Sevilla
Torre de Don Fadrique: volver a empezar
El monumento ahora rehabilitado también vivió una restauración primorosa en los años 80 del pasado siglo pero la falta de uso concreto llevó a la incuria y al abandono: acabó vandalizado
El alcalde, Antonio Muñoz, presentando ayer la intervención en la torre de Don Fadrique
La torre de Don Fadrique vuelve a ser visitable. Así lo ha anunciado el alcalde, Antonio Muñoz , en una visita de inspección para conocer la terminación de los trabajos de rehabilitación que se han venido desarrollando en el monumento durante ... esta primavera. No es la primera intervención para devolverle vida al edificio . Y, muy probablemente conociendo la incuria en la que incurre Sevilla en cuanto se olvida de su patrimonio, nos atrevemos a asegurar que tampoco será la última.
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Restaurada, volverá a admitir visitas desde este mes de julio, pero tampoco se tiene muy claro que hacer con ella. Ese ha sido su sino en el último siglo. En 1982 , fecha de la última de las grandes intervenciones en el monumento, el arquitecto Alfonso Rodríguez Martín y el aparejador José María Cabeza firmaron una rehabilitación primorosa que le devolvió el esplendor perdido a la torre. Las obras, para las que se presupuestaron diez millones de pesetas , culminaron un par de años después.
Languidecer sin uso
Pero en 1987, la oposición municipal del PP exigía un proyecto para reutilizar el edificio toda vez que el proyecto para trasladar allí el Museo de Historia de la ciudad se había venido abajo. El edificio, restaurado, languidecía y fue objeto de actos vandálicos.
Pasaron los años, los tres lustros durante los que cualquier proyecto de la ciudad se macera, y pasaron los proyectos porque al museo de la ciudad le siguió el de una cámara oscura que iba a instalarse en lo más alto para contemplar la ciudad en la lente que se situaría en el interior de la torre. Llegó a plantearse una intervención radical para que la escalera llegara hasta la azotea mientras se añadía una entreplanta donde iba a instalarse la lente de la cámara oscura. El prespuesto, de unos veinte millones de pesetas, también se quedó en nada. Se gastaría en otra cosa; el Ayuntamiento siempre encuentra dónde gastar el dinero.
Antonio Muñoz, retratado en la escalera interior del monumento
No era la primera vez que se intentaba darle un uso noble al edificio . Se le han asignado diferentes a lo largo de la última centuria, pero todos han resultado igualmente infructuosos. Fue museo arqueológico, se quiso que fuera museo de historia de la ciudad y mirador, pero nunca cuajó.
Rescate municipal
La historia reciente de un monumento con tan mala suerte arranca en 1928, meses antes de la Exposición Iberoamericana de 1929. El Ayuntamiento había rescatado la torre de Don Fadrique y pretendía hacerla visitable. Las clarisas del convento adyacente habían ostentado su propiedad hasta 1920 en que pasó a manos municipales.
El consistorio escrituró a su favor entre marzo de 1920 y diciembre de 1929 la torre y una franja de terreno anexa que permutó con el terrateniente José León (constructor del barrio que lleva el apellido familiar al final de Triana) para convertirlo en Museo Arqueológico, que hasta entonces se encontraba en la propia casa consistorial.
Reforma de Talavera
El arquitecto Juan Talavera firmó una intervención arquitectónica que le confirió el aspecto externo (el estanque, los jardincillos) con que hoy se admira. También añadió en el compás de Santa Clara la portada del colegio de Santa María de Jesús, primitiva universidad hispalense de Maese Rodrigo, como acceso directo, que ahora el Ayuntamiento quiere hacer asimismo visitable.
Se mantuvo como museo arqueológico hasta después de la Guerra. El general Franco visitó la torre de Don Fadrique en una visita a la ciudad que llevó a cabo en 1942, pero cuatro años después las piezas del Arqueológico se mudaron al pabellón de Bellas Artes de la Exposición Iberoamericana de 1929 y se reinició la decadencia de la torre.
No fue hasta los años 70 del pasado siglo cuando volvió a cobrar interés entre especialistas y patrimonialistas, que recalamaban una intervención que la sacara del olvido. Esta llegó en 1982, pero de nuevo cayó en desuso. Hasta ahora. O eso parece.
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