Sevilla
El comercio ilegal de las 'ventanitas' sigue eludiendo los controles en Sevilla
ABC recorre algunos barrios de la ciudad donde está muy asentado un tipo de negocio que escapa de la normativa y que supone una competencia desleal para los establecimientos reglados
Fotogalería: Economía sumergida, a plena vista
Una ventanita en la barriada Martínez Montañés del Polígono Sur
A este periódico llega la amarga queja de un empresario con tiendas de alimentación repartidas por Sevilla, que soporta la competencia nada leal que le hacen los pequeños comercios sin licencia que operan desde domicilios particulares. Son las llamadas ventanitas, un tipo de ... mercado negro muy asentado en la capital hispalense, donde en algunos barrios han proliferado visiblemente. ABC ha hecho un recorrido por estas zonas para constatar cómo conviven estos negocios con otros reglados en el actual contexto de crisis por el alza de los precios. Y llama la atención cómo en una misma manzana pueden coexistir varios para un público que se entiende que es limitado.
Pongamos por ejemplo la zona más deteriorada de Los Pajaritos, en las viviendas que conforman el núcleo de Nazaret. Las ventanitas que funcionan en calles como Mirlo o Calandria se reconocen a distancia porque siempre están cubiertas con un pequeño toldo que protege al cliente y al vendedor cuando el sol aprieta. Son pocas las que están abiertas antes del mediodía. Otros detalles que confirman la actividad económica, que se desarrolla habitualmente desde la habitación de un piso bajo, son los carteles que indican algunos de los productos que están en venta y las ofertas del día. Ahora que el termómetro no da tregua, el reclamo son las bebidas con y sin alcohol bien frías. Estas ventanitas que funcionan en un barrio castigado por la droga y los narcopisos, suelen estar protegidas por barrotes además de alarma de seguridad.
Cuando las ventanitas están a demasiado altura, se ponen escaleras en el exterior. En ésta de la barriada Murillo, los restos del envoltorio de dos tipos de helados sirven de cartel para indicar el precio.
La Policía Local de Sevilla no tiene ninguna línea específica de actuación sobre estos comercios que operan sin licencia. Fuentes policiales admiten que es un trabajo ingente que no pueden asumir. Las intervenciones policiales se limitan a las campañas específicas que se realizan en periodos concretos como navidades o puentes festivos. En esas batidas es habitual que se denuncie algún comercio que opera sin licencia; si bien el foco policial siempre se pone en el Casco Antiguo o zonas de mayor afluencia. Como es habitual, los barrios de la periferia suelen escapar del ojo fiscalizador.
Las mismas fuentes policiales detallan que estos negocios suelen estar más en la órbita del interés de Policía Nacional o la Guardia Civil -en el caso de los municipios de la provincia que están bajo su competencia-. A través de estas ventanitas se vende también tabaco de contrabando y ha habido operaciones policiales que han confirmado en algunos casos tráfico de droga.
Pero las posibles sanciones no parecen ser efectivas para erradicar un negocio con muchos años de arraigo en la ciudad y que tiene como principal atractivo para sus promotores que escapa de impuestos y otros costes que sí soportan los negocios reglados.
Reincidencia
En noviembre de 2020, ABC visitó la promoción de pisos nuevos que se habían entregado tan sólo un año antes en Los Pajaritos. Se trata de un conjunto de viviendas sociales levantadas en la calle Tordo, junto a la plaza Terreras. En la fachada de uno de los bajos habían abierto una ventana y habían colocado un pequeño toldo, señales inequívocas de la actividad que se había montado allí apenas unos meses después de que el Ayuntamiento entregara las viviendas. Fuentes municipales confirmaron a este periódico que se habían abierto dos expedientes tras detectarse obras ilegales para la apertura de dos comercios de estas características en la finca, de los cuales uno llegó a entrar en funcionamiento. Los técnicos municipales notificaron a los inquilinos de las viviendas que tenían la obligación de deshacer las obras efectuadas.
Han pasado casi dos años de aquel reportaje que hizo ABC y una de las ventanitas vuelve a estar operativa. Una bolsa colgada junto a la ventana a modo de cesto de la basura, los restos de bebidas del día anterior y una lámpara colocada en el exterior para iluminarla por la noche lo prueban.
En la Confederación Andaluza de Empresarios de la Alimentación (CAEA) no tienen constancia de que exista un repunte de este tipo de negocios coincidiendo con la crisis derivada del alza de los precios. Lo califican como un «problema antiguo» que está muy enraizado sobre todo en la periferia de las grandes urbes y de los pueblos. El director general, Álvaro González, recuerda los riesgos para el consumidor que conlleva este tipo de negocios. «Nuestra postura es clara al respecto. Hay que luchar contra todo lo que es ilegal. En estos sitios no hay control sobre la trazabilidad de los productos y son lugares donde se vende alcohol para la práctica del botellón, que es un problema para la convivencia en muchos barrios». No es infrecuente que estas tiendas surtan también al cliente de comida que requiere de cierta preparación como bocadillos calientes o kebab y en los que no se inspecciona la conservación o tratamiento de esos productos.
La Policía Local no tiene ninguna línea de trabajo específica para frenar estos comercios o inspeccionar sus actividades
En Torreblanca, las ventanitas forman parte de la vida diaria de sus vecinos. Hay decenas de ellas repartidas por sus calles. Hace años que los estanqueros llevan años señalando este punto de la ciudad porque se vende tabaco de contrabando; algo que se ha ido consolidando a partir del aumento del precio oficial debido a una mayor presión fiscal.
En el Polígono Sur la contradicción es absoluta. Hay locales cerrados por falta de actividad desde hace años en las áreas comerciales que se construyeron en Murillo o las Letanías. Sin embargo, hay cola en algunas de las ventanitas que se abren a vías principales como Escultor Sebastián Santos.
A veces los bajos donde se instalan estas tiendas tienen una altura considerable para atender desde la ventana. En esos casos, la solución es instalar un pequeño poyete o una estructura a modo de escalera. Cuando se pregunta a los vecinos, la respuesta siempre es justificativa, apelando a una salida laboral ante la falta de recursos para montar un negocio reglado, que requiere el alquiler de un local y la solicitud de un permiso municipal para empezar. Está, por tanto, socialmente bien admitido, como buena parte de la economía sumergida de este país.
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