Santa Misión
Santa Teresa y la basílica del Gran Poder: dos hermanas unidas en el tiempo
Juan Miguel Sánchez bocetó unas pinturas vanguardistas para decorar el templo del Gran Poder, también obra de Delgado Roig y Balbontín, que la hermandad descartó
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Iniciar sesiónEl 30 de enero de 1965, el Gran Poder cruzó la frontera del Tamarguillo desde San Lorenzo al extrarradio hasta una moderna parroquia que se había levantado apenas cinco años atrás en la barriada de Amate . La lluvia sorprendió al cortejo en ... el itinerario de ida, hubo que aguardar unas horas, pero llegó. El Señor entró en ese templo vanguardista para protagonizar una santa misión evangelizadora. Hoy, 56 años, 9 meses, y 1 día después, se ha repetido la historia. El Gran Poder preside esta iglesia que guarda un nexo común con la basílica a través del tiempo, del espacio y de su propia arquitectura.
Aquel día de invierno de 1965, mientras el Señor cruzaba las grandes avenidas, en San Lorenzo se ultimaba un nuevo templo que resolviera las necesidades de crecimiento en torno a la imagen de Juan de Mesa. Se trataba del antiguo solar donde se encontraba la Jefatura de Obras Públicas. El proyecto le fue encargado a los arquitectos Antonio Delgado Roig y Alberto Balbontín , los mismos autores de la parroquia a la que llegó el Gran Poder a finales del mes de enero de aquel año. Meses después, en mayo de 1965, los titulares del Gran Poder volvieron a salir en procesión extraordinaria para trasladarse desde San Lorenzo a la basílica, ya terminada, pasando por la Catedral.
El nuevo templo del Gran Poder era la sublimación artística de dos artistas geniales que dio la ciudad que estaban entonces en su plenitud. Delgado Roig y Balbontín, que también construyeron el actual santuario de la Virgen del Rocío en la aldea, se inspiraron para la basílica en el Panteón de Agripa de Roma, cuya arquitectura les fascinaba. Este edificio de corte historicista y con acabado neoclásico, aunque con una portada de elementos renacentistas y barrocos, fue un paso más para estos arquitectos que en Santa Teresa siguieron un trazado más lineal y simple para la fachada, ya que era la parroquia para un barrio modesto.
El estudio de Delgado Roig y Balbontín trabajaba habitualmente de la mano de otros artistas, como era el caso del pintor portuense Juan Miguel Sánchez , que fue discípulo de Gustavo Bacarisas y que tenía una clara influencia vanguardista, que aplicó a obras como el diseño del palio de la Virgen de los Ángeles de los Negritos. En 1961, los arquitectos encargaron a su amigo Juan Miguel las pinturas murales de Santa Teresa que habían construido. Para la parroquia de Amate, el artista, que bebía también de influjos cubistas e impresionistas, diseñó un programa iconográfico lleno de color cuya escena central, en el presbiterio, se dedicó a la transverberación de Santa Teresa de Jesús. Sobre las puertas de las capillas representó a los cuatro evangelistas mostrando los libros en blanco, en señal de que estaban esperando la llamada del Espíritu Santo para escribirlos. Los paramentos continúan decorados con alegorías marianas, todas ellas basadas en diferentes árboles frutales, un motivo muy característico en la obra de Juan Miguel Sánchez.
Los bocetos desaparecidos
La decoración del interior de Santa Teresa pudo replicarse para la basílica del Gran Poder. Cuando Delgado Roig y Balbontín acabaron la obra del templo, le pidieron a Juan Miguel Sánchez que hiciera lo propio en las paredes circulares de la nueva casa del Señor. La única condición que le pusieron era que no hubiera figura humana alguna, porque la única debía ser el Nazareno de Juan de Mesa.
El pintor realizó unos bocetos en un papel grueso y de tonalidad gris marengo en el que diseñó parte del desarrollo de un vía crucis a partir de una cruz , en diferentes posiciones, rodeada de motivos florales . Así, la estación de la primera caída se ilustraba con el madero inclinado o en el suelo y así sucesivamente. Sin embargo, aquella idea vanguardista, que hubiera supuesto un cambio radical en la concepción que los devotos que acuden a la basílica tienen del templo, no maduró. La hermandad decidió descartar el proyecto al considerarlo excesivamente moderno para envolver la talla sublime y barroca en su más pura concepción de Jesús del Gran Poder.
Y los bocetos desaparecieron . Los más allegados a Antonio Delgado Roig y Alberto Balbontín recuerdan aquellos papeles en los archivos que legaron ambos arquitectos. Pero desaparecieron para siempre sin dejar rastro y, con ellos, la historia que hubiera vinculado la estética de ambos templos que han sido y son casa del Señor estos días, y que son hermanos en cuerpo y alma.
La basílica del Gran Poder quedó sin rematarse a nivel ornamental. Se encargó un retablo a Guzmán Bejarano que nunca convenció y, para las paredes circulares, se contrató a Antonio Agudo la ejecución de 14 cuadros que representaran el vía crucis de estilo contemporáneo que hoy adornan los paramentos. La hermandad siempre ha tenido el anhelo de rematar esta obra, pero todo intento se topa con la potencia que lo preside.
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