Las talas de árboles, una polémica eterna en la ciudad que más necesita la sombra

Cuando se realizaron las obras en la avenida de la Constitución para el cambio del tráfico rodado por el metrocentro, se quitaron numerosos árboles que formaban una bóveda desde la Puerta de Jerez hasta el entorno de la Catedral. Esos ejemplares fueron sustituidos por naranjos, los cuales han ido creciendo en esta zona peatonal en mayor o menor medida. Aunque se eliminó la contaminación de los vehículos, también se perdió gran parte de la arboleda existente en este punto de la ciudad.

Asimismo, durante esos años de cambios en el urbanismo del casco histórico, hubo apeos de distintos ejemplares en el lado de la Encarnación más cercano de la calle José Gestoso, de cara a la transformación de esta zona en la que se conoce hoy en día. Anteriormente, se trataba de una plaza elevada con un quiosco de flores de un tradicional negocio familiar, rodeado de varios árboles y de carriles para los camiones y otros vehículos.

Los plataneros han sido una especie de árboles que se han apeado en los últimos lustros debido a diversas razones. En la misma plaza de la Encarnación, se perdieron ejemplares durante las obras del proyecto de Metropol Parasol. También, el servicio de Parques y Jardines tuvo que actuar en la calle Palos de la Frontera en 2016, a la espalda del hotel Alfonso XIII y frente al Palacio de San Telmo. Asimismo, se hicieron otras actuaciones del mismo calado en el Parque Alcosa y Sevilla Este. Todas las talas estaban justificadas, según los responsables municipales, en que el arbolado eliminado «supone un riesgo para la población» por la putrefacción de sus troncos y la posibilidad de desplome.

Se indicó en su momento que «estas actuaciones se realizan en función de criterios técnicos por problemas de mantenimiento en años anteriores. Y se acomete sólo en los casos en los que son irrecuperables, como medidas preventivas, ya que la seguridad vecinal es prioritaria». El gobierno local presidido por Juan Espadas comenzó en 2015 a elaborar un censo del estado del arbolado para definir intervenciones ante los graves accidentes que se habían producido ese mismo año que provocaron lesiones a dos personas.

Precisamente, uno de los apeos más polémicos fue el de los ejemplares de la plaza de San Lorenzo, unos días antes del comienzo del confinamiento por la pandemia del coronavirus en 2020. Sin embargo, el procedimiento comenzó antes. La primera visita de inspección se hizo en octubre de 2019 y después, se realizó una visita en altura. Luego, se adoptaron una serie de medidas para así mantener las copas lo más funcionales posibles ante los defectos estructurales y fisiológicos. Se realizó una poda ligera con una supervisión técnica del equipo de riesgo. En suma, se trataba de retirar el mínimo material fotosintético posible y se trabajaba exclusivamente en las zonas periféricas de la copa. En ese momento, se detectó que esa docena de árboles se encontraban muy dañados.

Se realizó una segunda evaluación de cada árbol con dos pruebas concretas. Por un lado, se levantó la tierra perimetralmente al cuello hasta una profundidad de 30 centímetros para comprobar el sistema radicular. Se realizó con azada y palaustre para no causar daño a las raíces azadilla. Por otro lado, se realizó un test de tracción manual en todos los ejemplares. Según la ficha técnica de Parques y Jardines, «la zona aérea estaba afectada por grandes áreas necrosadas, especialmente en los anclajes de los distintos ejes». Fueron sustituidos por 12 almeces, los cuales permitieron un encaje adecuado en el conjunto de una de las plazas más importantes de Sevilla.

Otra actuación que supuso una transformación de una vía de la ciudad fue el apeo de hasta 26 plataneros en Almirante Lobo cuando Juan Ignacio Zoidopresidía la corporación municipal. Estos cambios correspondieron a obras que se realizaron en este lugar entre la Puerta de Jerez y el paseo de Cristóbal Colón con un proyecto técnico desarrollado en aquel momento de la renovación del arbolado, de modo que se plantaron 44 nuevos ejemplares de árboles, de las especies naranjo y robinia rosácea.

El Ayuntamiento, durante las actuaciones, defendió que la calle contaba con 18 árboles más que los que existían que antes poblaban este espacio, si bien los nuevos ejemplares tendrán que crecer para ganar tronco, robustez y ramaje, algo que no ha acontecido todavía a pesar del paso de los años y del desarrollo de otros puntos adyacentes como el Paseo o los Jardines del Cristina.

Otro lugar que no se ha librado de la tala de árboles o apeos es el parque de María Luisa. En 2017, el Ayuntamiento licitó un contrato por el que se invirtieron más de 712.000 euros para actuar sobre los ejemplares del histórico jardín ante el riesgo que presentaban prácticamente un tercio del arbolado después de los últimos estudios realizados por el área de Parques y Jardines. Esos análisis, incluidos en la memoria del contrato, concluyeron que casi 800 árboles sufrían un deterioro que suponía un riesgo serio para los viandantes, bien por su estructura completa o bien por su ramaje.

Dentro del denominado Plan de Gestión del Riesgo del arbolado de la ciudad, se realizó una evaluación del riesgo «individualizada y completa» de los árboles, debido a que «en su mayoría se trata de un arbolado de gran porte, ubicado en lugares de gran afluencia de público y por consiguiente prioritario en cuanto a su análisis y toma de medidas para la disminución o eliminación de riesgos en las personas y bienes». Si se transita por este espacio verde de Sevilla, aún se pueden ver varios tocones de diversos ejemplares en varias avenidas que conectan la plaza de España con la de América o con varias glorietas como la de los Álvarez Quintero o la de Bécquer, las cuales son muy visitadas por los vecinos de la urbe, así como por los turistas.