Jaime Mayor Oreja: «Hoy no tenemos gobernantes, sino reinventores de la Nación y de la historia»

Antes de hablar, García Reyes ha apelado a su «inabarcable trayectoria» resumiéndola con una frase muy directa: «un hombre de principios». Acto seguido, Mayor Oreja ha tomado la palabra y ha comenzado diciendo que «si la historia no tiene la capacidad de unir, de cohesionar y de hacernos más y mejores personas, no cumple su objetivo». Por eso, ha comentado que «la historia no sirve si no nos acerca a la verdad. En cada hecho hay una verdad y una mentira. La historia es una ciencia social que trata de buscar la verdad».

Parafraseando a un historiador, Mayor Oreja ha dicho que «la crisis que vivimos es tan grande que lo más obvio es lo más difícil de defender». De ahí que haya señalado que «decir que la lengua española es la que más se ha desarrollado en la últimas décadas es una obviedad, pero qué difícil es defenderlo. También decir que España es una potencia cultural es una obviedad, pero es muy difícil de defender. El relato ha sustituido a la verdad».

Para el presidente de NEOS, «la memoria, como decía San Agustín, es una de las potencias del alma, y la historia nos hace mejores personas. Lo malo es unir ambos términos en la memoria histórica. La Ley de la Memoria Democrática o de la Memoria Histórica convierte a la ley en una especie de sistema autoritario. Unir dos buenos conceptos en una ley es una perversión».

A partir de ahí, el que fuera ministro del Interior ha criticado la actitud de determinados políticos en España, ya que «hoy no tenemos gobernantes, sino reinventores de la Nación y de la historia». A lo que ha añadido que «estamos padeciendo una reinvención de todo lo que no puede reinventarse. Las naciones y las personas no pueden reinventarse. El debate está establecido entre la cultura occidental con una decadencia o caricatura de la fe misma. Es una cultura que se enfrenta a la degeneración fruto de la decadencia».

Por otra parte, Jaime Mayor Oreja ha arremetido contra el concepto de «nación de naciones» que parece imperar en España y lo ha definido como «una expresión de lo pequeño y de una subcultura». Asimismo, ha subrayado que nuestro país ha sufrido la leyenda negra del pasado, «pero también una leyenda negra del presente que viene desde el interior de España». Igualmente ha condenado que durante cincuenta años haya imperado la violencia en España y que «el crimen ha sido determinante y ha determinado muchas decisiones». Por eso, ha defendido que «el valor de la verdad tiene que ser más preservado en España que en ningún otro país porque hemos sufrido la leyenda negra en el pasado y la estamos sufriendo en el presente».

Por último, Mayor Oreja ha dicho que «hoy la mentira se ha hecho costumbre en España y ha sustituido al crimen, de ahí la importancia de la historia para hacer frente a lo que está sucediendo. La asociación del crimen del pasado y de la mentira del presente se hace frente con la historia. Sin rearme moral no podemos combatir. El rearme moral es la verdad y la historia». Además, ha censurado el «pecado» de la envidia, «que nos limita nuestra libertad». «Se odia a todo lo que determina a nuestro individuo, por eso tenemos el reto de ser optimistas estando muy pesimistas. Hay que empezar desde cero, pues estamos al final de una etapa en Occidente. Que por nosotros no quede», ha concluido.

En el acto también han intervenido otras destacadas personalidades, como el catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Cádiz Rafael Sánchez Saus. Este ha hablado sobre la figura de Fernando III el Santo y ha establecido un nexo entre su reinado y el posterior concepto de la Hispanidad. Para esto ha apelado al filósofo Julián Marías, que en su libro 'España inteligible' subrayó que los españoles de la Edad Media «hicieron más que nadie por la experiencia del otro», ha señalado.

Para Sánchez Saus, «esa España medieval estaba acostumbrada a la lucha contra el enemigo, pero también a la existencia del otro. Eso provocó que siglos después se produjera la convivencia con otros pueblos muy distintos en las Indias. Las leyes españolas llegaron a América». Según este catedrático, «Fernando III más que nadie representa esa convivencia con otras etnias. Fue llamado rey de las tres religiones. Al mismo tiempo fue un rey reconquistador y modelo de rey cristiano. El rey es el máximo juez del reino. La defensa de la justicia le llamó a reclamar el reino de León y al final unificó Castilla y León. La justicia le llevó también a la guerra contra el Islam y reclama el antiguo reino godo, pero buscando siempre acuerdos diplomáticos. Sólo llegó a la guerra cuando la diplomacia fallaba. Nunca vulneró una tregua o un pacto».

Por su parte, Alberto Garín García, licenciado en historia del arte y arqueología por la Universidad de París y catedrático en arquitectura por la Universidad de Madrid, se ha centrado en el tema 'La Hispanidad y el proceso de las independencias americanas'. En su intervención ha destacado que durante la Guerra de Sucesión en España, «nadie en América cuestionó a Felipe V. No es el mundo napoleónico el que termina por desarticular a América, el error nació antes». A este respecto, el historiador apela a cuando la monarquía católica empezó a descomponerse «de la mano del que puede ser el peor monarca de la historia de España, Carlos III, ya que este dejó por escrito que América eran colonias». Esta decisión de Carlos III fue por imitar un modelo más «moderno», el francés, «pero no logró recaudar más impuestos y los cabildos municipales americanos quisieron la independencia», sostiene.

Un segundo problema relativo a la independencia vino cuando Napoleón quitó a Fernando VII del trono. «En España y en América se crearon las Juntas para reclamar la vuelta del rey. Pero las Juntas las cogieron los ilustrados», dice este experto. A partir de aquí, prosigue Garín «en América surgen pequeños napoleones como Bolívar u O'Higgins. Los ingleses le dieron el último golpe a América», sostiene

Por último, el escritor y articulista de ABC Fernando Iwasaki ha disertado sobre el tema 'Sevilla en el centenario de la Exposición Iberoamericana del 1929'. Para este estudioso del tema, lo más importante que debemos conmemorar en el centenario de dicha exposición es «la resignificación americana de Sevilla», ya que, según este, la capital hispalense «fue perdiendo esa esencia americana al cabo de los siglos, y se fortaleció de nuevo en 1929». La exposición tendría que haber sido en 1914, pero se fue retrasando.

A partir de aquí, Iwasaki ha señalado la importancia que tuvo Sevilla como una ciudad que simbolizó la «identidad de vanguardia en la periferia». A ello contribuyeron hechos como que en esta capital nacieran movimientos como el Ultraísmo en 1911 o la Generación del 27 en 1927. También ha resaltado la importancia de que Borges viviera nueve meses en Sevilla o la gran vinculación de esta ciudad con otros importantes escritores hispanoamericanos como Rubén Darío, «que pasó por Sevilla en 1904 y escribió 'Tierras solares' con un destacado papel de Sevilla». Tras enumerar una larga lista de autores hispanoamericanos que vivieron en Sevilla y cómo la literatura española influyó al otro lado del Atlántico a través de figuras como Ortega y Gasset, ha concluido reclamando que «Sevilla debe tener una Casa de América para 2029 como la tienen Madrid y Barcelona. Si hay una ciudad que la debe tener en España es Sevilla para defender el legado de América».