubiese más libertad para escribir. Sería una novela contada por un falangista acérrimo que ofrecería una visión de la Guerra Civil poco complaciente con las exigencias que hoy en día se imponen a todos los que escriben sobre este acontecimiento. Habrá que esperar tiempos menos oscuros para la libertad creativa. También me gustaría escribir una novela sobre el Navales que vuelve a España en 1944. Retrataría en esa historia los años que van desde 1944 a 1950. Pero mi deseo es hacer esas dos novelas intercalándolas con otras que también quiero hacer.
«Escribo a mano porque lo considero mejor. Las máquinas cambian al hombre y el estilo del escritor»
Juan Manuel de Prada
Escritor
—¿Cree que los tiempos que vivimos en la actualidad, con gobernantes como Trump y Putin, son más oscuros que los que describe en su novela?
—En líneas generales, creo que no debemos irnos a tierras tan lejanas, sino que deberíamos centrarnos en los gobernantes que padecemos nosotros. Muchas veces estos gobernantes son enarbolados para distraer nuestra atención, pero en España tenemos gobernantes que estigmatizan a nuestros jueces y hay un sistema constitucional que permite cargarse las leyes. Meternos con Trump y Putin puede distraer nuestra atención a la hora de ver que en España hay personas que están haciendo cosas terribles. Estamos viviendo unos tiempos muy oscuros y es una época bastante sórdida.
—En los últimos meses le han llovido críticas por defender a los palestinos.
—¿Cómo no defender a un pueblo que ha sido expulsado de su tierra, que ha sido sometido a cosas terribles y que, con la excusa de un crimen injustificable, ha sido masacrado? El pueblo palestino está siendo masacrado tras haber vivido en unas condiciones penosas mucho tiempo. Lo que sorprende es que por decirlo uno tenga que padecer una estigmatización y una condenación, tildándome de antisemitismo. Por criticar las medidas de un gobernante me han acusado de antisemita. En mi novela se cuenta lo que era el antisemitismo. Vivimos en un mundo donde los demagogos necesitan disciplinar a las masas y tienen que insuflarles consignas grotescas, anulando su capacidad de discernimiento. Uno puede criticar acciones de un gobierno, pero sin necesidad de colgar sambenitos grotescos. No debemos olvidarnos de que entre los palestinos hay también muchos cristianos. A muchas personas les convendría enterarse de lo que los cristianos palestinos están sufriendo y de la experiencia tan traumática que están viviendo.
—La crítica está coincidiendo en que 'Mil ojos esconde la noche' es uno de los ejercicios literarios más importantes de España de las últimas décadas.
—Les estoy muy agradecidos a quienes así lo han dicho. He sido muy denigrado a lo largo de mi carrera, casi siempre por razones extraliterarias o de odio religioso. Se me ha denigrado fundamentalmente por cuestiones de orden religioso más que por temas políticos. Cuando se me ha elogiado tampoco he querido lanzar las campanas al vuelo. Cuando se me elogia, rápidamente rectifican y se la envainan. La primera entrega fue muy elogiada. Algunos para elogiarla pedían perdón a sus lectores. Decían que yo no era un escritor progre como ellos, pero que la novela estaba muy bien. Soy un escritor maldito y expulsado del canon. Voy a seguir desarrollando mi obra con la idea de que generaciones futuras sepan apreciarla. Seguiré siendo ignorado hasta que dentro de un siglo a lo mejor un escritor puede que me recupere como yo lo he hecho con estos artistas. Yo agradezco mucho a las personas que me elogian de corazón. Un escritor debe valorar su obra independientemente de elogios y rechazos. Uno tiene que ser fiel a su proyecto estético y creativo.
—Después de estas 1600 páginas, ¿qué imagen cree que se le va a quedar a los lectores de Fernando Navales?
—Es un personaje que provocará una división de opiniones. A algunos les gustaba que este fuera muy malvado. A lo mejor en esta segunda entrega les sorprende que Navales se esfuerce por cambiar. Habrá otros lectores a los que Navales les parecía asfixiantemente maligno y, viendo como lucha por redimirse, se compadezcan de él. Lo que me gustaría es que los lectores valoraran el esfuerzo y la entrega que hay en este libro. El escritor debe dedicar un esfuerzo tremendo a la hora de documentarse y de plasmarlo posteriormente en la escritura. Ha sido agotador. Me gustaría ante todo que los lectores apreciaran ese gran esfuerzo y que lo vieran también como un regalo que un escritor les hace.
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