Locus Amoenus
LA «ESCUELA», DE AQUÍ A LIMA
Ni la Feria ni la Semana Santa, ni la ópera ni el flamenco, ni la Giralda ni la Maestranza, ni el Betis ni el Sevilla. Para mí, desde Lima, Sevilla era la ciudad del Archivo de Indias y la Escuela de Estudios Hispano-Americanos
Sevilla
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Iniciar sesiónLa noticia de la reorganización de la Escuela de Estudios Hispano-Americanos corre paralela al run-run de su cierre o desmantelamiento, proporcionando una lectura que -dentro del contexto sevillano- consiente formar una serie con los túneles perdidos de la SE-40 y la designación ... de la sede de la futura Agencia Espacial Española. No me sorprende que se pueda hacer una lectura así desde Sevilla, pero a mí me gustaría compartir mi lectura personal «desde» Lima, recordando lo que Sevilla y «la Escuela» -como precisó Antonio Burgos- representaban para mí cuando entré a la universidad para estudiar historia en 1978.
Los manuales de Historia del Perú que leí en la secundaria eran obra del profesor José Antonio del Busto Duthurburu, quien fue uno de mis maestros en la universidad. Por desgracia no conservo ninguno de sus textos escolares, pero en el manual de segundo de secundaria había un soberbio capítulo dedicado a Sevilla y el Archivo de Indias. Es decir, que a los 12 años tuve conciencia de la existencia de un archivo y una ciudad, que fueron adquiriendo proporciones míticas a medida que crecía en años y lecturas, pues el profesor Del Busto nos hablaba en sus clases de Sevilla, del archivo y de una Escuela de Estudios que atesoraba una gran biblioteca y publicaba una prestigiosa revista: el 'Anuario de Estudios Americanos'. La fascinación sevillana en mi universidad estaba más que justificada, porque el Instituto de Cooperación Iberoamericana concedía cada año una beca de investigación en Sevilla al mejor expediente académico de la especialidad de historia.
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DON JUAN COMO CAPRICHO NAPOLITANO
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Los grandes historiadores peruanos -Rubén Vargas Ugarte, Jorge Basadre, Raúl Porras Barrenechea y Guillermo Lohmann Villena- habían investigado en el Archivo de Indias y colaborado con la Escuela de Estudios Hispano-Americanos. Los profesores que admiré tanto -José Chichizola, José Antonio del Busto y Franklin Pease G.Y.- fueron becarios de mi universidad en Sevilla. Todos los graduados que me inspiraron habían sido investigadores en Sevilla, como Ada Arrieta, Lucila Castro, Efraín Trelles y Luis Miguel Glave. Y los jóvenes historiadores españoles que visitaron mi universidad cuando era alumno -Antonio Acosta y Juan Marchena- resultaron sevillanos y autores de libros y artículos publicados en la Escuela de Estudios Hispano-Americanos. Es decir, que muchos años antes de pisar Sevilla por primera vez en 1985, el Archivo y la Escuela fundaron y colmaron mi imaginario sevillano. Ni la Feria ni la Semana Santa, ni la ópera ni el flamenco, ni la Giralda ni la Maestranza, ni el Betis ni el Sevilla. Para mí, desde Lima, Sevilla era la ciudad del Archivo de Indias y la Escuela de Estudios Hispano-Americanos.
A veces, la cercanía nos impide valorar lo que tenemos. Los gestores del Archivo de Indias han conseguido que sus exposiciones y colecciones formen parte de la oferta cultural más fascinante y atractiva de la ciudad, pero la importancia de la Escuela es más difícil de mostrar a los propios sevillanos, pues su prestigio está vinculado al conocimiento y diseminado entre americanistas de varias generaciones y de todo el planeta, que la consideramos un «locus amoenus» imprescindible. Seguro que «El ataque de los clones» y «Juego de Tronos» dejaron mucho dinero en Sevilla, aunque para la posteridad quedarán como el planeta Naboo y Desembarco del Rey. No obstante, ¿sabemos cuánto dinero en becas, estancias, publicaciones y proyectos de investigación, ha supuesto la existencia de la Escuela de Estudios Hispano-Americanos de Sevilla por todo el mundo?
Si la Escuela cerrara y el Museo de Bellas Artes llega a ser trasladado a la Fábrica de Tabacos, la calle Alfonso XII se convertirá en un paseo de mausoleos culturales, donde la antigua y abandonada biblioteca pública prefigura lo que ocurrirá con los edificios vaciados.
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