El gran año del cine andaluz

Estas candidaturas muestran también la diversidad del cine andaluz, con paradas en la ficción, el documental y la animación y a ellas se suman las obtenidas por actores , equipos técnicos y de producción. «A pesar de todo —el 21% del IVA cultural, entre otros—, me siento orgulloso de lo que se ha hecho este año por su diversidad y calidad, y no solo en el cine andaluz», afirma Alberto Rodríguez.

El director sevillano resume en su trayectoria no solo la consolidación del cine andaluz de los últimos tres lustros, sino la madurez que atraviesa como realizador.

Este gran momento de forma del cine andaluz no es casual, sino el último capítulo, por ahora, de una generación que debutó en el corto a finales de los años noventa y primeros 2000. Entre la producción de entonces destaca Cinexin, dos colecciones de cortos colectivos de donde dieron sus primeros pasos Rodríguez y Amodeo, pero también el productor Gervasio Iglesias, técnicos hoy tan reconocidos como Álex Catalán y Daniel de Zayas (ambos nominados en los Goya ) y realizadores como Paco Baños y Chiqui Caravante.

Álex Catalán recuerda, sin embargo, que «Cinexin no lo es todo, porque se experimentó en otros lados». Alfonso Sánchez, director de «El mundo es nuestro» y una de las grandes sorpresas de 2012, recuerda que los primeros cortos de Mundoficción datan de 2000. Tampoco puede olvidarse a «Solas» (1999), de Benito Zambrano, y producida por Maestranza Films. Reconocida en los Goya y el Festival de Berlín, demostró que se podía hacer cine de éxito desde el Sur.

Un año después, Amodeo y Rodríguez, que habían debutado con «Bancos», se marchan a Londre a grabar su primer largo «El factor Pilgrim», que los llevó a San Sebastián y los colocó en el mapa. Estos son los primeros pasos de la generación Cinexin, que contribuyó a sentar la bases para un futuro desarrollo industrial. Antes, señalan todos los entrevistados, había directores como Juan Sebastián Bollaín y Gonzalo García-Pelayo pero la producción y los equipos técnicos venían de Madrid.

Esa situación comienzan a invertirla Rodríguez y Amodeo, con películas como «Siete Vírgenes» (2007) y «Astronautas» (2003), dos películas producidas por La Zanfoña, creada en 2001 por Gervasio Iglesias. «La idea era desarrollar el método de producción europeo, es decir, tener cinco títulos en diferentes procesos de desarrollo y lograr un estándar que nos permitiera acceder al mercado internacional. No arriesgar todo a una producción, sino dar pasos pequeños y afianzados».

Esta producción continuada permitió a los directores crecer de forma progresiva, junto a los equipos técnicos y de producción. «En Sevilla no había ni escuela ni industria, que es como se puede aprender en Madrid y Barcelona.Todo nació del corto», señala Catalán. «Los directores consiguieron que a su alrededor hubiera equipos de producción y equipos técnicos, que hoy por hoy son los mejores de España», añade el director Santi Amodeo.

Lo logrado por «La Isla Mínima» ya es un premio para Rodríguez: «Se premia el trabajo de años de un equipo muy hecho. Hace años empezamos Santi y yo, pero allí estaban también Álex Catalán, Dani de Zayas... En mi caso es una evolución película a película. Ha coincidido una generación muy buena, con muy buen nivel artístico y técnico. Ese es el rasgo diferenciador».